Año 6 • No. 230 • julio 10 de 2006 Xalapa • Veracruz • México
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Edith Escalón (Fotos: Carlos Cano)

Se busca elevar índices de eficiencia terminal, frenar deserción, rezago y mejorar indicadores de desempeño y calidad, además de ayudar a los estudiantes que más lo necesitan en su carrera profesional

Miguel Ángel Casillas




Ragueb Chaín.
En una universidad como la Veracruzana, donde más del 75 por ciento de los estudiantes proviene de sectores populares y el presupuesto es limitado, optimizar los recursos económicos y humanos no es una alternativa, sino una obligación. Para lograrlo, universitarios del Instituto de Investigaciones en Educación (IIE) proponen aprovechar la información que ya tiene la UV acerca de las características de los estudiantes para darles apoyos diferenciados, de acuerdo con sus necesidades y perfiles socioeconómicos, académicos y familiares.

Esta propuesta, que las autoridades universitarias han empezado a evaluar, no sólo permitiría elevar los índices de eficiencia terminal (titulación) de estudiantes, frenar la deserción, el rezago y mejorar los indicadores de desempeño y calidad académica –objetivos institucionales que son el eje central de las políticas universitarias hoy en día–, sino ayudar a los estudiantes que más lo necesitan en el curso de su carrera profesional, promoviendo la equidad y la solidaridad social.

Desde luego, este esfuerzo requiere una plena conciencia de la diversidad, pero la UV tiene una ventaja: desde hace cinco años inició la operación de un sistema computarizado que integra la información de las trayectorias de sus estudiantes: calificaciones, bajas, materias reprobadas y aprobadas, desempeño escolar, etc.
A esta base de datos se suma otro sistema que concentra un registro de información socioeconómica, familiar y académica de cada estudiante, gracias a los reportes que los estudiantes llenan desde su ingreso a la UV. Eso ha permitido tener toda la información para evaluar las diferencias entre grupos y perfiles. Para los autores de la propuesta, Miguel Ángel Casillas y Ragueb Chaín, lo que falta ahora es aprovecharla.
Diversidad estudiantil obliga a diversificar políticas
Según los datos de los dos sistemas de información (BANNER y COREXANI) que sirvieron de base para la investigación, misma que presentaron ante el Rector y funcionarios de la UV el miércoles pasado, una muestra representativa de quienes ingresaron a la UV en 2000 permite identificar la enorme diversidad de los estudiantes. Por ejemplo, el 78.34 por ciento de ellos proviene de familias pobres o muy pobres, el 17.71 de familias proviene del nivel socioeconómico medio, y sólo el 3.98 por ciento del alto.

Otro indicador que tiene que ver con el origen social de los universitarios e influye en el capital cultural que tengan desde la familia es la escolaridad de los padres. Los datos indican que el 52.9 por ciento de los alumnos tiene padres sin escolaridad o sólo con primaria; el 20.24 estudió hasta la secundaria o preparatoria y sólo el 26.89 por ciento de los padres tiene estudios superiores.

Sin embargo, mientras el 62.26 por ciento de los estudiantes de nivel socioeconómico muy bajo (muy pobres) que tienen padres con escasa o nula escolaridad tienen un desempeño escolar óptimo, es decir, aprobaron el cien por ciento de sus materias con calificaciones sobresalientes; el 38.46 por ciento de los estudiantes incluso teniendo padres con estudios superiores y alto nivel socioeconómico se rezagan, lo que habla de la complejidad del asunto, de las necesidades y las posibles soluciones.

“Lo que encontramos es que hay mucha diversidad. Si cruzamos estos datos con otros que hemos obtenido del éxito académico y de los factores socioeconómicos y familiares, nos daremos cuenta que la deserción escolar, el rezago o el bajo desempeño académico no dependen de un solo factor, sino que tiene que ver con múltiples combinaciones de todos ellos”, aseguró Ragueb Chain.

Miguel Ángel Casillas explicó que sí hay grupos de alto riesgo a los que debe darse mayor atención, y reiteró el eje de la propuesta: “igual que las características de los estudiantes, las políticas de atención para reducir los problemas también tienen que ser diferenciadas. Para atender los problemas que llevan a cada grupo a retrasarse o fracasar en su vida universitaria, se debe saber primero cuáles son y optimizar después los recursos, apoyar a quienes más lo requieren con esas cosas que precisan”.
Becas y tutores
Dos ejemplos de políticas diferenciadas que podrían ayudar a optimizar los recursos de la UV son el otorgamiento de becas y la asignación de tutores. Ragueb Chaín lo resumió así: “Cuando los recursos son escasos, hay que focalizar los apoyos a quienes más lo necesiten”. En el caso de las becas, los investigadores se refirieron claramente a que los apoyos económicos se destinen a los estudiantes de más bajos recursos, pues en estas condiciones la deserción, el rezago o la baja calidad académica es por falta de dinero.
Lo mismo sucede con las tutorías –esquema que busca que un alumno cuente durante su carrera con el apoyo y la guía académica e individualizada de un maestro–, tutorías que podrían asignarse a aquellos estudiantes que necesiten apoyo especial en lo académico. “Si tenemos diez tutores y 100 alumnos tenemos e elegir bien a quién asignarlos, nosotros proponemos: enfoquémonos a aquellos que más lo necesitan y que están en riesgo porque tienen menos posibilidades de lograr el éxito académicos solos”.

De su lado, Casillas añadió que el apoyo a los sectores estudiantiles más “vulnerables” por sus condiciones económicas, familiares y académicas tiene que pensarse también en función de incrementar su capital cultural. Habló por ejemplo de promover con ellos acercamientos hacia la cultura, ofrecerles espacios para hacer su vida universitaria, cineclubes, puntos de reunión, centros de libre acceso para hacer sus tareas, además de sitios para apoyar su economía, como cafeterías, comedores accesibles, y más.
No obstante, Chaín aclaró que enfocar los esfuerzos a quienes más los necesiten, no significa descuidar a quienes tienen buenos promedios, mejores condiciones económicas o familiares. Finalmente, explicó los pasos a seguir en esta propuesta: “Lo primero para echar a andar una propuesta es reconocer la diversidad; lo siguiente, dar cuenta de ella a través de los sistemas informáticos, de cómo rinden los estudiantes, de su desempeño escolar, de cómo llegan, en qué condiciones. Ya tenemos la información, los recursos tecnológicos y la capacidad para hacerlo, sólo falta empezar a tomar decisiones”.

Ambos académicos reconocieron que están empeñados en lograr que el sistema de consulta de indicadores de desempeño académico de estudiantes (BANNER) y la información socioeconómica, académica y familiar que se obtiene de los estudiantes en su ingreso (COREXANI y COINPI), deben ser explotados en beneficio de la propia universidad y sus estudiantes.
La UV cuenta con un sistema de información de los estudiantes: calificaciones, bajas, materias reprobadas y aprobadas, desempeño escolar, etc. y otro que concentra información socioeconómica, familiar y académica de cada uno
En los últimos años, la UV ha acumulado en torno al egreso de bachillerato información sobre las calificaciones obtenidas por cada uno de los estudiantes que solicitan ingreso, datos que están ordenados de manera sistemática para consultar y comparar el números de aciertos, promedios y estadísticas por institución, así como por área académica. Estos están integrados en un software llamado Corexani, desarrollado en el Instituto de Investigaciones en Educación (IIE), que ha sido de gran utilidad para comparar niveles académicos de los estudiantes que ingresan cada año a la UV.