Año 6 • No. 234 • agosto 21 de 2006

Xalapa • Veracruz • México
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El único esparcimiento de la familia se da alrededor del complejo mediático, centro cultural que dicta la visión de la vida, los valores, lo correcto e incorrecto, lo aceptable o no

Fernanda Melchor
Boca del Río, Ver.- Debido a las grandes transformaciones urbanas y a los cambios en el comportamiento de la familia, los medios masivos de comunicación electrónicos se han posicionando como el primer poder ideológico en la sociedad mexicana, con una omnipresencia fortalecida por la amplitud de su cobertura y la incorporación de las nuevas tecnologías, aseguró Javier Esteinou Madrid, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), frente a estudiantes de la Maestría en Comunicación de la Universidad Veracruzana (UV).

El doctor en ciencias políticas, lo explica de esta manera: “Los cambios  sociales, entre ellos la inseguridad y la merma económica, han hecho que el único esparcimiento de la familia sea alrededor del complejo mediático, especialmente de la televisión, que ha adoptado el papel de centro cultural de la vida cotidiana desde donde se dicta a la sociedad normas y reglas como la visión de la vida, los valores, lo correcto e incorrecto, lo aceptable o no”.

Afirmó que éste ha desplazando a los partidos, las iglesias, los poderes constitucionales, convirtiéndose en el centro del poder contemporáneo. Además, insistió en el peligro porque desde sus programas se prescriben ahora las coordenadas de la visión de la vida.

“Sobre todo la Radio y la TV, son grandes consorcios económicos que han tenido un impacto relevante en la cultura: una ventaja política que han rentabilizado para conseguir posiciones más sólidas y de mayor preeminencia sobre otras áreas del estado de la sociedad y la cultura, y han quedado ubicados como los centros hegemónicos desde donde hoy se guía a la sociedad en su conjunto”, explicó.

Se han desplazado estructuras jerárquicas y de valores socialmente tradicionales para constituirse en el centro del poder de donde emana la cultura que consume la sociedad: la cultura parasitaria, chatarra o telebasura

Esteinou aseveró que el hecho de que el estado permita que los medios electrónicos rijan los valores y la cultura en las familias “es un problema muy delicado, pues han venido desplazando otras estructuras jerárquicas y de valores socialmente tradicionales para constituirse en el centro del poder de donde emana ahora la cultura que consume la sociedad: la cultura parasitaria, chatarra o telebasura, que ellos generan”.

¿Por qué a los medios les conviene esta enajenación? “Porque podemos ser manejados fácil ideológicamente. La cultura idiota busca tener una sociedad nublada desviada del análisis, la reflexión y la solución de los problemas sociales: la vivienda, el trabajo, la educación, la salud, para que el  espectador no se centre en lo fundamental, así que idiotizada por los medios posponga la resolución de sus contradicciones y problemas,  de generación en generación,  hasta que finalmente explote en grandes conflictos que el propio estado no sabrá cómo enfrentar”.

¿Por qué a los medios les conviene esta enajenación? “Porque podemos ser manejados fácil ideológicamente. La cultura idiota busca tener una sociedad desviada del análisis de problemas sociales: la vivienda, el trabajo, la educación, la salud, para que el espectador no se centre en lo fundamental”

¿Qué hacer ante este panorama?  “Lo que tenemos que hacer hoy día es despertar y organizarnos como sociedad civil, plantear al gobierno otra propuesta de reforma a la Ley de Radio y Televisión, aunque sea una reforma parcial, porque no podemos permitir que estas condiciones abusivas, injustas, draconianas y tan ambiciosas sean las que nos gobiernen en las próximas cuatro décadas, porque van a generar un empobrecimiento cultural, democrático y espiritual en la sociedad  como pocas veces
se ha dado”.

