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Gina Sotelo |
Nueva
York, 1917. Sorpresa, horror, rechazo, burla e incredulidad
se sintió en la galería Grand Central. El jurado de
una muestra de artistas independientes no podía creer lo
que veían sus ojos. ¿Qué hacía ese horrible
urinario firmado con el nombre R. Mutt en una sala de exposiciones?
No era un chiste de mal gusto, era el provocador Marcel Duchamp
mostrando su desilusión ante las formas tradicionales del
arte.
Casi un siglo después pareciera que cualquier cosa puede
ser llamada arte, y en las galerías cabe desde un caballo
sangrando azotado contra el piso, un centenar de ataúdes
o un Citroen partido a la mitad y vuelto a unir. Los urinarios han
dejado de ser perturbadores. |
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Haciendo
honor al ready-made de Duchamp llegó a la Galería AP
el artista belga Michel Barzin con sus dos urinarios bajo el brazo.
La instalación se presenta al público como una sátira
de la sátira: una legión de pitufos –belgas como
Barzin– se enfrentan a la horda de pensadores en miniatura de
Rodin en un tablero de ajedrez.
La gran tabla de 64 casillas está dispuesta para que un par
de jugadores inicie la partida. Los urinarios son literalmente los
tronos en los que los contrincantes pueden tomar asiento…y pensar,
como lo hubiera querido el escultor francés.
La exposición titulada Incidentes sin importancia de Michel
Barzin comprende además una serie de serigrafías, xilografías
y piezas en linóleo. Se trata de aves y cerdos voladores de
mediano y gran formato y una serie de videos relacionados con sus
visitas al Gólgota y Bagdad, así como un texto sobre
Oscar Wilde y uno más denominado La muerte de un limón.
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Michel
Barzin nació en 1949 en Bélgica, y desde muy pequeño
pensó en ser pintor. En la actualidad hace principalmente dibujo,
grabado, pintura, instalaciones y animaciones. Sobre Incidentes dice:
“Pienso que soy el cronista de mi propia vida, de alguna manera.
Veo el cielo, observo los hombres, las nubes se renuevan sin cesar.
Los hombres no cambian nunca, eso provoca pequeños accidentes
tristes y divertidos. La anécdota se convierte en universal
y me parece esencial”.
En otra sala de la galería expone la joven Dulce María
Castañeda La mujer desnuda. Con este trabajo, la pintora se
cuestiona y cuestiona al espectador si la mujer es su cuerpo o tiene
un cuerpo a partir de la idea de que en nuestra sociedad se han generando
infinidad de imágenes que muestran al cuerpo como una imagen
de consumo que es explotado con la intención de provocar deseo.
Para Dulce María, cuando el cuerpo de la mujer no tiene que
comunicar, pedir, provocar, seducir ni persuadir, y no muestra una
expresión de alguna emoción fuerte está tranquila,
en su condición de ser: “Podemos observar que de una
manera muy sutil, aflora un gesto y una actitud corporal profunda
que transmite parte del estado psicoexistencial de esta mujer específica.
Es una manera de abordar su ‘yo’ a través de su
cuerpo sin la carga social que se le ha dado”.
Incidentes sin importancia de Michel Barzin y La mujer desnuda de
Dulce María Castañeda pueden visitarse todo este mes
en la Galería AP de la Facultad de Artes Plásticas de
la Universidad Veracruzana (UV), ubicada en Belisario Domínguez
25. La entrada a este espacio es libre. |
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