Año 6 • No. 238 • septiembre 18 de 2006 Xalapa • Veracruz • México
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Gina Sotelo

Nueva York, 1917. Sorpresa, horror, rechazo, burla e incredulidad se sintió en la galería Grand Central. El jurado de una muestra de artistas independientes no podía creer lo que veían sus ojos. ¿Qué hacía ese horrible urinario firmado con el nombre R. Mutt en una sala de exposiciones? No era un chiste de mal gusto, era el provocador Marcel Duchamp mostrando su desilusión ante las formas tradicionales del arte.

Casi un siglo después pareciera que cualquier cosa puede ser llamada arte, y en las galerías cabe desde un caballo sangrando azotado contra el piso, un centenar de ataúdes o un Citroen partido a la mitad y vuelto a unir. Los urinarios han dejado de ser perturbadores.

Haciendo honor al ready-made de Duchamp llegó a la Galería AP el artista belga Michel Barzin con sus dos urinarios bajo el brazo. La instalación se presenta al público como una sátira de la sátira: una legión de pitufos –belgas como Barzin– se enfrentan a la horda de pensadores en miniatura de Rodin en un tablero de ajedrez.

La gran tabla de 64 casillas está dispuesta para que un par de jugadores inicie la partida. Los urinarios son literalmente los tronos en los que los contrincantes pueden tomar asiento…y pensar, como lo hubiera querido el escultor francés.

La exposición titulada Incidentes sin importancia de Michel Barzin comprende además una serie de serigrafías, xilografías y piezas en linóleo. Se trata de aves y cerdos voladores de mediano y gran formato y una serie de videos relacionados con sus visitas al Gólgota y Bagdad, así como un texto sobre Oscar Wilde y uno más denominado La muerte de un limón.
Michel Barzin nació en 1949 en Bélgica, y desde muy pequeño pensó en ser pintor. En la actualidad hace principalmente dibujo, grabado, pintura, instalaciones y animaciones. Sobre Incidentes dice: “Pienso que soy el cronista de mi propia vida, de alguna manera. Veo el cielo, observo los hombres, las nubes se renuevan sin cesar. Los hombres no cambian nunca, eso provoca pequeños accidentes tristes y divertidos. La anécdota se convierte en universal y me parece esencial”.

En otra sala de la galería expone la joven Dulce María Castañeda La mujer desnuda. Con este trabajo, la pintora se cuestiona y cuestiona al espectador si la mujer es su cuerpo o tiene un cuerpo a partir de la idea de que en nuestra sociedad se han generando infinidad de imágenes que muestran al cuerpo como una imagen de consumo que es explotado con la intención de provocar deseo.

Para Dulce María, cuando el cuerpo de la mujer no tiene que comunicar, pedir, provocar, seducir ni persuadir, y no muestra una expresión de alguna emoción fuerte está tranquila, en su condición de ser: “Podemos observar que de una manera muy sutil, aflora un gesto y una actitud corporal profunda que transmite parte del estado psicoexistencial de esta mujer específica. Es una manera de abordar su ‘yo’ a través de su cuerpo sin la carga social que se le ha dado”.

Incidentes sin importancia de Michel Barzin y La mujer desnuda de Dulce María Castañeda pueden visitarse todo este mes en la Galería AP de la Facultad de Artes Plásticas de la Universidad Veracruzana (UV), ubicada en Belisario Domínguez 25. La entrada a este espacio es libre.