Año 6 • No. 211 • febrero 13 de 2006
Xalapa • Veracruz • México
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Ya no hay movimientos artísticos en México; cada quien trabaja para su santo
El arte es estética que provoca al espíritu y no mero consumismo malinchista
Fernanda Melchor

Leticia Tarragó, pintora y grabadora, criticó la falta de valores y el malinchismo que prevalece en la plástica mexicana actual
La obra artística debe servir para provocar en el espectador entusiasmo que eleve y deje volar su espíritu e imaginación. El arte sigue siendo estética, aunque hay quienes quieren presentarlo como algo demodé (fuera de moda)”, aseguró Leticia Tarragó una de las máximas exponentes de la pintura y el grabado en México, cuya obra ha sido reconocida en Europa y Estados Unidos.

Tarragó también es una de las pocas artistas que al lado de figuras como Carlos Fuentes, José Emilio Pacheco, Alberto Gironella o el Dr. Atl, se reunían para discutir en los cafés, durante los años 70, sobre los movimientos que se daban en torno al arte, la política o la educación.
“Había una interrelación entre pintores, escritores, actores, éramos como una agrupación; pero ahora cada quien trabaja para su santo y cada quien busca su beneficio personal, incluso los que ya pertenecen al sistema o están apoyados por becas gubernamentales y realizan exposiciones colectivas”, expresó.

La pintora y grabadora creció entre muchas mujeres y escuchando las historias coloridas del realismo mágico de García Márquez y demás. Hoy pinta y hace grabados donde la mujer siempre está presente y es una convencida, como Siqueiros, como Diego Rivera y como Gerardo Murillo, alias Dr. Atl
–uno de sus más cercanos amigos– de que el arte debe rescatar la diversidad cultural de México.

Entrevistada en su cubículo del Instituto de Artes Plásticas de la UV, Tarragó habló de lo que siente, de lo que ve hoy en día en el mundo de las artes y en general de la época que vive México, país donde los artistas han dejado de reunirse, en el que “la artesanía y el trabajo manual están infravalorados, a causa del consumismo y el malinchismo, por lo que las personas están enajenadas por la publicidad y ya no distinguen entre lo que son y lo que tienen”.

La pintora y grabadora Leticia Tarragó

Al respecto, dijo: “Creo que hay un vacío educativo espantoso y el único valor que impera es el consumismo. Y un país no puede estar sólo lleno de consumistas, tiene que producir y crear cosas, pero eso sólo se da con la educación, que está abandonada”.

Para Tarragó, resulta lamentable que los creadores nacionales recurran a las importaciones culturales como centro de su obra: “En México hay diversidad. Existen buenos pintores, malos pintores, hay de todo, pero sí veo demasiada influencia, con esto de la globalización, del posmodernismo, de las importaciones culturales. Yo creo que los países deben tener su identidad. Y los pintores también”, comentó.

Criticó a quienes pretenden alcanzar la universalidad copiando modelos ya superados en otras partes del mundo, pues “la universalidad no reside en hacer lo que los críticos dicen, o en lo que está de moda, y desgraciadamente muchos creadores se están yendo por ese lado”.
Leticia Tarragó descalificó el uso excesivo de la violencia en las artes contemporáneas, pues, en su opinión, no tiene sentido alguno. “Si los artistas se abocan a hacer su obra en un contexto puramente urbano y destacan la violencia o la droga, le están dando a la gente lo mismo que ésta hace, y para mí, eso no tiene ningún sentido”, dijo la artista, argumentando que la obra artística debe servir para provocar en el espectador entusiasmo, que eleve y deje volar su espíritu e imaginación. “El arte sigue siendo estética, aunque hay quienes quieren presentarlo como algo demodé (fuera de moda)”, aseguró.

Faltan movimientos artísticos
La pintora remarcó la desaparición progresiva de grupos y movimientos artísticos que en nuestro país cristalizaron durante el siglo XX. Ahora, dijo, “no se puede hablar de que en México haya movimientos, porque en este aspecto el país creció como las bugambilias, para todos lados, y la gente ya no se reúne”.

La única excepción, aclaró, sería el caso del estado de Oaxaca, donde hay grupos artísticos que coinciden en una misma línea estética, y donde los mismos creadores patrocinan a los novatos, sin entrar al sistema estatal.

