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Edith
Escalón (Fotos: Carlos Cano)
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Se
busca elevar índices de eficiencia terminal, frenar deserción,
rezago y mejorar indicadores de desempeño y calidad, además
de ayudar a los estudiantes que más lo necesitan en su carrera
profesional |
Miguel
Ángel Casillas
Ragueb
Chaín. |
En
una universidad como la Veracruzana, donde más del 75 por ciento
de los estudiantes proviene de sectores populares y el presupuesto
es limitado, optimizar los recursos económicos y humanos no
es una alternativa, sino una obligación. Para lograrlo, universitarios
del Instituto de Investigaciones en Educación (IIE) proponen
aprovechar la información que ya tiene la UV acerca de las
características de los estudiantes para darles apoyos diferenciados,
de acuerdo con sus necesidades y perfiles socioeconómicos,
académicos y familiares.
Esta propuesta, que las autoridades universitarias han empezado a
evaluar, no sólo permitiría elevar los índices
de eficiencia terminal (titulación) de estudiantes, frenar
la deserción, el rezago y mejorar los indicadores de desempeño
y calidad académica –objetivos institucionales que son
el eje central de las políticas universitarias hoy en día–,
sino ayudar a los estudiantes que más lo necesitan en el curso
de su carrera profesional, promoviendo la equidad y la solidaridad
social.
Desde luego, este esfuerzo requiere una plena conciencia de la diversidad,
pero la UV tiene una ventaja: desde hace cinco años inició
la operación de un sistema computarizado que integra la información
de las trayectorias de sus estudiantes: calificaciones, bajas, materias
reprobadas y aprobadas, desempeño escolar, etc.
A esta base de datos se suma otro sistema que concentra un registro
de información socioeconómica, familiar y académica
de cada estudiante, gracias a los reportes que los estudiantes llenan
desde su ingreso a la UV. Eso ha permitido tener toda la información
para evaluar las diferencias entre grupos y perfiles. Para los autores
de la propuesta, Miguel Ángel Casillas y Ragueb Chaín,
lo que falta ahora es aprovecharla. |
Diversidad
estudiantil obliga a diversificar políticas |
Según
los datos de los dos sistemas de información (BANNER y COREXANI)
que sirvieron de base para la investigación, misma que presentaron
ante el Rector y funcionarios de la UV el miércoles pasado,
una muestra representativa de quienes ingresaron a la UV en 2000 permite
identificar la enorme diversidad de los estudiantes. Por ejemplo,
el 78.34 por ciento de ellos proviene de familias pobres o muy pobres,
el 17.71 de familias proviene del nivel socioeconómico medio,
y sólo el 3.98 por ciento del alto.
Otro indicador que tiene que ver con el origen social de los universitarios
e influye en el capital cultural que tengan desde la familia es la
escolaridad de los padres. Los datos indican que el 52.9 por ciento
de los alumnos tiene padres sin escolaridad o sólo con primaria;
el 20.24 estudió hasta la secundaria o preparatoria y sólo
el 26.89 por ciento de los padres tiene estudios superiores.
Sin embargo, mientras el 62.26 por ciento de los estudiantes de nivel
socioeconómico muy bajo (muy pobres) que tienen padres con
escasa o nula escolaridad tienen un desempeño escolar óptimo,
es decir, aprobaron el cien por ciento de sus materias con calificaciones
sobresalientes; el 38.46 por ciento de los estudiantes incluso teniendo
padres con estudios superiores y alto nivel socioeconómico
se rezagan, lo que habla de la complejidad del asunto, de las necesidades
y las posibles soluciones.
“Lo que encontramos es que hay mucha diversidad. Si cruzamos
estos datos con otros que hemos obtenido del éxito académico
y de los factores socioeconómicos y familiares, nos daremos
cuenta que la deserción escolar, el rezago o el bajo desempeño
académico no dependen de un solo factor, sino que tiene que
ver con múltiples combinaciones de todos ellos”, aseguró
Ragueb Chain.
