”Takahashi nos pidió a Leonor y a mí que nos
quedáramos. Me ofreció que nos fuéramos a hacer
escultura urbana monumental, uno de sus intereses
artísticos en ese momento, pero después de quince
meses nos regresamos. Otro tío, Sergio Colina, le pidió
al vicealmirante Cházaro Lagos, un paisano que
era secretario de Marina en ese tiempo, que nos permitiera
regresar en un barco mercante de México,
puesto que no teníamos dinero para el retorno. Así lo
hicimos, en “El Mexicano”. Para pagar los boletos de
regreso, tenía que remover la pintura de la cubierta,
en la superestructura, junto al puente donde está el timón,
y me la pasaba raspando. La güerita era la única
mujer en la tripulación y eso no era usual; así que la
tripulación no estaba de acuerdo y hacía comentarios.
La travesía se efectuó en quince días (normalmente
eran diecisiete), o sea que no trajo mala suerte, sino
todo lo contrario.”
Ya en México, Villar recibió la invitación para fungir
como maestro huésped en el Taller José Guadalupe
Posada, en la ciudad de Aguascalientes. De este modo,
creatividad y docencia se enlazaron, y ya en 1974,
cuando se abrió la Facultad de Artes Plásticas en la
Universidad Veracruzana, Rafael Villar fue nombrado
titular del Taller de Escultura. Los logros artísticos
de esa productiva época en Xalapa son legendarios:
la presencia destacada de artistas veracruzanos en el
contexto nacional, la organización de concursos y encuentros
de arte, así como una enseñanza en la cual
alumnos y maestros trabajaban de manera conjunta
en la búsqueda de soluciones formales. Junto a lacreatividad y la innovación, el espíritu de estar modifi-
cando la escena artística nacional era cautivante y
armonizaba con un joven inquieto, innovador, aventurero,
abierto a nuevas experiencias.
Desde su regreso a Xalapa, Villar comenzó la intensa
actividad que precedió a la creación de la Facultad
de Artes Plásticas junto a personalidades del
mundo artístico como Carlos Jurado: “Vilchis me recomendó
con Jurado porque no había nadie en escultura.
Pero desde el principio yo sentí mucha presión
de parte de Jurado; era una presión que me obligaba
a trabajar muy duro todo el tiempo, lo que ahora se
llama el ‘fuego amigo’ ”.
No pasaron seis meses de esto cuando se celebró
el 30 aniversario de la Universidad con una exposición
donde Villar participó con tres piezas de un árbol
de haya que se había caído en el parque de Los Berros,
en 1974: “Esta es una memorable exposición de
la plástica veracruzana en la Ciudad de México que
levantó la polémica acerca de la importancia de los
medios fotográficos como suplentes del dibujo”. Frente
a la enorme actividad y presencia que mantuvieron
los procesos alternos dirigidos por Jurado –donde
participaron Per Anderson, Adrián Mendieta y Myra
Landau, entre otros– Villar responde con la insoslayable
presencia de sus alumnos, quienes se colocan en los primeros lugares y ganan premios en los concursos
de Aguascalientes.
“Durante siete años más o menos seguidos mis alumnos
ganaron el primero o el segundo lugar […] No soy
un artista que sólo busca su beneficio. Me he preocupado
por propiciar las condiciones (que no siempre
han sido las mejores) para que varias generaciones de
alumnos se desarrollen en un espacio donde se tenga
una ética de trabajo que encauce sus inquietudes.
”La Universidad Veracruzana es un lugar privilegiado
y yo busqué enseñar con el ejemplo, tal como
aprendí con mis maestros, no formalmente, como se
entiende tradicionalmente en el aula, sino compartiendo
sus ideales, su manera de pensar, su entrega al
trabajo, su paciencia, su constancia, pensando siempre
en el desarrollo de las propias capacidades y las
de los alumnos.”
Esta intensa actividad docente y creativa es paralela a
su labor administrativa y de gestión, que se acrecienta
en 1979 como director de la Facultad de Artes Plásticas
y con la Fundación de la Galería AP.
“Su fundación fue todo un capítulo, una actividad de
tiempo completo por lo mucho que tuvimos que hacer
y por la manera como nos involucramos. El gobernador
Agustín Acosta Lagunes llegó con la idea
de que en el área de artes había dispendio y era necesario
recortar el presupuesto. Entonces se desató un
conflicto, incluso mediático, muy fuerte. Sin embargo,
fi- nalmente se mantuvieron ciertas cosas y la Galería
AP se abrió para tener una presencia más fuerte en
nuestro entorno. Cierto, nos sentíamos amenazados,
pero casi al mismo tiempo, y por iniciativa de Acosta
Lagunes, se restauró la obra artística que tiene la
Universidad y se comenzó a preparar la Galería Alva
de la Canal para que funcionara como pinacoteca. Al
final, el gobernador no cedió la obra y en una semana
tuve que reunir obra para inaugurar la Galería Alva
de la Canal y luego el Centro Recreativo. Todo el trabajo
era intenso. Además, se tenía que cuidar el nivel
de producción de todos los alumnos de la Facultad,
pues había que mantener la imagen adquirida a nivel
nacional. Por otro lado, los estudios formales no se habían
consolidado, no había un plan de estudios estructurado,
necesitábamos maestros y hacer más sólida la
cuestión académica. Era mucho trabajo y nos tomó
años. Mientras tanto tuve un bajo perfi l con mi propia
producción, aunque siempre he estado produciendo.
Entre la obra que hice por esos años está la escultura
monumental en la Unidad de Humanidades. ”Es irónico el asunto, pero Acosta Lagunes era
nuestro peor enemigo al llegar a la gubernatura, pero
en los últimos años de su administración hizo el Museo
de Antropología y creó el acervo pictórico del
estado de Veracruz. En ese sentido, yo colaboré con
entusiasmo organizando el Certamen Nacional de
Pintura, ‘El paisaje veracruzano’ ”.
Artista de oficio y de convicción, Villar ha realizado
varias exposiciones importantes como coordinador y
artista: la de Plástica Mexicana, en 1974, en el Instituto
Nacional de Bellas Artes; la que tuvo lugar en
la Galería Chapultepec de la Ciudad de México, en
1982, reseñada por Raquel Tibol; en el Ágora de la
ciudad de Xalapa, el 4 de octubre de 1982; en el Museo
Tamayo en 1988.
En 1984 celebró una exposición en la Casa del
Lago, a la cual siguieron otras para culminar con La
plástica contemporánea en Veracruz, exposición memorable
en el Museo de Artes y Ciencias de la UNAM
(MUCA), en la que el maestro Villar participó junto con
Estrella Carmona, Fernando Vilchis, Masaru Goji,
Vinicio Reyes, Jeanne Waters, Iris Aburto, Leonor
Anaya y Gustavo Pérez, entre otros.
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