Por otra parte, Tarragó confesó que suele desarrollar su trabajo artístico por pieza, no por serie. “Me gusta algo y lo plasmo, al siguiente cuadro o grabado, decido siempre hacer otra cosa distinta”, expresó. Sin embargo, aceptó que algunos de sus cuadros tienen relación entre sí, como las obras expuestas en la muestra Noticias del Estudio, presentada en 2001 y donde trabajó alrededor del tema de los estudios de pintores y sus elementos.

Siguiendo una misma serie, Tarragó también realizó una exposición llamada Los fantasmas de Álamos, basada en el pintoresco pueblo del mismo nombre, ubicado en el estado de Sonora, de un estilo arquitectónico muy particular, y cuyo antiguo cementerio de esculturas de ángeles la inspiró a realizar otra serie de pinturas.

Con una doble carrera como grabadora y pintora, Leticia Tarragó es actualmente miembro del Instituto de Artes Plásticas (IAP) de la UV, donde cuenta con un taller para producir su obra. También participa en exposiciones colectivas organizadas por la Universidad, que en distintas dependencias conserva cuadros y grabados de la autora. Entre sus más recientes exposiciones, destaca La letra ilustrada, realizada en la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información (USBI) de la región Veracruz-Boca del Río, en el marco de la última Feria del Libro Universitario (FILU), durante agosto 2005, cuando también impartió diversos cursos de dibujo en los Talleres Libres de la UV, en esta región.

El papel del ilustrador
Formada en los talleres de La Esmeralda, de la Ciudad de México, Leticia Tarragó se vinculó a la UV como ilustradora. “Comencé a trabajar con Sergio Galindo, cuando estaba en la Dirección del Departamento Editorial en la UV.

Recuerdo que, en aquel entonces, se publicaba mucho y las ediciones estaban al cuidado de gente de primerísima línea”, recordó la artista.

Durante aquellos primeros años, Tarragó ilustró varios libros de la colección Ficción, de la UV. Posteriormente, esta tarea pasó a otras personas, pero la grabadora siguió vinculada a la ilustración, de tal manera que colaboró con Sergio Pitol –hoy Premio Cervantes–, cuando manejó por corto tiempo el Departamento de Publicaciones.

Comentó que ilustrar restringe de cierta manera la libertad de un autor, pues se debe forzosamente penetrar en la narración a representar. “Hubo un caso muy particular, con la producción del libro El señor de los hongos, publicado por la UV, que fue muy chistoso, porque Sergio Galindo escribió esta historia inspirándose en mi trabajo, y entonces yo hice las ilustraciones muy fácilmente, porque trabajamos en conjunto”, dijo.

Sobre el futuro del arte del grabado, la creadora afirmó que, a pesar del auge de las nuevas tecnologías desarrolladas para la impresión, el grabado no perderá nunca su lugar dentro de la tradición de la plástica mexicana. “Es cierto que ha sido un poco sustituido por el arte digital, pero sucede que éste es perecedero y aún no se obtienen tintas que sean permanentes, entonces todo lo que uno hace con las manos tiene más ‘mérito’, expresó”.

Añadió que, desgraciadamente, en nuestro país, la artesanía y el trabajo manual están infravalorados, a causa del consumismo y el malinchismo, por lo que las personas están enajenadas por la publicidad y ya no distinguen entre lo que son y lo que tienen.
Ilustraciones de Tarragó en publicaciones de la UV pueden hallarse también en el cuento Zapatos de Fierro, de Emilio Carballido, y en las portadas e ilustraciones interiores de la primera época de Tramoya, la revista universitaria de teatro.

Desde el inicio Tarragó colaboró con la Compañía de Teatro de la UV, elaborando el diseño de escenografía y de vestuario, así como los carteles y programas de mano a este antecedente de la Facultad de Teatro de la universidad.

México y el vacío educativo
Otro de los puntos que abordó la artista fue la necesidad de darle impulso no sólo a la educación artística de los niños veracruzanos, sino a la educación en general.

“En México hay un vacío educativo espantoso y el único valor que impera es el consumismo. Un país no puede estar sólo lleno de consumistas, tiene que producir y crear cosas, pero eso sólo se da con la educación, que está abandonada” dijo. La creadora destacó también el papel de los valores dentro de la creación artística, pues afirmó que los medios masivos de comunicación “han corrompido los valores, y la gente está desinformada y confundida e imposibilitada para reaccionar”.

Entre los próximos proyectos de Leticia Tarragó está una serie de cursos de grabado que impartirá a partir de marzo en Chihuahua, mientras que para julio estará en San Miguel Allende, participando en las clases de verano de la escuela de artes plásticas “El Nigromante”, de esta ciudad colonial.