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Estudiantes
de Psicología detectan y atienden casos
Observan fuerte incremento en trastornos emocionales en niños
Carolina Cruz |
Veracruz, Ver.- Estudios epidemiológicos indican que
entre un 5 y un 15 por ciento de niños en edad escolar presentan
trastornos mentales, y el índice de consultas médicas
ha crecido en un 20 por ciento en los últimos años.
Dichos trastornos emocionales se manifiestan en conductas como agresividad,
impulsividad, desobediencia, inquietud, falta de concentración
y bajo rendimiento escolar, entre otras. Las quejas respecto del comportamiento
del niño con los padres por parte de los maestros y de los
maestros con los padres son mutuas y constantes.
En la Facultad de Psicología, 60 estudiantes participan en
un programa de talleres y conferencias que se imparten en 10 escuelas
primarias, una actividad de apoyo a la dimensión comunitaria
del plan estratégico de transformación escolar, en conjunto
con la inspección escolar número 17 y las direcciones
de las escuelas.
La tarea de los alumnos consiste en detectar trastornos infantiles
que sean causa de bajo rendimiento escolar, y tratarlos mediante terapias
y talleres para padres. Hasta ahora lo más común ha
sido agresividad y violencia intrafamiliar.
Descartar daño orgánico, una disfunción cerebral
mínima de tipo funcional o una afectación más
grave, “es el primer paso que debe dar un psicólogo infantil
cuando el niño llega a consulta”, señala María
Eugenia Padilla Farias, directora de la Facultad de Psicología
de la UV en Veracruz y psicóloga del Hospital General.
Hay muchos estudios para detectar un daño cerebral: el electroencefalograma
es el más socorrido y recientemente la tomografía computarizada,
que en caso de resultar positivos, los niños deben ser canalizados
a psiquiatras o neurólogos. A los psicólogos “nos
corresponde, desde la primera vez, identificar cuál es el caso
desde la elaboración de la historia clínica personal
y antecedentes patológicos familiares. Hay casos en que
el trastorno se debe a sufrimiento fetal, problemas en el parto, hipoxias
leves o incluso porque se les caen a los médicos al momento
de nacer”.
Los trastornos infantiles pueden provocar alteraciones del lenguaje, sueño,
desarrollo psicomotor, alimentación, psicosomáticos
o del comportamiento. Pero aquellos cuya causa es emocional son fácilmente
detectados cuando se estudia la configuración familiar: “es
común que presenten síntomas como aislamiento,
agresividad, impulsividad, hiperactividad, tristeza, depresión,
timidez extrema, etc. El incremento de los trastornos infantiles es
notable, aunque no existen estadísticas confiables porque los
padres no los reportan o suelen ignorarlos”.
Un niño con ansiedad o angustia la revela de manera pasiva
o de manera activa; en ambos casos los padres deben estar al pendiente
de si la conducta de sus hijos es similar a la de otros niños
o hay diferencias. En la mayoría de los casos, la causa proviene
del hogar: familias disfuncionales, maltrato infantil, abuso sexual,
alcoholismo en uno o ambos padres, padre muy autoritario y madre pasiva,
violencia intrafamiliar.
La depresión y el trastorno por déficit de atención
(TDA) son dos causas recurrentes de que la madre decida consultar
al psicólogo: “hay mucha polémica aún sobre
el TDA, se dice que es de origen neurobiológico y se caracteriza
por el déficit de atención, impulsividad o hiperactividad
excesiva o inapropiada para la edad del niño, dificultando
su desarrollo, que puede llegar a agravarse en condiciones ambientales
adversas. En dicha situación el papel del psicólogo
es determinar las causas de ese comportamiento y si no hay daño
orgánico tratarlo con psicoterapias”.
El niño hiperactivo no puede controlarse, ese comportamiento
repercute en el rendimiento escolar, se caracteriza por una falta
de concentración, impulsividad o hiperactividad excesiva o
inapropiada: “estas características son normales en cualquier
niño, pero en el caso de los niños con TDA se dan con
mucha mayor intensidad y frecuencia”.
La mirada siempre se voltea hacia el hogar: muchas veces los padres
no están conscientes de lo que significa tener un hijo, algunos
no les prestan atención de calidad, crecen en manos de cuidadores
o familiares: “los padres siempre han creído que un niño
pequeño no se da cuenta de lo que sucede en el mundo cuando
en realidad la conducta del niño no es más que
la respuesta de la conducta del adulto”.
Televisión, la más dañina
La televisión es el medio de comunicación que más
se utiliza en el hogar: es una fuente de recreación pero también
de formación de actitudes. Los niños aprenden imitando
y lo que la televisión les refleja es mucha violencia. Si fuera
sólo un medio de recreación, el niño no recurriría
tanto a ella, pero la televisión le es impuesta por los padres,
que así tienen mayor tiempo para ellos y sus pendientes, pero
el verdadero problema es que los padres no están atentos a
los programas y sus contenidos, y hay casos en que la televisión
llega a ser la niñera del pequeño.
Según un estudio, en promedio los niños ven de 22 a
25 horas semanales de televisión. En los preescolares esa cifra
llega a un promedio de 54 horas por semana, lo que significa de siete
a ocho horas diarias. Para Padilla Farias, “ahí aprenden
estereotipos raciales, culturales, sociales, familiares y sexuales”.
En muchas ocasiones, el primer encuentro de los niños con el
dolor, el horror, el sufrimiento, la destrucción, las lesiones
y el daño a personas, animales o cosas, es a través
de la televisión, donde la mayoría de las caricaturas
están cargadas de una franca violencia o conceptos de venganza. |
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