Año 6 • No. 215 • marzo 13 de 2006
Xalapa • Veracruz • México
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Silvestre Revueltas, nostalgia
sinfónica por el agua

Jorge Vázquez Pacheco

“Takahashi merece un reconocimiento póstumo, un homenaje a su talento y legado…”
El compositor mexicano Silvestre Revueltas (1899-1940) fue un enamorado de su tierra y del entorno natural. A ello dedicó las más significativas de sus partituras, y entre las mismas destaca Janitzio, un breve poema sinfónico derivado de la música para el filme del mismo nombre, escrito en el año de 1933 e inspirado en aquel pintoresco lugar ubicado en el centro del lago de Pátzcuaro.

En un medio en que la casi totalidad de los ríos y lagos se encuentran saturados de desechos, la romanticista imagen de las embarcaciones de pesca con redes como alas de mariposas en torno de la isla de Janitzio y sobre las apacibles aguas del lago, se nos muestra como algo irreal.

Hoy queda sólo como un vestigio de recuerdo en torno de la película dirigida por Carlos Navarro, una de las primeras realizaciones mexicanas de cine sonoro. Ya casi no hay quién recuerde el verdadero significado de la palabra “Janitzio”, así como la importancia que tuvo para los soberanos purépechas el lago como lugar
de recreo.

Cuando pensamos en que la isla y las hermosas tradiciones del día de muertos entre sus habitantes, en el lago que por mucho tiempo fue promocionado como “de encanto sin igual”, lugar en que la leyenda dictaminaba que estaba la puerta del cielo por donde descendían y subían los dioses y que era, por tanto, la entrada al paraíso, nos es posible reconstruir mentalmente la impresionante belleza de los lugares que fascinaron el espíritu sensible del compositor nacido en Santiago Papasquiaro, Durango.

Para la estructura sonora de sus creaciones, Revueltas recurrió a un estilo profundamente nacionalista en que la fuerza y el vigor de la melodía típica encuentra un sitial de privilegio. La música de Revueltas es esencialmente popular, complementada con un discurso narrativo que la independiza por completo de las imágenes cinematográficas.

Por lo mismo, las demás obras suyas escritas para la cinematografía han cobrado vida independiente en las salas de conciertos. Es el caso también de Redes, partitura realizada para la cinta de Emilio Gómez Muriel y Fred Zinnemann, en la que la lucha por la supervivencia y contra el sometimiento se funde en un sinfonismo de frondosa imaginación e innegable trascendencia.

Redes es más que un simple respaldo sonoro a la aventura de los pescadores de Alvarado y Tlacotalpan. Es la fuerza sinfónica que recrea el ritmo cósmico del golpe de los remos sobre el oleaje del río, la respuesta de los pescadores a la invocación de la lucha y la defensa del producto de su trabajo, arrancado éste con sudor y sangre al Papaloapan. Redes representa el coraje del pueblo vertido sobre las aguas del “río de las mariposas”, la fuerza vital con que el pescador gana el sustento de su familia. Es una música que nació inspirada en el agua, en la pesca y en lo que todo ello significa.

En una época como la que nos ha tocado vivir, en la que observamos de cerca la destrucción de nuestro hábitat, la polución de los mantos acuíferos y la contaminación generalizada, aquellas remembranzas sonoras nos remiten a un pasado que no nos resignaremos a perder y por el cual todos debemos estar dispuestos a la recuperación.