Año 6 • No. 227 • junio 19 de 2006

Xalapa • Veracruz • México
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La UV, sus libros y sus autores
Una sonata del claro de luna con estilo griego
Germán Martínez Aceves
En memoria de nuestro querido compañero y amigo
Luis Miguel Gallardo,
pilar insustituible de la Editorial de la UV.
Tu ejemplo de vida está con nosotros, maestro.
En la tradición histórica de la Editorial de la Universidad Veracruzana (UV) existen dos vertientes que han enriquecido su bibliografía: una es la poesía y otra, la búsqueda para acercarnos literatura de otras latitudes. En este caso se trata de Sonata del claro de luna, un poema estremecedor de Yannis Ritsos, escritor griego que podemos degustar gracias a la excelente traducción, una más, de Selma Ancira.
 

Recordemos que Selma ha hecho de su vocación traductora un luminoso puente entre autores de lenguas griegas y rusas con el enriquecedor español. Sus trabajos recientes, Loxandra de María Iordanidu y 7 de Rusia a la URSS, editados también por nuestra casa de estudios, así lo constatan.

Empecemos por conocer a Yannis Ritsos. Él nació en Monenvassia, Grecia, en 1909, en los albores del siglo XX. En ese rincón medieval del Peloponeso vivió una acumulación de catástrofes personales que marcaron su vida. Su padre, jugador empedernido, sucumbió entre apuestas. La tuberculosis, esa enfermedad que flageló por años a Europa, diezmó a su familia. A ello habrá que agregar el contexto social político que derrumbó la puerta de la antigua Constantinopla para ceder como importante vínculo entre Europa y Asia Central.
Yannis Ritsos, en medio de ese panorama sombrío, fue bailarín, mecanógrafo, bibliotecario, calígrafo y fotógrafo. Tenía espíritu rebelde y combativo y pronto, a pesar de estar afectado por la tuberculosis, ingresó al Partido Comunista Griego.

Ahí tuvo acercamiento con intelectuales de izquierda y creó poemas catalogados como “comprometidos” o “sociales”. Se recuerda de esta época “Tractor”, un grito de rebeldía contra la dictadura del general Metaxas y la composición Romiosini/Grecidad, un largo poema dedicado a las guerrillas comunistas que combatieron a los nazis en la Segunda Guerra Mundial. El golpe de Estado de 1967 en Grecia lo exilió de la mítica región a la cual regresaría en 1974.
Después daría un cambio sustancial en su poesía para convertirse en representante del simbolismo. Junto con Giorgios Seferis y Odysseus Elytis, Ritsos es considerado como el padre de la actual generación poética griega.

La buena poesía y la buena música son dos artes que son indisolubles y como tal lo demostró Mikis Tehodorakis en 18 pequeñas canciones de la patria amarga, La canción de mi hermana y otros poemas que encontraron en la musicalización del autor griego una vía que se extendió por el mundo.

Sonata del claro de luna, que aparece ahora en nuestro país gracias a la traducción de Selma Ancira, fue escrita por Yannis Ritsos en 1956, cuando había alcanzado la madurez en las letras. A 50 años de distancia podemos ahora encontrar este texto que se publica tanto en griego como en español.

Inicia de esta manera: (Una noche de primavera. La habitación grande/ de una vieja casa. Una mujer de edad, vestida/ de negro, le habla a un hombre joven. No han encendido/ la luz. Por ambas ventanas entra un despiadado/ claro de luna. Olvidé decir que la Mujer de/ Negro ha publicado dos o tres interesantes/ colecciones de poesía sacra. Y bien, la/ Mujer de Negro le habla al Joven):
“Déjame ir contigo. ¡Qué luna la de esta noche!/ Es generosa la luna – no se notará/ que mis cabellos han encanecido. La luna/ los hará rubios de nuevo. No notarás nada./ Déjame ir contigo./

Y a partir de ahí surge un canto que estremece, que pide rescate de la soledad, que lanza una red al vacío para pescar esperanza y en esa suerte desesperada no encuentra más que derrumbe.

La casa de la Mujer de Negro es el símbolo de un sistema viejo, acabado, y busca anclar en nuevos puertos pero su deseo naufraga, no llega a la orilla.

“Esta casa ya no me tolera./ Ni yo tolero ya su peso en mis espaldas./ Siempre hay que andar con cuidado, mucho cuidado,/ aguantar la pared con el gran aparador/ el aparador con la viejísima mesa tallada/ la mesa - con las sillas/ las sillas - con las manos/ la viga derruida - con el hombro./ Hasta el piano parece un negro féretro cerrado./ No te atreves a abrirlo./ Todo el tiempo hay que andar con cuidado,/ mucho cuidado, no se vayan a caer, no te/ vayas a caer. No puedo más./ Déjame ir contigo.”

La Mujer de Negro quiere una transición hacia lo nuevo. Es el pasado que se niega a desaparecer, que no acepta su muerte y si es así, sabe que seguirá viva en los rincones, los armarios, los corazones.

“Esta casa, a pesar de todos sus muertos, no/ piensa en morir./ Insiste en vivir con sus muertos/ en vivir de sus muertos/ en vivir de la certeza de su muerte/ y aun en acomodar a sus muertos en vetustas/ camas y libreros./ Déjame ir contigo/”.

Finalmente, le tomo prestado este fragmento al poeta Yannis Ritsos perteneciente a Sueño de un mediodía de verano (también traducido por Selma Ancira y publicado en el Fondo de Cultura Económica, 2006) para dedicárselo a mi compañero de la Editorial UV, Luis Miguel Gallardo: “En otro tiempo aprendíamos las lecciones, rezábamos nuestras oraciones y/ repetíamos que dos más dos son cuatro./ Ahora, dos flores más dos rayos de luz no son cuatro - son nuestra alma./ Y una rosa más una mariposa no son dos - son un Dios./ Y un Dios es todo./ ¿Cuántos son entonces nuestra alma más el alma de Dios?/ El maestro no sabe. Nosotros sí sabemos cuántos son: uno./ Lo leímos hoy en el libro del sol;/ hoy que olvidamos los demás libros”. Hasta siempre, amigo.

Sonata del claro de luna de Yannis Ritsos, coeditado por Ediciones sin nombre y la UV se puede adquirir en el Servicio Bibliográfico Universitario, Xalapeños Ilustres 37; en las USBI’s que se encuentran en el estado o en la Dirección General Editorial, Juan de la Barrera 209. Comentarios a esta reseña favor de enviar a gemartinez@uv.mx