Año 6 • No. 206 • enero 9 de 2006 Xalapa • Veracruz • México
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  Interactúan modernidad e historia
a 20 años del nuevo edificio del MAX
Gina Sotelo
A diez años de la muerte de Alfonso Medellín Zenil, el MAX hará una revisión de sus aportaciones a la Arqueología

A 20 años de haber estrenado un flamante edificio que combina de manera espléndida la arquitectura de paisaje y el diseño modernista evocando de manera natural los nichos del Tajín, pareciera que nunca como ahora el Museo de Antropología (MAX) tiene tantas actividades académicas, artísticas y culturales.

Sus salas semana a semana se llenan de cientos de niños, universitarios y adultos quienes además de conocer la colección permanente, las exposiciones temporales, aprender en los sábados en la ciencia o asistir a uno de los tradicionales conciertos de los domingos son –literalmente– cuates del MAX.
Dirigido por la doctora Sara Ladrón de Guevara, el MAX prepara para este 2006 muchas y muy variadas actividades que nadie se puede perder.

El aspecto académico, su plato fuerte
En junio –y en conmemoración del décimo aniversario de la pérdida de Alfonso Medellín Zenil– se hará una revisión de su obra, muy específicamente de sus estudios de cerámica. El museo propone un encuentro de académicos que reporten qué es lo que se ha descubierto de la cerámica de Veracruz después de la obra del investigador, en el encuentro participarán especialistas en cerámica prehispánica.

“La idea es proponer a la UV la revisión del libro Cerámica del Totonacapan del maestro Alfonso, junto con una adenda de los trabajos que ahí se presenten y publicarlo junto con los hallazgos de los especialistas actuales” dijo la doctora Sara Ladrón.

Este año se cumplen 20 años de la remodelación del edificio que alberga el MAX, fecha que será celebrada con bombo y platillo a finales de octubre. Esta joya de la arquitectura moderna fue diseñada por el arquitecto neoyorkino Edward Durell and Stone, quien ha recibido premios por su arquitectura de paisaje. Él se inspiró en la estructura de la pirámide de los nichos del Tajín, pero tomando en cuenta el paisaje xalapeño aprovechando al máximo sus jardines.

“A diferencia de otros museos que son muy obscuros y sin ventilación en los que luego de recorrer un par de salas uno ya se siente agotado, el hecho de cortar la visita en los jardines en tres pérgolas diferentes hacen el paseo muy relajado”, dijo la doctora.

También en octubre habrá un encuentro con los olmequistas más importantes del país y del extranjero para que expongan los más recientes hallazgos y las últimas propuestas sobre esta cultura: “Nuestra idea es que vengan principalmente los jóvenes estudiantes de antropología e historia y que reciban la información de primera mano y los ponentes serían investigadores de la UV, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y extranjeros, particularmente de Estados
Unidos”.

Sara Ladrón de Guevara aseguró que la olmeca es una de las culturas de las que menos se sabe, pues mientras más nos alejamos en el tiempo, menos sabemos. De lo que más sabemos es del momento del momento de contacto con los europeos, porque los españoles escriben sus crónicas sobre los grupos que encuentran, que eran los aztecas, los mayas e incluso de las poblaciones huastecas: “Los españoles llegan a nuestras costas y se entrevistan primero con los totonacos y hay descripciones de Cempoala y Quiahuiztlan, hay referencias de Moctezuma, entonces hay mucha información a partir de esas culturas que estaban cuando llegan los conquistadores”.

Pero, “¿qué sabemos hacia atrás?”, se pregunta la doctora: “los olmecas son la cultura más antigua que tenemos, de ellos no sabemos ni cómo se llamaban, cuando los aztecas les llamaban olmecas habían pasado ya tres mil años de que habían desaparecido los habitantes que hicieron las cabezas colosales”.
Agregó que no sabemos que lengua hablaban, no hemos descifrado todos sus símbolos, ni que mitos tenían y menos cómo hicieron las cabezas o cómo las transportaban: “sabemos que las hacían con herramientas de piedra, pero la pregunta es cómo. Hay muchas más preguntas que respuestas sobre los olmecas, por lo que éste será un encuentro muy enriquecedor”.

En el MAX, los niños de nuevo serán invitados distinguidos
No había cumplido los 10 años de edad cuando Sara Ladrón de Guevara ya sabía que quería ser antropóloga, quizá es por este recuerdo que comprende muy bien lo importante que es llevar a los niños al museo a muy temprana edad: “muy a menudo vienen los adultos con los niños pero lo que perciben es muy diferente, la información debe adecuarse a un nivel discursivo que los pequeñitos puedan entender”.

Para Sara, “lo que aprendemos es lo que reproducimos”, así que los adultos que visitamos museos lo hacemos porque nuestros papás nos llevaban a ellos. Subraya que las dependencias culturales tienen que buscar cómo llegar a la generación siguiente pues el convencer a los adultos a que visiten un museo no es tan sencillo.

“Si sembramos hoy en nuestros niños que un museo es divertido, vamos a estar sembrando para la generación siguiente. Según las estadísticas del museo, la población mayoritaria son niños y hacia ellos van encaminados principalmente nuestros esfuerzos”.

Actualmente tienen en circulación un novedoso cuadernillo interactivo que hace más divertida e interesante la visita al MAX. Sigue además este año el exitoso programa “Los cuates del MAX” en el que cada fin de semana los niños conocen más a fondo la colección del museo.

Pero los jóvenes también son tomados en cuenta en el MAX gracias a la formación de estudiantes. Hay ahora como prestadores de servicio social alrededor de 30 chavos de diferentes carreras como Historia, Antropología, Artes Plásticas, Teatro o Música que apoyan en los programas, e incluso están haciendo sus trabajos recepcionales con información histórica que les ofrece
el museo.

Culturas moderna, contemporánea y prehispánica, de la mano en el MAX
En el MAX convive en armonía lo antiguo con lo moderno y lo contemporáneo. Son numerosas las exposiciones que se han albergado en sus salas y van desde la escultura de Herry Moore a las instalaciones de Claire Becker. Este año expondrá un pintor que ocupa un muy importante lugar en la plástica mexicana de la segunda mitad del siglo XX, el maestro José García Ocejo, quien prepara una exposición de gran formato que será sin duda uno de los más esperados eventos del 2006.

Hay presencia internacional del MAX a través de muestras itinerantes como las de Los Ángeles County Museum of Arts en los Estados Unidos que actualmente exhibe Señores de la creación: Los orígenes de las dinastías mayas, o la del Centro Cultural Do Banco do Brasil de Río de Janeiro por sólo citar un par de ellas.

El MAX abre sus puertas para todo el público en la Av. Xalapa s/n en esta ciudad. Para conocer más de sus exposiciones, programas y actividades académicas, culturales o recreativas, se puede consultar su página electrónica www.uv.mx/max o llamar directamente a los teléfonos 815-0920, 815-0708 y 8 15-4952.