El
riñón es un órgano vital del ser humano que,
a diferencia de otros, no es posible rehabilitar con tratamientos
médicos, pues una vez que ha empezado a mostrar alguna disfunción
su deterioro termina por ser total, aseguró Benjamín
Castro Miranda, médico y académico de la Universidad
Veracruzana.
Cada año se registran 100 nuevos casos de insuficiencia renal
por cada millón de habitantes, es decir, dos mil nuevos casos
al año tan sólo en México, lo que convierte
a este padecimiento en un problema de salud pública, dijo
a propósito de este tema que se analizará del 10 al
12 de noviembre en el Primer Congreso Nacional de Medicina Interna,
en la UV.
Castro Miranda aseguró que para Veracruz este problema es
mayor, pues tiene uno de los más altos índices de
diabetes, que es la principal causa de insuficiencia renal: “eso
augura en algunos años más casos de disfunciones renales
entre los veracruzanos”.
Explicó que una vez que el riñón ha empezado
a presentar disfunciones es seguro que terminará por dejar
de funcionar, ante lo cual la ciencia médica sólo
tiene tres opciones de terapias alternativas que sustituyen o llevan
a cabo las funciones que antes realizaban los riñones: la
diálisis, la hemodiálisis o el trasplante renal.
Como médico, Castro Miranda alertó a la población
sobre las implicaciones de este padecimiento, pues no sólo
trae consecuencias en la salud sino en la economía familiar:
“la diálisis y la hemodiálisis cuestan en promedio
100 mil pesos por año, lo que representa ya de por sí
un problema para muchas familias, sobre todo para aquellas que no
cuentan con seguridad social”.
Además, estos tratamientos alternativos de la función
renal requieren grandes cuidados: “Con la diálisis
el paciente tiene que hacerse su terapia diariamente, con un alto
riesgo de tener una infección renal”.
Por si fuera poco, el paciente tiene que tomar medicamentos para
la presión y sustancias como la editoproyetina, una sustancia
que los riñones generan en condiciones normales y que es
necesaria para la producción de sangre, que ya se encuentra
disponible en un excipiente médico que se aplica en forma
de inyección.
Aunque las insuficiencias de los riñones no se caracterizan
por ser dolorosas en el propio órgano renal, tienen otros
síntomas que sí son evidentes y que pueden ser los
focos rojos de este padecimiento, entre ellos anemia, náuseas,
diarreas, vómito o retención de líquidos, síntomas
que igual se presentan en niños que en adultos en etapa senil.
“Si están dañados los riñones no nos
van a doler, pero nos van a provocar una serie de padecimientos
alternativos que terminarán por minar gravemente nuestra
salud”.
El médico universitario reconoció que existen múltiples
causas que pueden afectar al sistema renal, desde enfermedades inmunológicas
y congénitas (propias del riñón) hasta la ingesta
de medicamentos tóxicos, aunque insistió que la principal
causa es la diabetes, así como la hipertensión, enfermedades
que afectan la capacidad de riñón de eliminar y filtrar
sustancias nocivas para el cuerpo humano.
“Si nuestra primera causa es la diabetes hay que procurar
no hacernos diabéticos”, por lo que recomendó
a la población aumentar los cuidados con respecto a este
órgano vital: llevar el peso adecuado de acuerdo a la talla,
hacer ejercicio, comer menos alimentos chatarra, disminuir el consumo
de refrescos y azúcares y tomar agua de fruta y natural.
Aseguró que la mayoría de la gente no tiene conciencia
de la importancia de las funciones renales, ni siquiera los médicos.
En un congreso se preguntó a los médicos quién
se había hecho en el último año un diagnóstico
temprano de orina, y cinco o seis lo hicieron.
Volvieron a preguntar, cuántos de ellos se hicieron el examen
general de orina (EGO) sin tener infección de vías
urinarias, y casi nadie
volvió a hablar.
Para Castro Miranda, el examen general de orina es «la biopsia
del pobre», porque con este estudio es posible tener idea
de muchas de las alteraciones que pudiera tener el paciente en su
organismo, especialmente en el riñón: “Creo
que el EGO, cada tres o cinco años, es un estudio base que,
acompañado por biometrías y químicas sanguíneas,
podría ayudar a prevenir los casos de disfunción renal
que ya se vislumbran”.
Dijo que el panorama de la incidencia de insuficiencia renal crónica
en la parte final de diabéticos ha crecido de manera alarmante:
“En los años setenta había de 20 a 30 casos
por año en Europa, pero en los noventa ya son cerca de cuatro
mil casos nuevos por año, no hay duda que están creciendo”.
El deterioro renal es natural y se agrava con el envejecimiento:
“Después de los 40 años nuestros riñones
empiezan a deteriorarse, y este deterioro es progresivo, así
que a los 80 años, aún si hemos sido saludables, los
riñones funcionan al 50 por ciento. Pero si tenemos diabetes,
hipertensión, obesidad, cardiopatía u otros padecimiento,
el deterioro es mucho más rápido”.
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