Año 6 • No. 239 • septiembre 25 de 2006
Xalapa • Veracruz • México
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Imágenes enriquecidas por el contacto humano
Byron Brauchli, fotógrafo de dos culturas
Gina Sotelo

Con el tiempo, el ojo del fotógrafo texano Byron Brauchli se ha vuelto un poco más mexicano. Su mirada ha cambiado. No se ha contaminado: se ha enriquecido producto de su vida en el país, especialmente de sus constantes peregrinaciones al Distrito Federal: “Hay cosas que comprendo más, que me son más cotidianas.

No me gusta sólo tomar fotografías de lo que sucede a mi alrededor, prefiero integrarme a la sociedad, entender qué sucede y captar el alma del recorrido”.

Investigador del Instituto de Artes Plásticas (IAP) de la Universidad Veracruzana (UV), llegó a Xalapa desde 1999 y a la fecha sus viajes han sido tantos y tan frecuentes que apenas tiene tiempo de asimilar todas las experiencias de vida que le dejan estos desplazamientos. Recién llegó de exponer en Argentina cuando tiene ya en puerta dos exhibiciones en Canadá en las próximas semanas.

La primera es una muestra colectiva que se suma a las actividades de cooperación entre la UV y la Universidad de Victoria en Canadá. Curada por Allan Antliff, Tocando tierra se presentará en noviembre. Son 25 obras de Manuel González de la Parra, Adrián Mendieta, Carlos Lamothe y el propio Brauchli.

Además el fotógrafo llevará parte de su serie de frontera al Simposio Internacional de Artes de Victoria. Será una exposición individual con 20 impresiones en paladio platino de 40 por 50 centímetros. El simposio se efectuará del 27 al 30 de octubre y es una reunión sin precedentes de artistas locales, nacionales e internacionales.

Brauchli será parte del grupo Artists of Conscience, una exploración de cómo el trabajo de un artista es afectado por su conocimiento e implicación en situaciones sociales vitales y a veces polémicas. Los participantes son invitados de Canadá, Estados Unidos, Sudamérica y Europa, así como profesionales renombrados de Victoria, Vancouver y de las Islas del Golfo.

La frontera y las peregrinaciones son dos de los grandes termas que fascinan a Brauchli. De nacimiento gringo –como él mismo lo dice divertido– disfruta, goza y aprende de la cultura mexicana. Trata de entender el sincretismo que inviste la idiosincrasia del mexicano que visita La Villa entre penachos, copal, incienso y crucifijos romanos.

Ciudadano del mundo, se preocupa y ocupa de los problemas sociales que lo rodean. No se ciega ni por fanatismos ni por fervores patrios, ni siquiera estando en casa: “Cuando estaba allá veía la vida distinta a muchos americanos; vivía en un choque interno. De hecho jamás llegué a expresar libremente lo que creía sobre ciertos eventos, principalmente políticos o terroristas”.

A Brauchli le resulta muy difícil mantenerse callado. Es precisamente en México donde se siente más libre y más comprendido a la vez. Quizá por eso su trabajo aquí es más sincero, honesto, inspirador. Es su foto –en sus palabras– una mirada a la combinación de lo moderno con lo tradicional por la frontera entre México y EU: “Se contrasta el norte y el sur, estableciendo una dialéctica entre los dos países que describe la coexistencia y contraste del orden y el caos, el progreso y la tradición, mostrándonos así algunas ambigüedades de la sociedad moderna”.

Becario de Fulbright-Robles, recientemente participó en la Segunda Bienal Argentina de Fotografía Documental en San Miguel, Tucumán, donde exhibió Viva la reyna de México en la galería de la Fundación Vicente Lucci.

Su constante peregrinaje ha sumado a su experiencia de vida anécdotas y situaciones que van de lo chusco a lo peligroso. Su inseparable cámara es la extensión justa de sus ojos. Aunque el camino se le haga bastante familiar, las situaciones siempre son diferentes.

El andar a pie le permite descubrir paisajes que desde la bicicleta o el autobús no se perciben, así como tener una relación estrecha con los peregrinos, quienes le revelan sus secretos para aguantar el paso, ya sea al llevar varios pares de zapatos para cambiarlos cuando estén muy mojados o ponerles, cual si fuera una plantilla, una toalla sanitaria que absorba el sudor del pie. Año tras año el mismo recorrido resulta siempre diferente.

Byron Brauchli actualmente es investigador de tiempo completo en el IAP de la UV, donde se encarga del desarrollo del taller de grabado y heliograbado. Para conocer más de su trabajo se puede consultar su página electrónica www.byronbrauchli.com.