“A
partir de este momento hay que ubicar al maestro Rodolfo Valencia
en el lugar que le corresponde dentro del teatro en México
y que puedo decir, sin temor a equivocarme, que es el lugar más
alto que puede haber”, opinó Domingo Adame, director
de la Facultad de Teatro de la Universidad Veracruzana (UV), en
el Foro Torre Laphan de la Facultad de Teatro.
Estas y otras palabras las externó durante el homenaje que
en memoria de Valencia le rindió la Facultad a su cargo.
Un muy sincero homenaje póstumo al maestro, quien falleciera
el pasado 25 de julio.
Alumnos, maestros y amantes del teatro compartieron experiencias,
poesía y palabras dedicadas a la memoria del hombre que dedicó
toda su vida a la enseñanza y ejecución del teatro.
El vínculo de Valencia con la Facultad fue importante porque
además de impartir talleres a maestros y estudiantes, éstos
pudieron conocer y valorar su propuesta como la de uno de los más
importantes teatristas del siglo XX en México.
Adame, quien trabajó con él muchos años, llamó
al acto como homenaje de gratitud al maestro directo de muchas de
las personas que ahí colaboran. Lo calificó como el
Maestro –con mayúscula– del teatro en México,
y expresó:
“Encuentro que el maestro Valencia jugó plenamente
el teatro y en consecuencia se dejó jugar con él.
Esto quiere decir que no solamente enseñaba o dirigía,
sino que asumió siempre que el eje del teatro era la actuación;
sobre eso trabajó en todo su proceso de investigación
y enseñanza que le llevó toda su vida, y eso lo demostró
también al confrontarse con el público, pues demostró
de qué manera había que estar en el escenario”.
Fue en este momento de la charla cuando a Domingo Adame le brillaron
los ojos. Recordó ante el público la presencia de
Valencia en El hombre Prometeo allá por 1977, que conmovió
al público en México en el pequeño foro de
la Casa del Lago de la UNAM: “Ahí, en ese momento,
el maestro Rodolfo Valencia demostró en su trabajo actoral
lo que es estar en el escenario viviendo lúcida y plenamente
el trabajo escénico”.
Finalizó su intervención diciendo que el maestro Valencia,
a diferencia de otros, se plantó en el teatro, en escena,
viviendo la esencia, jugando con el espectador un juego verdadero,
un juego honesto, un juego comprometido.
En el homenaje participaron la maestra Laura Moss, quien leyó
un muy emotivo poema, e Iván Herrera, uno de sus discípulos
más jóvenes, quien hizo su tesis a nivel licenciatura
sobre la obra de Valencia. También estuvo presente Francisco
Acosta, quien desde los 70 se integró a los talleres impartidos
por Valencia.
Hacia el final de la velada Martín Zapata, discípulo
del maestro Valencia y amigo cercano, interpretó en su honor
la representación para un actor de Ik Dietrick Fon, ejercicio
escénico que fue muy disfrutado por el público.
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