Miguel Ángel Casillas explicó que sí hay grupos
de alto riesgo a los que debe darse mayor atención, y reiteró
el eje de la propuesta: “igual que las características
de los estudiantes, las políticas de atención para reducir
los problemas también tienen que ser diferenciadas. Para atender
los problemas que llevan a cada grupo a retrasarse o fracasar en su
vida universitaria, se debe saber primero cuáles son y optimizar
después los recursos, apoyar a quienes más lo requieren
con esas cosas que precisan”. |
Becas
y tutores |
Dos
ejemplos de políticas diferenciadas que podrían ayudar
a optimizar los recursos de la UV son el otorgamiento de becas y la
asignación de tutores. Ragueb Chaín lo resumió
así: “Cuando los recursos son escasos, hay que focalizar
los apoyos a quienes más lo necesiten”. En el caso de
las becas, los investigadores se refirieron claramente a que los apoyos
económicos se destinen a los estudiantes de más bajos
recursos, pues en estas condiciones la deserción, el rezago
o la baja calidad académica es por falta de dinero. |
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Lo
mismo sucede con las tutorías –esquema que busca que
un alumno cuente durante su carrera con el apoyo y la guía
académica e individualizada de un maestro–, tutorías
que podrían asignarse a aquellos estudiantes que necesiten
apoyo especial en lo académico. “Si tenemos diez tutores
y 100 alumnos tenemos e elegir bien a quién asignarlos, nosotros
proponemos: enfoquémonos a aquellos que más lo necesitan
y que están en riesgo porque tienen menos posibilidades de
lograr el éxito académicos solos”.
De su lado, Casillas añadió que el apoyo a los sectores
estudiantiles más “vulnerables” por sus condiciones
económicas, familiares y académicas tiene que pensarse
también en función de incrementar su capital cultural.
Habló por ejemplo de promover con ellos acercamientos hacia
la cultura, ofrecerles espacios para hacer su vida universitaria,
cineclubes, puntos de reunión, centros de libre acceso para
hacer sus tareas, además de sitios para apoyar su economía,
como cafeterías, comedores accesibles, y más. |
No
obstante, Chaín aclaró que enfocar los esfuerzos a quienes
más los necesiten, no significa descuidar a quienes tienen
buenos promedios, mejores condiciones económicas o familiares.
Finalmente, explicó los pasos a seguir en esta propuesta: “Lo
primero para echar a andar una propuesta es reconocer la diversidad;
lo siguiente, dar cuenta de ella a través de los sistemas informáticos,
de cómo rinden los estudiantes, de su desempeño escolar,
de cómo llegan, en qué condiciones. Ya tenemos la información,
los recursos tecnológicos y la capacidad para hacerlo, sólo
falta empezar a tomar decisiones”.
Ambos académicos reconocieron que están empeñados
en lograr que el sistema de consulta de indicadores de desempeño
académico de estudiantes (BANNER) y la información socioeconómica,
académica y familiar que se obtiene de los estudiantes en su
ingreso (COREXANI y COINPI), deben ser explotados en beneficio de
la propia universidad y sus estudiantes. |
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La
UV cuenta con un sistema de información de los estudiantes:
calificaciones, bajas, materias reprobadas y aprobadas, desempeño
escolar, etc. y otro que concentra información socioeconómica,
familiar y académica de cada uno |
En
los últimos años, la UV ha acumulado en torno al egreso
de bachillerato información sobre las calificaciones obtenidas
por cada uno de los estudiantes que solicitan ingreso, datos que están
ordenados de manera sistemática para consultar y comparar el
números de aciertos, promedios y estadísticas por institución,
así como por área académica. Estos están
integrados en un software llamado Corexani, desarrollado en el Instituto
de Investigaciones en Educación (IIE), que ha sido de gran
utilidad para comparar niveles académicos de los estudiantes
que ingresan cada año a la UV. |
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