Año 6 • No. 232 • Julio 24 de 2006 Xalapa • Veracruz • México
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  No traicionó la Constitución del 57 ni la Reforma en su provecho
Juárez no consintió un país conservador porque significaba intervención extranjera
Dunia Salas Rivera
Para el Benemérito, modificar las Leyes de Reforma significaba que el pueblo perdiera su soberanía
En 1860, la consigna para los liberales era que si de verdad querían poner fin a la Guerra de Reforma, debían desconocer la Constitución de 1857. Pero para Benito Juárez esto era desleal a la Presidencia, a la Reforma y a la misma Constitución, aseguró el historiador británico Brian Hamnett.

Juárez actuó así, explicó el experto Invitado por la Facultad de Historia de la Universidad Veracruzana (UV), “no sólo porque se veía a sí mismo como la encarnación de la soberanía nacional y la virtud republicana, sino también porque, de haber abandonado la Constitución, habrían negado su gobierno ya que ésta le daba legitimidad a su reclamo por la sucesión presidencial a la caída de Comonfort, cuando el oaxaqueño se desempeñaba como presidente de la Suprema Corte”.
Hamnett, para quien el gran poder de Juárez residía en su capacidad de identificar y entender la trascendencia precisa del momento histórico que atravesaba el país, señaló que lo principalmente peligroso para Juárez era que los conservadores querían modificar las Leyes de Reforma, y en consecuencia, no podía tolerar en esos momentos ninguna tentativa de pacto con las potencias europeas que simpatizaban con el ala conservadora: Gran Bretaña, España y Francia.

“La intervención tripartita europea –de esos países– fue una consecuencia del fracaso de las dos propuestas de mediación que el gobierno británico presentó al de Juárez, la primera en enero de 1860 y la segunda en septiembre del mismo año, el cual fue crucial porque la Guerra de Reforma finalizaba”, comentó quien es considerado como un referente internacional en los estudios sobre Juárez.

Agregó que la firme decisión de éste al respecto lo llevó a romper relaciones con Santos Degollado, uno de sus colaboradores más leales, quien tenía la idea de llegar a un arreglo entre los dirigentes liberales y los militantes conservadores para poner fin a la guerra civil.

Este evento merece especial atención porque Santos Degollado fue gran promotor de las Leyes de Reforma, ministro de relaciones exteriores en 1860 –época en que los británicos hicieron su primera propuesta–, y comandante supremo de las fuerzas liberales prestando su apoyo a la segunda propuesta de mediación británica.

“Este acuerdo tenía implicaciones políticas importantes, ya que involucraba a países extranjeros en los asuntos internos del país”, explicó Hamnett. Y es que una vez concedido, el convenio presagiaba la intervención de los mismos en la deuda extranjera, en el pago de intereses y de tenedores de abonos, lo cual podía llevar a la supervisión de las aduanas marítimas que eran la fuente de mayor ingreso del país.
Así, el 25 de enero de 1860, narró Hamnett, el ministro de Relaciones Exteriores de Inglaterra pidió que se pusiera en armisticio la primera propuesta de mediación británica. Este plan contemplaba que después de la paz se propondría un nuevo Congreso para crear una nueva Constitución, hecho que llevó a Juárez a romper relaciones diplomáticas con Inglaterra.

“Esto se explica porque las prioridades de Juárez eran la legitimación del ejercicio del poder político y contrarrestar la amenaza de subordinación de las potencias europeas”. Y es que para Juárez el artículo 31 constitucional era fundamental, ya que establecía que la soberanía residía en el pueblo y sólo éste tenía la fuerza para cambiar al gobierno, puntualizó el autor de Concise history of Mexico, publicado recientemente por Cambridge University Press.

El historiador británico Brian Hamnett aseguró que las prioridades de Juárez eran la legitimación del ejercicio del poder político y contrarrestar la amenaza de subordinación de las potencias europeas