Incluso para el propio Richard ONeal, director de Jarocho,
presentar el espectáculo en este cálido rincón
donde hacen su nido las olas del mar fue algo realmente especial,
porque significa estar en la casa del espectáculo, donde todo
nació.
Presentar una nueva visión de la cultura veracruzana aquí,
en una nueva interpretación, lo hace muy especial. Estuve muy
emocionado por presentarnos en Veracruz. Nos encantó estar
en la ciudad de México y Guanajuato, pero ahora, finalmente,
estar en Veracruz es un gran esfuerzo que se concretó.
El boletaje se había agotado en las taquillas varias horas
antes de la primera de las dos presentaciones que el propio compositor
de la música del espectáculo, Luis Leñero Elu,
consideró como la prueba de fuego. En una noche limpia y calurosa,
típica del verano jarocho, el escenario montado en el WTC de
Boca del Río recibió a la audiencia con un gigantesco
paliacate rojo y silencioso al frente del plató. En la oscuridad
del centro mundial de comercio, la música y algunos hasta espectáculo
por venir, confundidos entre la oscuridad del escenario y el velo
que formaba aquel enorme paliacate.
Detrás de una voz que recita Sonamos, percutimos el tambor
de la tierra surge una nueva generación de jarochos,
orgullosos, altivos, con un cierto aire marcial, que renuevan la estética
tradicional de la indumentaria jarocha y se enfundan en terciopelo
negro y transparencia, zapateando un coro de percusiones dirigido
por la orquesta que mezcla los sonidos del arpa, la jarana, la batería,
el bajo, los sintetizadores, la música electrónica y
la guitarra eléctrica. El discurso del espectáculo quedaba
claro.
Vino el Colás, a manera de revisita a la tradición
y que fue coreado por una buena parte de la audiencia, pero que no
deja de incorporar sonidos modernos a la herencia cultural veracruzana,
y luego el son de La Bruja transformado en una combinación
de danza contemporánea y sonidos etéreos que refuerzan
el tono sombrío del cortejo narrado por siglos en esta tradicional
pieza, en medio de un escenario azul y frío en el que destellan
veladoras portadas por un aquelarre de hermosas hechiceras que zapatean
alrededor de los solistas.
Enseguida, los músicos del espectáculo ofrecieron un
paseo por la cuenca del Papaloapan en esta tradicional pieza, en medio
de un escenario azul y frío en el que destellan veladoras portadas
por un aquelarre de hermosas hechiceras que zapatean alrededor de
los solistas.
Enseguida, los músicos del espectáculo ofrecieron un
paseo por la cuenca del Papaloapan en armonías y tiempos de
jazz y que cedió su turno a la sangre negra que habita en la
cultura veracruzana. Raíces trajo al escenario el orgullo negro
de la raza jarocha en una mezcla de santería, música
electrónica y movimientos frenéticos que resulta escénicamente
lo más violento del espectáculo.
El baterista se enfrascó enseguida en un duelo de percusiones
contra zapateado con un bailarín solista en la pieza titulada
Ritmo y, a pesar de que el número de bailarines que aparecieron
en escena para zapatear lo dejaron en seria desventaja, la audiencia
no pudo asegurar en qué momento la camorra se convirtió
en comparsa de entarimados y tambores. El frenesí de este acto
se relajó en el siguiente cuadro, un lamento de arpa y flauta
titulado La Sirena. El espectáculo se fue al intermedio
en medio de un Fandango convocado en el escenario por bailarines que
cortejaron a sus parejas y que siguieron las claves del son estilizado
y moderno, las voces de Leonora Espinosa y Mesezabeel Merari en cada
una de las funciones, respectivamente.
El lobby del WTC se contagió de murmullos y sonrisas antes
de regresar al recinto para abordar un pasaje de la música
mexicana más famosa en el mundo replanteada ya en ritmos de
bebop, rock y arreglos sinfónicos. Vinieron la revisita al
danzón y la presencia de la herencia española a través
del flamenco. La solista María Juncal llevó al extremo
la técnica del zapateado perseguida por los beats de la música
electrónica y el vértigo de la guitarra española
en uno de los cuadros más aplaudidos del espectáculo.
En más de una ocasión, los Olé rompieron
el silencio de los espectadores.
En los siguientes cuadros, Jarocho trajo de vuelta la tradición
de la Cuenca del Papaloapan y la del son nacido en los malecones de
la Habana y Veracruz. Con la Malagueña regresó al escenario
la herencia ibérica en una fusión de danza contemporánea
ejecutada con melancolía ejecutados en solos emotivos de voz
y danza, combinados en el escenario por una escenografía casi
minimalista y plena de profunda nostalgia.
