Así lo señaló Alberto Olvera, politólogo
e investigador de la Universidad Veracruzana (UV), al analizar frente
a estudiantes de Economía cómo los conceptos de “participación
ciudadana” y “sociedad civil” implican, en estados
neoliberales, una filosofía muy distinta al modelo que han
implementado hoy en día países como Brasil, donde la
democracia no sólo se acota al terreno electoral.
Responsabilidad
delegada a la ciudadanía
Según dijo, el patrón de filantropía privada
es completamente funcional al modelo neoliberal, porque profundiza
un proceso ya en marcha de “desresponsabilización del
Estado con respecto a las necesidades sociales de la sociedad”,
y necesita para ello un tipo de sociedad civil y de participación
ciudadana.
Aseguró además que este modelo ha construido un discurso
que sostiene que la bondad de los ciudadanos, la solidaridad y el
apoyo colectivo para con los pobres ha de sustituir los programas
sociales que el Estado debería implementar, es decir, ha
constituido una filosofía que sustenta y justifica el esquema
neoliberal.
“Hay una privatización de la política social
que puede ser mayor o menor dependiendo del caso”, dijo Olvera,
y señaló que el ejemplo paradigmático es el
caso de Brasil en la década de los noventa, cuando el presidente
Cardoso puso en marcha un programa llamado Comunidad solidaria,
que permitió al Estado evadir su responsabilidad de atender
los derechos sociales fundamentales.
De acuerdo con el investigador, mediante convenios específicos
con ciertas organizaciones no gubernamentales y de la sociedad civil,
el gobierno del presidente Cardoso descargó la responsabilidad
de implementar proyectos de educación, salud, atención
a ancianos, niños y adolescentes.
En cambio, explicó que el modelo que actualmente ha puesto
en práctica Brasil, concibe la participación ciudadana
como un eje de co-decisión de la sociedad en la política
pública, pues a través de consejos cívicos
la gente tiene la posibilidad de influir en ciertos ámbitos
de la política social. Como ejemplo habló de los llamados
presupuestos participativos.
“En algunos de los municipios grandes de ese país el
ejercicio de una parte del presupuesto público municipal
–que va del 9 al 15 por ciento– se decide a través
de un ciclo de asambleas en las colonias populares, es decir, a
lo largo de todo el año es la propia sociedad civil la que
prioriza y decide cuál es la obra pública que van
a llevar a cabo en ese ayuntamiento”.
El investigador, actual director del Instituto de Investigaciones
Históricos-Sociales (IIH-S) de la UV, advirtió que
aunque ocupa un porcentaje pequeño del presupuesto municipal,
ésta es una experiencia interesante porque permite que el
clientelismo tradicional de los políticos sea controlado
y también que haya un tipo de debate colectivo en relación
a las prioridades de la política pública.
Participación ciudadana en México
En México, según dijo el investigador, opera también
el modelo de sociedad civil y de participación ciudadana
del sistema neoliberal, pero con ciertas particularidades: “Como
la proporción de inversión pública destinada
a la educación o a la salud ha venido disminuyendo, lo que
tenemos es un intento de llevar a cabo también esta política.
Sin embargo, a diferencia de Brasil, nuestro país tiene muy
pocas organizaciones con esta capacidad”.
Por otro lado, aclaró que en México hay un programa
mucho más extendido en el territorio que no ha dejado de
cumplir estas responsabilidades, aunque sea en la pequeña
escala en que lo ha hecho históricamente. “Hay que
reconocer que la política de subsidios de Oportunidades,
articulada como está a la atención en la escuela y
al programa de salud, ha permitido que se mantenga un estándar
que, si bien es cierto que es bajísimo, es a fin de cuentas
un estándar de atención de necesidades”.
Reconoció además que si es verdad que en nuestro país
existen consejos consultivos en las secretarías de Estado,
por ejemplo, éstos lejos de permitir la participación
ciudadana en las desiciones de la política pública
como en Brasil, son más bien ficticios, “son consejos
de notables que cuando mucho avalan las decisiones de las autoridades”,
puntualizó.
Por último, aseguró que estos modelos corresponden
a dos formas de entender la democracia. Por un lado, en el sistema
neoliberal, limitada y acotada al terreno electoral que hoy en día
crea tanto descrédito en América Latina porque coincide
con el empobrecimiento masivo y con esta especie de aislamiento
de la clase política respecto a la sociedad; y por otro lado,
un proyecto de democracia que lo que busca es acercar el gobierno
a la gente, pero otorgándole a ésta espacios de co-decisión.
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