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La
Independencia contada
por Alfonso Reyes
Diana Eugenia González Ortega |
La
comunidad estudiantil debe sentirse muy orgullosa de tener a su disposición
los primeros cinco títulos de la colección Biblioteca
del Universitario, que de acuerdo a Sergio Pitol le abre al estudiante
las puertas del conocimiento del mundo y también a sí
mismo.
Como recordar es vivir, me di a la tarea de leer el número
uno de esta colección, Visión de Anáhuac de Alfonso
Reyes –a quien se le llama el “Mexicano universal”,
ya que supo mantener siempre su mirada atenta a lo que se hacía
y se había hecho en el campo de las humanidades en otras latitudes.
Además, José Luis Martínez menciona que tenía
el don de la forma, el arte de presentar los asuntos conocidos en
síntesis afortunadas , o bien de hacer accesibles y claros
los conceptos más arduos y de darles encanto e interés.
Pues bien, muy acorde con estas próximas fiestas patrias, Alfonso
Reyes describe en esta obra nuestras fiestas patrias de la siguiente
forma:
“La noche del 15 de septiembre de 1810, el cura del pueblo de
Dolores, Miguel Hidalgo y Costilla, convocó a sus feligreses
a toque de campana y se lanzó a la lucha contra el régimen
español en pro de la independencia nacional“.
“De aquellos vecinos amotinados, de aquel montón de hombres
empujados por una fiebre divina, mal armados con picos y hachas, -cada
uno como podía y con los instrumentos del azar-, surge el primer
gran ejército de la independencia; ejército que llegará
a ser formidable, y que sólo se detendrá en el Cerro
de las Cruces, ante quién sabe qué fuerzas o qué
consideraciones misteriosas y ya a punto de caer sobre la ciudad de
México, donde parece que tenía seguro el triunfo. A
la majestad de la historia no siempre conviene el que los grandes
conflictos encuentren soluciones fáciles“.
“La noche del 15 de septiembre, en recuerdo del hecho humilde
y memorable, el presidente de la República congrega al pueblo
en la Plaza de Armas de México, frente al Palacio Nacional,
sobrio y majestuoso edificio revestido de dolor y de historia; tañe
la misma campana con que el cura Hidalgo dio la alerta al corazón
de la patria, y que repite el grito ritual: “¡Viva México
libre e independiente¡“.
“Las escenas de regocijo y fiesta que entonces se desarrollan,
en medio de la gritería y las iluminaciones nocturnas, son
uno de los rasgos más pintorescos de la vida popular mexicana,
y han tentado a todos nuestros novelistas de costumbres. Un hálito
de las antiguas panegirias parece volar sobre la hermosa ciudad“.
“Este motín del pueblo de Dolores, este hecho –uno
de tantos, uno entre varios–, ha venido, por diversas circunstancias
históricas, a ser considerado como el símbolo de la
independencia, la cual sólo fue consumada diez años
más tarde, en 1821, por el Coronel Agustín de Iturbide“.
“En tanto que los liberales de México insisten en la
representación histórica del cura Hidalgo, caudillo
popular, verdadero Padre de la Patria, los conservadores insisten
en la importancia innegable de la obra de Iturbide –criollo
aristócrata–, como consumador de la independencia nacional“.
“Pero Iturbide desvirtuó el brillo de su personalidad
por haber caído en el error de erigirse más tarde Emperador
de México. Efímero imperio el suyo, sin justificación
histórica ni arraigo ninguno en los sentimientos populares“.
“Hidalgo queda con el alto prestigio del martirio por una noble
causa; la cual, en su tiempo, era más difícil de defender
que en tiempos de Iturbide”. (Reyes, 2006, p.87). |
Bibliografía.
Reyes, A. (2006) Visión
de Anáhuac y otros textos. Xalapa, Universidad Veracruzana,
2006. (Biblioteca del Universitario no. 1) |
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