La
información requiere de un adecuado plan organizativo para
hacerlo llegar a la sociedad. En lo referente a las bibliotecas
no es asunto sólo de contar con ellas, es necesario planificar
su funcionamiento para que el cúmulo de información
contenido en ellas pueda hacerse extensivo al grueso de la población.
Sobre este tema de la sociedad del conocimiento y su relación
con las bibliotecas habló Margarita Almada, adscrita al Centro
Universitario de Investigaciones Bibliotecarias, en conferencia
ofrecida en la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información
(USBI), como parte de las jornadas correspondientes a la Feria Internacional
de Libro Universitario (FILU) 2004, que organizó la Universidad
Veracruzana.
La académica de la Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM) remarcó la importancia de las bibliotecas:
“No son sólo la estantería o el edificio; es
la cantidad de información que contienen y, aún más
importante, su capacidad para organizarla”.
Para ejemplificar la trascendencia de quienes organizan las bibliotecas
comentó el caso de un profesor de Inglaterra: “Un hombre
a la vieja imagen de los bibliotecólogos, de saco raído
y aspecto descuidado, lo cual indicaba que poco le importaba el
mundo que se movía en torno suyo. Pero los funcionarios de
Microsoft se lo llevaron a Estados Unidos con el propósito
de que organizara la información en la Internet. De ello
se desprende que la gente de las bibliotecas comunes, los bibliotecólogos,
han sido el motor organizador del universo de información
en la red. No es suficiente, entonces, con tener a la mano la información.
Si no se organiza y distribuye adecuadamente, de poco nos servirá”.
Después de mencionar que una biblioteca, la que sea, requiere
de personal altamente especializado y capacitado, Almada hizo hincapié
en que no se han logrado explicitar aún los planes de programas
para la cultura, tendiente ello a la distribución de recursos
que, para la cultura, son siempre limitados.
Sobre ello afirmó: “Se requiere de una política
de información explícita para que una parte del pastel
presupuestario oficial se nos haga llegar, aunque estemos cansados
de demostrar que deseamos hacer que se vincule indisolublemente
con los propósitos políticos: una educación
para aprender a hacer, pero también para aprender a ser”.
Al comentar en torno de la estructura necesaria para poner en movimiento
la información, la invitada mencionó que el problema
no se concreta a sólo conseguir los recursos; también
es necesario planear cómo distribuir los mismos.
Hizo referencia a un estudio que desde la década de los 70
ilustra esta circunstancia: “En la UNAM, desde entonces advertimos
que si se gasta un peso en la compra de un libro, se requieren de
cuatro pesos más para moverlo y hacerlo circular entre la
comunidad estudiantil”.
Añadió que la sociedad del conocimiento y las bibliotecas
son un binomio inseparable; evolucionan de la mano y a la par. “En
este siglo XXI hemos llegado al punto en que la gestión del
conocimiento se convierte en una herramienta necesaria.
“El término ‘gestión’, anteriormente
inaplicable en asuntos de bibliotecología, ahora incorpora
la administración y dirección. La gestoría
surge entonces como una subdisciplina del conocimiento y convierte
los activos de la información en una nueva fuerza que nos
permite transportarlo a otros lugares y hacia otros niveles de la
sociedad. En esto no cabe la discriminación. Nadie debe negarse
a llevar el conocimiento hacia las etnias indígenas, a crear
una biblioteca en los barrios pobres, las zonas marginadas o rurales
y las sierras de difícil acceso”.
Al comentar en torno de la Internet y las facilidades que
presenta para acceder a la información, Margarita Almada
mencionó que “los mejores lectores de libros tienden
a ser los mejores lectores en Internet. Fuera de las faltas
de ortografía que supone el intercambio de mensajes escritos
o las dificultades para interpretar los textos más redactados,
finalmente se trata de información procedente de gente que
habla el mismo idioma y comprende perfectamente los códigos
de información y comunicación”.
No escatimó mención para la Universidad Veracruzana
y “al magnífico documental que vi durante el III Informe
de Labores del Rector de la UV, en que se anota la labor de la institución
en función de su mejor distribución del conocimiento.
Ningún país puede progresar sin bibliotecas ni puede
aspirar a ubicarse en el concierto de las naciones que construyen
sus sociedades de conocimiento sin una sólida infraestructura
educativa, académica, social y económica”.
A manera de invitación concluyó: “Dejemos, pues,
de ahogarnos en información y comencemos a saciar nuestras
necesidades cognoscitivas para nuestro bien y para el bien de una
convivencia armoniosa y justa para todos”. |