Año 4 • No. 149 • agosto 31 de 2004 Xalapa • Veracruz • México
Publicación Semanal


 Páginas Centrales

 Información General

 Información Social


 Arte Universitario

 
Halcones en Vuelo

 Contraportada


Créditos

   Bienvenido a casa, Jarocho
Gina Sotelo
Con el cálido abrazo de más de tres mil porteños y de una enorme luna de plata que brillaba sobre el mar, el espectáculo Jarocho se confirmó este fin de semana orgullosamente rumbero y jarocho, trovador de veras, en el Puerto de Veracruz, donde su historia comenzó allende el tiempo.

En apenas dos noches, la coproducción de la UV y Gobierno del Estado consiguió la adopción de los veracruzanos porteños y silenció con un diluvio contemporáneo de estrellas, ritmo y mujer las expectativas generadas acerca de su forzosamente postergado debut en el hogar de la cultura veracruzana.
Incluso para el propio Richard O’Neal, director de Jarocho, presentar el espectáculo en este cálido rincón donde hacen su nido las olas del mar fue algo “realmente especial, porque significa estar en la casa del espectáculo, donde todo nació.

Presentar una nueva visión de la cultura veracruzana aquí, en una nueva interpretación, lo hace muy especial. Estuve muy emocionado por presentarnos en Veracruz. Nos encantó estar en la ciudad de México y Guanajuato, pero ahora, finalmente, estar en Veracruz es un gran esfuerzo que se concretó”.

El boletaje se había agotado en las taquillas varias horas antes de la primera de las dos presentaciones que el propio compositor de la música del espectáculo, Luis Leñero Elu, consideró como la prueba de fuego. En una noche limpia y calurosa, típica del verano jarocho, el escenario montado en el WTC de Boca del Río recibió a la audiencia con un gigantesco paliacate rojo y silencioso al frente del plató. En la oscuridad del centro mundial de comercio, la música y algunos hasta espectáculo por venir, confundidos entre la oscuridad del escenario y el velo que formaba aquel enorme paliacate.

Detrás de una voz que recita “Sonamos, percutimos el tambor de la tierra” surge una nueva generación de jarochos, orgullosos, altivos, con un cierto aire marcial, que renuevan la estética tradicional de la indumentaria jarocha y se enfundan en terciopelo negro y transparencia, zapateando un coro de percusiones dirigido por la orquesta que mezcla los sonidos del arpa, la jarana, la batería, el bajo, los sintetizadores, la música electrónica y la guitarra eléctrica. El discurso del espectáculo quedaba claro.

Vino el Colás, a manera de revisita a la tradición y que fue coreado por una buena parte de la audiencia, pero que no deja de incorporar sonidos modernos a la herencia cultural veracruzana, y luego el son de La Bruja transformado en una combinación de danza contemporánea y sonidos etéreos que refuerzan el tono sombrío del cortejo narrado por siglos en esta tradicional pieza, en medio de un escenario azul y frío en el que destellan veladoras portadas por un aquelarre de hermosas hechiceras que zapatean alrededor de los solistas.

Enseguida, los músicos del espectáculo ofrecieron un paseo por la cuenca del Papaloapan en esta tradicional pieza, en medio de un escenario azul y frío en el que destellan veladoras portadas por un aquelarre de hermosas hechiceras que zapatean alrededor de los solistas.

Enseguida, los músicos del espectáculo ofrecieron un paseo por la cuenca del Papaloapan en armonías y tiempos de jazz y que cedió su turno a la sangre negra que habita en la cultura veracruzana. Raíces trajo al escenario el orgullo negro de la raza jarocha en una mezcla de santería, música electrónica y movimientos frenéticos que resulta escénicamente lo más violento del espectáculo.

El baterista se enfrascó enseguida en un duelo de percusiones contra zapateado con un bailarín solista en la pieza titulada Ritmo y, a pesar de que el número de bailarines que aparecieron en escena para zapatear lo dejaron en seria desventaja, la audiencia no pudo asegurar en qué momento la camorra se convirtió en comparsa de entarimados y tambores. El frenesí de este acto se relajó en el siguiente cuadro, un lamento de arpa y flauta titulado La Sirena. El espectáculo se fue al intermedio en medio de un Fandango convocado en el escenario por bailarines que cortejaron a sus parejas y que siguieron las claves del son estilizado y moderno, las voces de Leonora Espinosa y Mesezabeel Merari en cada una de las funciones, respectivamente.

El lobby del WTC se contagió de murmullos y sonrisas antes de regresar al recinto para abordar un pasaje de la música mexicana más famosa en el mundo replanteada ya en ritmos de bebop, rock y arreglos sinfónicos. Vinieron la revisita al danzón y la presencia de la herencia española a través del flamenco. La solista María Juncal llevó al extremo la técnica del zapateado perseguida por los beats de la música electrónica y el vértigo de la guitarra española en uno de los cuadros más aplaudidos del espectáculo. En más de una ocasión, los “Olé” rompieron el silencio de los espectadores.

