Año 5 • No. 196  • Octubre 12 de 2005 Xalapa • Veracruz • México
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  Sandra Rodríguez presentó Luz en resquicio
La expresión corporal provee
al bailarín de fortaleza humana
Alma Espinosa
A través de la expresión corporal la estimulación de las emociones no escapa al encuentro humano que se produce entre espectadores y bailarines en el escenario. La integración de lo afectivo por medio del movimiento facilita la aparición de vínculos sinceros entre estos dos protagonistas. Así, la danza favorece la capacidad de abrir la propia vida y provee al ejecutante de fortaleza ante los cambios que se producen en la vida.

Sandra Rodríguez.

Seis años de disciplina corporal constante cambiaron la vida de Sandra Rodríguez y la consagraron como bailarina. Egresada de la carrera de Danza de la Universidad Veracruzana debutó de manera profesional en uno de los escenarios que ha dado cabida a centenares de manifestaciones artísticas de todo el orbe, el Teatro del Estado, donde brilló intensamente y demostró su pulcro arte dancístico durante la función Luz en resquicio.

Como parte de las actividades de los 30 años de vida de la Facultad de Danza, a manera de examen profesional para Sandra y la primera presentación del grupo Danza UV, antes Prácticas Escénicas, el pasado miércoles se realizó en la sala chica la presentación de cinco coreografías, en las que estudiantes de la Facultad ofrecieron lo mejor de su interpretación.

Bajo la dirección de David Barrón, coreógrafo invitado de la Universidad de Sonora, la pieza Luz en resquicio fue creada y musicalizada especialmente para Sandra Rodríguez.

La pieza refleja –señaló Barrón– una especie de metamorfosis, en la que dejas una cosa, en este caso la escuela, para pasar a otro ambiente. “Es como descubrirte poco a poco que eres otro, que no eres la persona que pensaste que ibas a ser cuando terminara el ciclo escolar. Te das cuenta que lo que piensas alcanzar está lejano y por ello estás temeroso”.

Indudablemente el vestuario fue un elemento fundamental para trasmitir ese sentimiento, por lo que se ideó una serie de capas que van descubriendo que debajo existe otra cosa, como un cambio de piel.


Sandra Rodríguez.
David Barrón afirmó que Sandra Rodríguez es “una excelente bailarina y puede llegar a ser una de las mejores de México, ya que tiene una capacidad física impresionante. Su interpretación es muy sutil, es alguien que expresa con el cuerpo más que con al cara, es muy clara, técnicamente es muy pulcra y de una energía impresionante; al mismo tiempo, integra todo el movimiento para generar sensaciones. Creo que puede desarrollar mucho más”.

La otra pieza del sonorense fue Bleu (Recuerdo diluido). Bajo un ambiente melancólico salieron a flote el recuerdo y las imágenes que surgen al recordar momentos agradables y que ahora ya no suceden. Con la pieza romántica de piano de finales del siglo XIX, Preludio, fuga y variación de César Frank, interpretada por Alberto Cruz Prieto, se logró redondear el ambiente.