MISCELÁNEA
Los tuareg: reflexiones a partir de un
libro de poesía
Isabel Lagarriga Attias*
*Isabel Lagarriga es antropóloga social, invesigadora en el
Instituto Nacional de Antropología e Historia, donde ha sido direc-
tora de etnología y Antropología Social. Autora de varios libros.
Los tuareg son un grupo nómada del norte de África
arrojado por los avatares políticos actuales a un conjunto de refugios situados en los suburbios de algunas
ciudades. Acostumbrados, como estaban, a un trasiego continuo por las arenas del desierto, en un ámbito
de libertad sin ataduras, de pronto se vieron enclaustrados en campamentos de refugio por una rebelión
enraizada en sus propias tradiciones.
El poeta Hawad, nacido en 1950 en el norte de
Agadir, Marruecos, en un campamento de la tribu
Iskaskazen perteneciente a la Federación Kel Air, nos
muestra con singular penetración y en alucinantes imágenes los estados emocionales que surgen entre ellos en
el libro Caravana de la sed, publicado en 2004 por la UAM
Azcapotzalco en su colección Libros del Laberinto.
A través de la lectura de sus poemas se hace evidente cómo cambió radicalmente la vida de estos individuos al separárseles de su trashumancia tradicional. De pronto, su mundo de extensiones ilimitadas se
circunscribió al radio del lugar que se les asignó. Las
palabras de Hawad suscitaron en mí un sentimiento de
opresión, al imaginarme lo que es encontrarse amarrado, perdida la anterior independencia. Así, nos dice:
El exilio me corroe, tallo en la tempestad de la
[duna
Los vértigos, náuseas del destete, me derriban
trapo que el viento agita
en las estacas de los desertados campamentos.
Hawad, quien vive actualmente en Francia, rechaza
el confinamiento sufrido por su pueblo. Reivindica
las tradiciones ancestrales y, al mismo tiempo, destaca
con tonos dramáticos la opresión ahora vivida.
La traducción de este libro por Philippe Chéron y
Jorge Lobillo los hizo acreedores a una mención especial en el Premio de Traducción de Poesía 2004. Los
poemas ahí reproducidos nos permiten asomarnos al
alma de un pueblo llevado a la marginación por el hecho de ofrecer resistencia a un mundo contrario a
sus tradiciones, al no sujetarse a los intereses económicos, a la ambición de los gobiernos y a la aceptación,
a través de los medios de comunicación masiva, de
una especial idea de globalización, por la cual todos
nos convertimos en compradores obsesivos del mismo
tipo de gadgets.
Al hijo del nómada
Cálzate tus sandalias
y estrena la arena
que ningún esclavo ha pisado
Despierta tu alma
y liba los veneros
que ninguna mariposa ha rozado
Extiende tus pensamientos
hacia las vías lácteas
que ningún loco ha osado soñar
Aspira el perfume de las flores
que ninguna aveja ha cortejado
Apártate de las escuelas y los dogmas
Los misterios del silencio
que el viento carda en tus oídos
te besan
Aléjate de los mercados y los hombres
e imagina la feria de las estrellas
donde Orión tiende su espada
donde soríen las Pléyades
en torno a las llamas de la luna
donde ni un fenicio ha dejado sus huellas
Enarbola tu tienda en los horizontes
donde ningún avestruz ha soñado ocultar sus huevos
Hazlo si quieres despertar libre
como un halcón que se cierne en los cielos
la existencia y la nada suspendidas
en sus alas
la vida y la muerte
[• Tomado del libro Caravana de la sed. Hawad, UAM, 2008, p. 59.
Traducción de Philippe Chéron y Jorge Lobillo.]
Los tuareg, nómadas actuales, son resabio de varias épocas: la de la mudanza continua de las bandas
de cazadores recolectores, la posterior del pastoreo,
el comercio y los hábitos guerreros ahora relegados.
Estos pueblos, herederos de las grandes glorias del antiguo imperio árabe, evocan con nostalgia su pasado
de valientes conquistadores e inquebrantables soportadores del ayuno y de la falta de agua durante sus
prolongadas travesías por el desierto.
Al leer los poemas de Hawad, evoqué a mi padre,
médico español interesado en la antropología que trabajó durante ocho años con grupos nómadas del desierto a principios del siglo XX y recopiló interesantes
datos etnográficos sobre ellos, los cuales me llevaron a
apasionarme por sus leyendas y costumbres.
|