A medio camino ente el rock, la música electrónica y
el son, el escenario recibió al mismo tiempo el zapateado de
la tradición y la modernidad, mientras la nueva sangre jarocha
que el espectáculo había propuesto en el primero de
los actos comulgó en la tarima con los jarochos clásicos.
Y de ahí, al canto de Veracruz al mundo: La Bamba
convocó al público y a los bailarines en medio de matices
que fueron del arpa a la música electrónica, al son
estilizado, el flamenco, la salsa, el jazz y la jarana para recibir
al grueso del elenco y despedirse de dos noches que recibieron al
espectáculo en el seno de la cultura veracruzana y perderse
en la cálida noche del puerto. Al menos hasta que, como vaticinó
Leñero, un día hasta esas playas lejanas tenga que volver.
Coincide
el elenco en festejar la presentación en Veracruz
La bailaora María Juncal, además de llevarse de las
más arrebatadas ovaciones de ambas noches, aseguró
que antes de la presentación la verdad que tenía
impaciencia por ver cómo reaccionaba el público con
Jarocho; mi parte, como es flamenca, está un poco a salvo,
pero creo que ha resuelto bastante bien Jarocho en Veracruz,
mientras que Luis Leñero, compositor de la música
del espectáculo, aceptó que era como una prueba
de fuego, un lugar donde teníamos que estar y en el que,
de cierta manera, necesitábamos que nos avalara el público
del puerto, pero creo que fue bueno y que pasamos la prueba.
Sin embargo, la orgullosa entrega de los jarochos porteños
disipó desde la primera de las dos noches cualquier duda
generada en torno a la aceptación del espectáculo
en el puerto de Veracruz: Estoy feliz, la respuesta (de la
audiencia) fue muy buena, creo que el público disfrutó
el espectáculo y parecían felices. Mucha gente estaba
bailando cerca del final del espectáculo y cantaron apasionadamente
en actos como La Bruja, El Torito, El Colás
y, por supuesto, La Bamba, expresó ONeal
al final de la noche del domingo.
En 16 actos plenos de historia, tradición, colores, danza
y música veracruzana interpretados bajo una estética
contemporánea que ha despertado expectación alrededor
del espectáculo, Jarocho contagió a la audiencia
de garbo y alegría veracruzana: «La gente estaba bastante
contenta, orgullosa de ver un proyecto así, la vi bastante
bien, ligera, prendida y alegre», comentó Leñero
Elu, mientras que María Juncal explicó que Jarocho
ha tenido mucho éxito y eso me hace feliz como parte del
espectáculo que soy, creo que ha sido un buen resultado y
el público se ha ido contento.
Porteños
elogian a Jarocho
Después de dos presentaciones en el WTC la audiencia porteña
brindó una orgullosa y sentida bienvenida a Jarocho, pues
lo acogió como portavoz del canto veracruzano al mundo y
lo festejó en una de sus noches características de
estrellas, palmera y mujer.
Durante su presentación de gala en el Puerto, el gobernador
del estado, Miguel Alemán Velazco, comentó a los medios
que el espectáculo refleja una faceta de todos los
veracruzanos. La música la traemos todos en el alma; las
costumbres indican nuestras tres raíces: la indígena,
la negra y la europea. Yo sé zapatear; a todos los veracruzanos
desde chiquitos no enseñan.
En
los pasillos del WTC, la audiencia veracruzana coincidió
en afirmar que el espectáculo reafirma con orgullo la identidad
jarocha: Muy hermoso, muy bonito, refleja lo que es la cultura
jarocha. Nos impulsa tanto para que nos conozcan fuera de aquí,
como para que nosotros desarrollemos con más interés
nuestra cultura netamente veracruzana, aseguró Pastor
Hilario Huerta.
Es un espectáculo al nivel de los mejores del mundo,
es algo de lo que debemos estar muy orgullosos porque demuestra
al mundo lo que tenemos en nuestra cultura.
Refleja nuestra identidad desde el momento en que está combinando
todos los elementos que hacen la danza veracruzana, lo antillano,
lo español, lo cubano, todas las influencias que tiene nuestra
danza y nuestra música. Si fuera tradicionalista, tal vez
no despertaría tanto interés: Gregorio Chedraui.
Me pareció fabuloso, uno de los espectáculos
más bellos que he visto, además de que presenta una
transformación muy especial. Creo que vale la pena que se
hayan metamorfoseado nuestras tradiciones, me parece brutal que
hayamos podido transformar lo clásico jarocho en una evolución
que demuestra su calidad y por su sola belleza: Moisés
Avendaño.
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