Esos años de llevar y traer fotografías, en otras palabras, de ver la fotografía, fueron dando seguridad y
madurez al trabajo de Héctor Vicario; la lectura cuidadosa de las imágenes de otros le ayudó a producir una
obra dotada de características más personales, en la
que fue mostrando el resultado de sus proyectos más
representativos: “Los otros veracruzanos”, que dio por
resultado algunas de las fotografías más hermosas de la
vida indígena local y es testimonio de un universo que
la “modernidad” se ha empeñado en desaparecer; “Laguna Verde NO”, que documenta la respuesta popular
ante la decisión autoritaria de la construcción y puesta
en funcionamiento de la primera nucleoeléctrica de
México; “El neocardenismo”, amplia documentación
del movimiento popular por la democracia electoral
en el país, que en Veracruz alcanzó a impactar grandes sectores populares; “Naturaleza ¿muerta?”, cuestionamientos respecto a la relación destructiva que
hemos establecido con nuestro entorno, y “Levantamiento zapatista indígena de Chiapas”, trabajo donde
registró algunas de las presencias de la dirigencia del
movimiento, aunque centró su interés en la forma de
interacción de los grupos indígenas en lucha con los
sectores populares urbanos, tanto en las comunidades
chiapanecas como en las giras que los zapatistas hicieron por los estados.
Muchas de las fotos de estos últimos proyectos hubieran podido ocupar las primeras páginas de los diarios, pero Vicario podría ser el mejor exponente de un
fotoperiodista sin periódico. Ante esta circunstancia,
él resuelve el conflicto de la siguiente manera: si bien
las imágenes son el testimonio de eventos concretos y
absolutamente reconocibles (se refieren a un hecho
pero de ninguna manera pretende que lo sustituyan),
lo trasciende y lo transforma en la representación de
una causa, de un compromiso, de una lucha social, no
como un acto épico sino como una metáfora con un
valor mas ético que político. A su fotografía la dota
de fuerza y elegancia y la construye de tal manera que
cuando decide imprimirla es porque sabe que merece
la pared de una galería.
Ya en plena madurez, Vicario ha incursionado en
el paisaje, en el desnudo. Otro género al que ha dedi-
cado parte de su trabajo es el retrato; de este último
se presentan aquí algunas fotografías que registran a
personajes de la vida artística y cultural veracruzana,
con algunos de los cuales ha compartido intereses y
proyectos que, sin lugar a dudas, son prueba de lo mu-
cho y bueno que se produce en estas tierras.
Por todo esto, es más que bienvenida la publicación
de esta faceta de su trabajo en La Palabra y el Hombre.
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