Para
todos los amantes de la prosa del extraordinario escritor Sergio
Pitol, el Fondo de Cultura Económica lanzó sus Obras
reunidas en dos tomos, los cuales fueron presentados por
el propio autor en la Feria Internacional del Libro Universitario
(FILU) 2004.
El primer volumen de estas obras contiene las novelas El tañido
de una flauta (1972) y Juegos florales (1982). Para
referirse a este tomo, el escritor Mauricio Montiel comentó
que las dos obras contenidas tienen en común que se centran
en el fracaso, son inquisitivas y los personajes, además
de no tener nombre, son viajeros y se ven envueltos en una tensión
entre la ficción y la realidad.
En el segundo volumen están los textos El desfile del
amor, Domar a la divina garza y La vida conyugal.
Al trío lo describe una atinada cita de Pitol: “Es
la terrible fuerza de la invención”, de acuerdo con
lo expresado por Elizabeth Corral, otra de las presentadoras de
la obra, quien comentó que la característica de
estas obras es la jocosidad con la que fueron escritas por el
autor, nacido en 1933 y radicado desde hace ya varios años
en la capital del estado veracruzano.
La participación de Sergio Pitol fue todo un regalo para
el público asistente al pabellón central del Recinto
Ferial, pues dio lectura a un sueño que tuvo el 2 de julio
de 1993. En el sueño Pitol se encuentra en una casa de
campo en una región imprecisa de Italia, en la que mientras
ofrece una cena vive una terrible angustia porque un estudiante
y él mismo son sospechosos de un infanticidio.
Aquí, un fragmento del texto leído por Sergio Pitol
en la presentación de sus Obras reunidas: “...Por
la puerta de la cocina aparecen dos hombres y se colocan ante
las otras dos ventanas. De repente el salón está
lleno de hombres y mujeres vociferantes, entre ellos el jardinero
y la cocinera. Llevan cuchillos, garrotes y cuerdas en las manos.
Forman un círculo siniestro en torno de nosotros. El muchacho
se levanta empavorecido, intenta huir y entre todos lo sujetan
y lo sacan del lugar. Les explico a mis invitados los antecedentes,
el niño asesinado, su descubrimiento.
”Insisto en que las pruebas apoyan definitivamente la inocencia
del muchacho, no acabo de hablar cuando llega del huerto un grito
atroz, todos permanecemos sobrecogidos, en silencio, la ejecución
ha tenido lugar. La cocinera, el jardinero y un hombre al que
desconozco hacen su aparición y sin decir palabras se retiran
a la cocina. Hay sangre en sus manos y en su ropa.
”...La conversación iniciada con tanto brío
va amortiguándose, los invitados se examinan, se escrutan,
hacen preguntas capciosas, la sospecha de que en la mesa se encuentre
el asesino de un niño se vuelve general. Me aterra que
alguien pueda sospechar de mí, podría yo argüir
todas las pruebas del mundo para certificar mi inocencia, pero
¿de qué servirían? También el estudiante
tenía pruebas y ellas no lo libraron de ser ejecutado.
Se intensifica la angustia… No logro despertar”.