¿Lo fundamental versus la telebasura? “Efectivamente, la visión de los medios es que el televidente logre evadirse de la necesidad, alejarse, negarla,  no encararla, huir a través de la propuesta fantasiosa del entretenimiento, la diversión, el espectáculo basado en el show, en el morbo, en el abuso excesivo de la sexualidad, el alcohol, el hedonismo, para evitar enfrentar los problemas que significan un cambio de sistema que las estructuras mediáticas no estén dispuestas a que se dé”.

“Hay grandes prioridades nacionales que no son cuestiones ideológicas sino asuntos fundamentales por resolver para vivir mejor como el desempleo, la escasez de  agua, la organización de las urbes, el acceso a la vivienda,  a la educación, salarios bien remunerados, un proyecto de desarrollo en equilibrio con la naturaleza”, citó, entre otros más, como el legado que nuestra generación enajenada le dejará a las venideras.

¿En verdad son tan malos para nuestro desarrollo los medios de comunicación, así como los pinta? “Los medios por sí mismos no: por su avance tecnológico representan un aporte fundamental para la inteligencia humana y para que los hombres nos podamos comunicar e interactuar; el gran problema es el proyecto económico-político-cultural-social y psicológico, que existe detrás de cada medio y cómo lo usan”.

Los medios no son miserables por sí mismos, incluso representan un aporte fundamental a la inteligencia humana; el problema es el proyecto económico que hay detrás de cada uno

La Ley Televisa
Por ejemplo, tenemos la Ley Televisa: la realidad es que los partidos políticos dependen de los medios, por eso no quisieron enfrentarse contra Televisa para detener en el congreso su propuesta de ley, porque fueron amenazados con que si no aprobaban esta propuesta jurídica que necesitaba para convertirse en una entidad más poderosa, entonces iba a marginar espacios a sus candidatos y ellos, ante una  contienda electoral próxima, no podían arriesgarse a eso. La aprobaron.
 
Ante esta situación, los mexicanos sólo tienen por esperanza que el Poder Judicial detenga la Ley Televisa, que contiene normas abusivas, verticales, marginadoras y discrecionales que harán que la sociedad mexicana viva bajo ellas durante los próximos 50 años: es decir, sin tener acceso a los derechos comunicativos, que los ciudadanos no puedan participar en los medios, que los poderes públicos se debiliten, que tengamos la pantalla llena de telebasura y de información parasitaria y que, finalmente, triunfe la cultura idiota”.

Respecto a la participación ciudadana, el investigador de la UAM, aclara que debemos pensar acerca de las concesiones que se han dado a cada grupo mediático y vigilar de qué manera  explota su proyecto como medio electrónico y si lo está haciendo de manera correcta o incorrecta y si no, plantear al estado la sustitución o renovación de esa concesión, para que sea  licitada a otro grupo que presente un proyecto más participativo y humanista.

Sin embargo, suena algo utópico. “Es muy difícil, tenemos ciertas bases  legales, pero la sociedad ha sido muy comodina e irresponsable. Hay que reconocer que estamos avanzando en la maduración que necesitamos como sociedad civil, pero aún así estamos ‘muy verdes’. Por ejemplo, cuando a principios de este año se planteó a la Cámara de Senadores la Reforma a la Ley de Radio y Televisión, fue un sector comunitario muy pequeño el que protestó y la mayor parte de la sociedad estuvo dormida, hubo muy poca participación social para analizar las consecuencias que dicha reforma iba a tener”, responde. 

Los medios impresos, dijo, son la alternativa, “porque es donde se da la mayor pluralidad, apertura y discusión. Luego seguiría la Radio,  pero la Televisión es más hermética y menos plural. La Prensa es donde circulan aunque de manera reducida, diversos puntos de vista”. Otros medios a los que Esteinou sugirió recurrir son Internet y la red de radiodifusoras y televisoras educativas y culturales del país, por cierto, todas ellas amenazadas a desaparecer por la Ley Televisa, entre ellas las radios comunitarias, a quienes esta iniciativa condenó a morir lentamente.