En los siguientes cuadros, Jarocho trajo de vuelta la tradición de la Cuenca del Papaloapan y la del son nacido en los malecones de la Habana y Veracruz. Con la Malagueña regresó al escenario la herencia ibérica en una fusión de danza contemporánea ejecutada con melancolía ejecutados en solos emotivos de voz y danza, combinados en el escenario por una escenografía casi minimalista y plena de profunda nostalgia.

A medio camino ente el rock, la música electrónica y el son, el escenario recibió al mismo tiempo el zapateado de la tradición y la modernidad, mientras la nueva sangre jarocha que el espectáculo había propuesto en el primero de los actos comulgó en la tarima con los jarochos clásicos.

Y de ahí, al canto de Veracruz al mundo: La Bamba convocó al público y a los bailarines en medio de matices que fueron del arpa a la música electrónica, al son estilizado, el flamenco, la salsa, el jazz y la jarana para recibir al grueso del elenco y despedirse de dos noches que recibieron al espectáculo en el seno de la cultura veracruzana y perderse en la cálida noche del puerto. Al menos hasta que, como vaticinó Leñero, un día hasta esas playas lejanas tenga que volver.

Coincide el elenco en festejar la presentación en Veracruz
La bailaora María Juncal, además de llevarse de las más arrebatadas ovaciones de ambas noches, aseguró que antes de la presentación “la verdad que tenía impaciencia por ver cómo reaccionaba el público con Jarocho; mi parte, como es flamenca, está un poco a salvo, pero creo que ha resuelto bastante bien Jarocho en Veracruz”, mientras que Luis Leñero, compositor de la música del espectáculo, aceptó que “era como una prueba de fuego, un lugar donde teníamos que estar y en el que, de cierta manera, necesitábamos que nos avalara el público del puerto, pero creo que fue bueno y que pasamos la prueba”.

Sin embargo, la orgullosa entrega de los jarochos porteños disipó desde la primera de las dos noches cualquier duda generada en torno a la aceptación del espectáculo en el puerto de Veracruz: “Estoy feliz, la respuesta (de la audiencia) fue muy buena, creo que el público disfrutó el espectáculo y parecían felices. Mucha gente estaba bailando cerca del final del espectáculo y cantaron apasionadamente en actos como La Bruja, El Torito, El Colás y, por supuesto, La Bamba”, expresó O’Neal al final de la noche del domingo.

En 16 actos plenos de historia, tradición, colores, danza y música veracruzana interpretados bajo una estética contemporánea que ha despertado expectación alrededor del espectáculo, Jarocho contagió a la audiencia de garbo y alegría veracruzana: «La gente estaba bastante contenta, orgullosa de ver un proyecto así, la vi bastante bien, ligera, prendida y alegre», comentó Leñero Elu, mientras que María Juncal explicó que “Jarocho ha tenido mucho éxito y eso me hace feliz como parte del espectáculo que soy, creo que ha sido un buen resultado y el público se ha ido contento”.

Porteños elogian a Jarocho
Después de dos presentaciones en el WTC la audiencia porteña brindó una orgullosa y sentida bienvenida a Jarocho, pues lo acogió como portavoz del canto veracruzano al mundo y lo festejó en una de sus noches características de estrellas, palmera y mujer.

Durante su presentación de gala en el Puerto, el gobernador del estado, Miguel Alemán Velazco, comentó a los medios que el espectáculo refleja “una faceta de todos los veracruzanos. La música la traemos todos en el alma; las costumbres indican nuestras tres raíces: la indígena, la negra y la europea. Yo sé zapatear; a todos los veracruzanos desde chiquitos no enseñan”.

E
n los pasillos del WTC, la audiencia veracruzana coincidió en afirmar que el espectáculo reafirma con orgullo la identidad jarocha: “Muy hermoso, muy bonito, refleja lo que es la cultura jarocha. Nos impulsa tanto para que nos conozcan fuera de aquí, como para que nosotros desarrollemos con más interés nuestra cultura netamente veracruzana”, aseguró Pastor Hilario Huerta.

“Es un espectáculo al nivel de los mejores del mundo, es algo de lo que debemos estar muy orgullosos porque demuestra al mundo lo que tenemos en nuestra cultura.
Refleja nuestra identidad desde el momento en que está combinando todos los elementos que hacen la danza veracruzana, lo antillano, lo español, lo cubano, todas las influencias que tiene nuestra danza y nuestra música. Si fuera tradicionalista, tal vez no despertaría tanto interés”: Gregorio Chedraui.

“Me pareció fabuloso, uno de los espectáculos más bellos que he visto, además de que presenta una transformación muy especial. Creo que vale la pena que se hayan metamorfoseado nuestras tradiciones, me parece brutal que hayamos podido transformar lo clásico jarocho en una evolución que demuestra su calidad y por su sola belleza”: Moisés Avendaño.