Pero los van cooptando…
“Sí, esa es la intención, por ejemplo, del gobierno
cuando ofrece todo tipo de becas y apoyos. Poco a
poco van involucrando a la gente en sus esferas de
infl uencia. Cuando te dan algo y lo aceptas, de alguna
manera ya formas parte del sistema. Ya es asunto de
cada quien lo que acepta o no, pero yo pongo énfasis
en que el artista debe mantener su libertad de ser”.
Digamos que el artista anda en busca de la
belleza.
“Sí, de la belleza, de la estética, de imaginar, sentir
y expresar las cosas auténticamente placenteras.
Ahora la gente ya no es capaz de irse a un cerrito a
contemplar la naturaleza, ya no, todo mundo está estresado,
pero bueno, esa es harina de otro costal”.
Sin cuadro favorito
La crítica de arte Graciela Kartofel escribe sobre Leticia
Tarragó:
Para comprender el trabajo de esta artista se deben
visualizar las diversas técnicas que esarrolla. La estrecha
vinculación entre dibujo y grabado (sobre todo
los grabados en placa de metal) se hacen evidentes en
referencia al valor de la línea y el grafi smo, la textura
real y la visual, así como la creación de estrategias de
volumen y dinamismo y a la compartimentación de las
escenas. Sus expresiones en pintura dejan la impronta
de la materia y la textura, esto no sólo sucede sobre la
tela sino también cuando realiza sus estampas en las
placas de acrílico. El grabado la ha consagrado ampliamente,
el puente entre todos sus caminos es el dibujo.
En sus trabajos la línea tiene voz propia. (Leticia
Tarragó. Noticias del estudio. op. cit., p. 8) |
Precisamente ahí aparece el misterio de la creación,
en el momento justo en que decide lo que va a
hacer. Rememora Tarragó: “El otro día una niña me
preguntó cuál era mi cuadro favorito, y la verdad no
puedo tener uno porque de ahí en adelante ya no tendría
nada que hacer; uno siempre tiene que estar buscando
algo mejor de lo que ya hizo o algo diferente,
otra idea, y uno nunca deja esa labor. De tal forma que
no puedo someterme ciegamente a seguir un camino,
a pesar de que yo misma lo haya trazado, porque a lo
mejor dentro de dos cuadros ya pienso diferente en
virtud de que me topé con otro objeto o imagen que
me llamó la atención. Es mágico. No dejo de sentirme
privilegiada porque fue mi madre la que fomentó
en mí la pintura. Desde chiquita me gustaba pintar, y
siento que ella acertó con exactitud pues realmente es
una actividad que alcanza para toda la vida”.
Así, charlando, acabamos el encuentro en la forja
de su taller, lugar colmado de colores, de luz, de pinturas
y pinceles, a la espera de que un sueño revelador se
apropie de Leticia Tarragó y de nueva cuenta veamos
a niñas, niños, ángeles, gatos, paisajes oníricos dando
vida a una historia, quizá a un cuento, que acabará
materializado en un grabado o en un lienzo.
|