El motivo de su visita fue acompañar el lanzamiento
de su antología Geometría de las horas, publicada precisamente
por la Editorial de la UV y compilada, prologada y
anotada por el escritor y miembro de la Academia Mexicana
Adolfo Castañón. Sobre dicha edición, el autor de
Paseos (título que Castañón ha dado a la reunión de sus
ensayos en diversos volúmenes) escribe:
El lector que ha armado este libro ha buscado dar
cuenta de la hondura y riqueza de la obra poética
del poeta pero también ha sido consciente de que
la fase prosística de su empresa y aun la fase por así
decir “hablada” (me refi ero por ejemplo al género
de la entrevista) pueden contribuir a arrojar luz inteligente
sobre el cuerpo estricto de su itinerario lírico.
La parte primera y substantiva de esta lección
antológica en verso y en prosa la constituyen los
diversos poemas que Eugenio Montejo ha publicado
desde Algunas palabras (1976) y Terredad (1978)
De esta manera, Geometría de las horas representa uno de
los mejores panoramas de la obra de Montejo, donde su
voz poética se acompaña de la expresión ensayística,
y alcanza una dimensión mayor al contrastarse con
ideas sobre las artes plásticas, la poesía de autores contemporáneos –algunos de ellos cercanos a Montejo– y
la gran literatura de figuras como Kafka, Borges, Paz,
Machado y Drummond de Andrade, entre otros. El
volumen se cierra con una serie de entrevistas que
diera el poeta a medios venezolanos y españoles en
distintos momentos y con unas breves notas críticas de
Gustavo Guerrero acerca de la poética de su mentor
y amigo.
Descanse en paz, pues, este hombre cuyas palabras
nos acompañarán, por fortuna, durante largo tiempo.
• Poemas tomados de Geometría de las horas, editado por la UV.
Soy esta vida
Soy esta vida y la que queda,
la que vendrá después en otros días,
en otras vueltas de la tierra.
La que he vivido tal como fue escrita
hora tras hora
en el gran libro indescifrable;
la que me anda buscando en una calle,
desde un taxi
y sin haberme visto me recuerda.
Ya no sé cuándo llegará, qué la detiene;
no conozco su rostro, su cuerpo, su mirada;
no sé si llegará de otro país
–en un tapiz volante–
o de otro continente.
Soy esta vida que he vivido o malvivido
pero más la que aguardo todavía
en las vueltas que la tierra me debe.
La que seré mañana cuando venga
en un amor, una palabra;
la que trato de asir cada segundo
sin saber si está aquí, si es ella la que escribe
llevándome la mano.
Provisorio epitafio
No me despido en una piedra
ilegible a la sombra del musgo,
–voy a nacer en otra parte.
Es provisorio mi epitafi o,
quedan líneas en blanco
que alguien podrá llenar más tarde;
son cifras de otra vida, no de muerte,
son una partida futura
de nacimiento.
Ignoro adonde voy,
de qué planeta seré huésped,
a partir de cuál forma de materia
–carbón, sílex, titanio–
me explicaré después por aerolitos,
hablaré desde el agua.
No digo adiós en una piedra,
provisoriamente la dejo desnuda.
Lo que nadie imagina es lo más práctico.
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