Año 6 • No. 232 • Julio 24 de 2006 Xalapa • Veracruz • México
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Sutileza, sensualidad y forma
en la obra de Fernando Vásquez
Gina Sotelo
Retomando la perfección en las proporciones que Miguel Ángel llevó a sus máximas consecuencias, así como el virtuoso realismo de Auguste Rodin, el escultor veracruzano Fernando Vásquez Jácome realiza creaciones sutiles, sensuales y suaves homenajeando las formas femeninas y la naturaleza que se vuelven su veta de inspiración.

La madera es el medio que le permite expresar con mayor fluidez sus sentimientos, anhelos y deseos, es en sus manos que el material –que un día fue árbol– deja de ser un elemento inerte para cobrar una segunda vida en la escultura finalizada.


Fernando Vásquez .
Su iniciación en el mundo del arte ocurre en sus primeros años de vida. Al igual que otros grandes creadores, dibujaba y modelaba en plastilina desde los 10 años de edad. Más tarde realiza sus primeras esculturas en madera, en el taller de su padre, el también escultor Erasmo Vásquez Lendechy.

En ese entonces elaboraba piezas sencillas, ingenuas, como peces y delfines que distan del romanticismo y lirismo con toques eróticos que componen su actual obra. Aunque opta por el arte figurativo, es en una nueva etapa de su vida de creador que coquetea con las formas abstractas, dejando entrever que aún tiene mucho camino por explorar.
“Para mí la escultura es una forma de retratar los valores supremos del ser humano. Opto por el desnudo femenino porque es la belleza en sí, es una metáfora del amor”, dice Fernando, quien no “retrata” a la naturaleza, sino que la reinterpreta, estilizando las formas, alargándolas o acentuando sus detalles.

La negritud africana aparece también como una constante; voluptuosas figuras talladas sobre la oscura madera se erigen altivas, gruesas caderas y labios carnosos transmutan su carácter primitivo en una orgullosa y desafiante pose.
Prefiere las maderas más duras, especialmente las que tienen veta más oscura, aunque también ha utilizado el bronce y la piedra: “Me gustan más los materiales orgánicos que viven de nuevo en mis creaciones”.
Fernando sabe que la carrera que eligió para hacer su modo de vida, no es tarea sencilla, menos en nuestro país donde las instituciones no ofrecen al arte grandes posibilidades de desarrollo: “Son a los personajes reconocidos a quienes les abren las puertas de las galerías y no a los jóvenes talentos como los estudiantes, algo que en mi opinión, no debería ser así”.
Dejando atrás el mito de la inspiración divina que toca la mano del artista en gozosas ocasiones, Fernando es un escultor disciplinado. Hace y rehace bocetos buscando siempre la armonía, la manera de honrar a la madre natura en un universo plástico que con modestia, pero determinación, evoca la grandeza del universo.

El escultor de origen veracruzano expone constantemente desde la década de los 70, abandonando la carrera de Ingeniería para dedicarse en cuerpo y alma a la escultura. Desde los 80 radica en Xalapa, donde instala su taller realizando trabajos para coleccionistas particulares.

En 1996 es incluido con sus obras en el libro Los Caminos de la Forma y el Volumen, editado por el Instituto Veracruzano de Cultura (IVEC) y el Gobierno del Estado de Veracruz, participando más tarde en una colectiva alusiva a esta publicación. Recientemente participó en el 4° Salón del Arte en el Ágora de la Ciudad, y prepara una gran exposición que llevará al Distrito Federal el próximo año.