Año 3 • No. 144 • junio 14 de 2004 Xalapa • Veracruz • México
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  Al rescate de la literatura
Eróstrato

Irán Mendoza Cárdenas (Facultad de Idiomas)
Cada texto de Sartre es un reporte de observación del comportamiento humano. En Eróstrato, el autor plasma desde el comienzo la principal característica psicológica del personaje central bajo la cual se rigen la mayoría de sus actos: el deseo de asir una superioridad que, además de ser falsa, lo excluye de la sociedad.

Paul Hilbert –el protagonista– es un hombre solitario de 33 años que nos dice desde el principio del relato que: “A los hombres hay que mirarlos desde arriba”, lo que pone de manifiesto su deseo de ser superior.

La superioridad que buscaba en un principio era moral; sabía perfectamente que: “Es necesario apuntalar las superioridades morales con símbolos materiales”; al darse cuenta que sería difícil apuntalar algo que no poseía, se vuelve un voyeurista que, a diferencia de otros, siempre hallaba en la gente algún gesto o modal que la hiciera repugnante ante sus ojos.

El tipo es una especie de anarquista mal acuñado –más bien un humano torpe– que si bien busca la grandeza (por cualquier medio) no logra asirla completamente y cuando lo hace, es por mero accidente. Este personaje, a diferencia de Krukinov (de “El viajero de primera” de Chéjov), desea poseer la gloria del modo más nefasto que se puede imaginar (a través de lo caótico y malvado); sin embargo, a pesar de lo accidentado de las circunstancias, finalmente la consigue. Caso totalmente diferente al de Krukinov quien sí hace lo indispensable para atrapar la gloria y la fama pero que permanece anónimo. Aparentemente Paul es frío y calculador y en otras ocasiones parece ser un enfermo mental; sin embargo, al final de relato nos damos cuenta que es más bien torpe y cobarde.

La narración es por demás excelente. En este texto, Sartre nos expone dos realidades humanas: el sentimiento de superioridad –en ocasiones ridículo (completamente diferente de aquél del que habla Nietzsche en El anticristo)- de los seres humanos y las convenciones sociales que nos otorgan la aceptación o el rechazo, la gloria o el anonimato. También nos muestra a través de Hilbert que en verdad: “Un crimen corta en dos la vida de quien lo comete” y que a veces es inútil planear las cosas para bien o para mal; pues, aun organizando todo para conseguir lo que queremos, siempre habrá algo fuera de nuestro alcance. Aunque probablemente ese cambio de planes nos lleve a alcanzar nuestro fin de manera accidentada.

El muro. Sartre, Jean Paul. Editorial Época, novena edición, México, DF, 2002. 292 Págs.