Mientras
México avanza a un ritmo más lento que Estados Unidos,
hablando en términos de estilo de vida, metrópolis como
la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey están creciendo
y avanzando más rápidamente.
Esto tiene un interés particular en la luz de los estudios
realizados recientemente por las Organización de las Naciones
Unidas, los cuales afirman que en el 2007, por primera vez en la historia,
la mayoría de la gente en el mundo vivirá en ciudades.
Las ciudades que se encuentran en todo el mundo, son conocidas por
sus ajetreados estilos de vida. En contraste, las provincias tienen
como característica principal una ética dual que incluye
una mayor tranquilidad y la urbanidad. En poco tiempo, el 50 por ciento
de nosotros comenzará a vivir en áreas urbanas y desde
este punto acelerar el ritmo de nuestras vidas, esto nos obliga a
preguntarnos: ¿Es esto una necesidad por apresurarse?.
Mientras la obtención de este hecho fomentó la mentalidad
de que la mayoría de las ciudades podían basarse en
la productividad de negocios del ayer, el progreso acelerado
lleva consigo un precio muy alto. Esto puede afectar nuestra salud.
La velocidad y la eficiencia no son sinónimas. ¿Realmente
estamos en mejores condiciones, en un mundo donde todo el movimiento
ha cambiado su ritmo de vida para hacerlo más rápido?
Esto me hace pensar en una historia: un hombre joven buscado por ser
muy competente en Karate, fue al Oriente en busca de un maestro. Cuando
lo encuentra en alguna zona obscura, él le pregunta al venerable
maestro que cuánto tiempo le tomaría llegar a ser un
experto en artes marciales: Practica cuatro horas al día
durante cinco años y así habrás logrado un buen
nivel de competencia dijo el maestro.
El estudiante se quedó pensando y dijo yo practicaré
ocho horas al día, entonces ¿cuánto tiempo me
llevará? En ese caso, continuó el maestro,
te llevará 10 años.
Las ciudades tienen sus beneficios y atracciones. Las provincias tienen
su romance. En cualquiera de los dos casos, nosotros necesitamos sincronizar
nuestras vidas realistamente. Quizás, un poco menos de velocidad
en la ciudad, y un poco más en áreas rurales sería
lo adecuado.
* UniVerso publica artículos en inglés
y su traducción al español en la edición siguiente.
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