Año 6 • No. 231 • julio 17 de 2006

Xalapa • Veracruz • México
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Afirma investigador del IIESCA
Innovación, clave para mejorar
la competitividad de México
Alma Espinosa
Para mejorar la competitividad del país es necesario incrementar la capacidad de innovación, la cual permitirá una inserción más rápida al mercado mundial. México ha perdido muchos lugares en el concierto económico internacional, pues de estar en el 33 en el año 2000, cuatro años después ocupó el lugar 56 cuatro años después, informó Rafael González Hernández, del Instituto de Investigaciones y Estudios Superiores de las Ciencias Administrativas (IIESCA) de la Universidad Veracruzana (UV).

La innovación es la capacidad de utilizar el conocimiento científico propio o ajeno con el objeto de generar o modificar procesos productivos, los cuales deben ser adecuados y contribuir al desarrollo nacional, precisó el investigador. “Esta innovación se dará si existe una vinculación en tres sectores: gobierno, industria y producción científica que debe hacerse mayoritariamente en las universidades”, comentó.

La universidad es la entidad que podría contribuir de manera importante al desarrollo de la tecnología, pero desafortunadamente, dijo, los institutos, donde se agrupan los investigadores, no cuentan con la capacidad gerencial necesaria para su funcionamiento, adolecen de incentivos monetarios para personal técnico, programas de planificación, evaluación interna de proyectos, desarrollo y promoción de programas, control fiscal, y mecanismos apropiados para la asistencia técnica a la pequeña y mediana empresa.

Al precisar el tema de la administración de los institutos, Rafael González dijo que el sistema que se maneja actualmente no permite mejorar la productividad, por ello falta incorporar una administración más dinámica y que siga los lineamientos actuales, así como las necesidades.

En cuanto a la planificación, señaló que es una tarea difícil porque cada cuatro o seis años cambian las personas que están al frente de las instituciones, lo cual afecta de alguna manera los proyectos, que en la mayoría de los casos son a largo plazo. Aunado a lo anterior, está el poco apoyo que existe para el desarrollo de la ciencia y la tecnología, pues se destina tan sólo el 0.39 por ciento del PIB.

Al referirse a la parte de la industria, el académico explicó que ésta no se interesa por los productos de investigación hasta que ya han sido probados, lo cual requiere de mucho tiempo de trabajo. “Si existiera una vinculación más estrecha entre la universidad y la industria, habría mayor posibilidad de movilizar el potencial científico intelectual de las instituciones de educación superior para incrementar la efectividad y productividad de las empresas”, aseguró.

González Hernández sugirió, para mejorar esta vinculación, la transformación de actitudes de los investigadores. Esto significa que no se encierren en su laboratorio y mejor se acerquen a la industria para que ambas partes conozcan en qué puntos se pueden beneficiar.

El investigador también mencionó la importancia de que la investigación sea patrocinada, la creación de consultorías integradas por universitarios, que se incremente la movilidad académica, que se abran los espacios para el entrenamiento industrial y administrativo, se recluten jóvenes graduados y se impartan cursos y conferencias.

“La educación global y la formación de especialistas es la piedra de toque para la creación de una sólida infraestructura científica técnica para la instrumentación de la innovación. Si fallamos en estos aspectos se disminuye la posibilidad de contar con mano de obra con buen nivel educativo y personal técnico de alto nivel. Tenemos que asumir una educación de más calidad, de lo contrario seguiremos dependiendo de tecnología extranjera”, asentó.