Año 6 • No. 245 • Noviembre 6 de 2006 Xalapa • Veracruz • México
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En México se tienen científicos pero no ciencia: investigadores de la UV

David Sandoval
Deben desarrollarse programas pedagógicos que generen nuevas propuestas

La investigación debe incluir también el aspecto estético
Hoy, América Latina atraviesa una crisis en el desarrollo de la ciencia, mientras que en México el capital invertido por el gobierno federal en investigación ha disminuido. La escasa inversión de la iniciativa privada en materia científica, es ocasionada por la falta de incentivos fiscales y, a su vez, provoca que se compre tecnología en el extranjero.

Rogelio De la Mora, académico de la Universidad Veracruzana (UV), sostuvo que, como algunos científicos mexicanos lo han expresado, debe reforzarse la presencia de la ciencia en el proceso de aprendizaje de los niños. Para tal efecto, destacó que ejemplo, que la inversión en investigación para nuestro país se redujo de 0.4 a 0.36 por ciento del Producto Interno Bruto.

Ciencia democrática

De la Mora aseguró que de la combinación entre la ciencia y la cultura se desprende la cuestión de la democracia, y su propuesta consiste en encontrar programas pedagógicos viables, ya que “el desarrollo de la ciencia la ha llevado a alejarse de sus raíces culturales y olvidarse de sus verdaderas dimensiones”.

En la actualidad, destacó De la Mora, la investigación se ha convertido en tecnociencia, donde el conocimiento práctico ha tenido primacía sobre los saberes, y los investigadores en su formación no reciben conocimientos de la historia y filosofía de la ciencia, que “equivale a privarlos de elementos de comprensión indispensables donde los saberes y el conocimiento práctico, aplicativo, mecánico, no puede estar más separado de su contexto social”.

Por su parte, el académico e investigador de la Facultad de Filosofía, José Antonio Hernánz, tituló su participación “Aprovechemos lo que nos da qué pensar”, refiriéndose a que al hablar de creatividad e investigación se tiene que hablar también de un proceso previo que exige la posibilidad de la creatividad, que es la apropiación del conocimiento científico. No obstante que, dijo, en los países de América Latina este proceso aparece rodeado de dificultades.

Ciencia en el contexto mexicano

El problema que surge en las instituciones de educación superior es cómo formar investigadores, ya que el proceso donde interactúa el ser humano con la ciencia y cultura occidentales ha creado un ciclo de construcción de problemas que resulta improductivo por su constitución lineal.

“Lo que yo creo que tenemos que hacer es incorporar procesos culturales, históricos y epistemológicos que nos permitan hacer las cosas pero pensando en nuestro contexto. Nosotros no podemos y no debemos intentar pensar como los alemanes o como los chinos; tenemos que pensar como mexicanos y, en ese sentido, tenemos que hacer frente a nuestros propios problemas y resolverlos de una forma global”, aseguró el investigador.

El resultado sería elaborar un proceso que estuviera tamizado por tres vectores: el mundo de la vida cotidiana, la mentalidad y la cosmovisión, “porque estos tres elementos nos permiten construir excedentes epistemológicos que van a permitir resolver de forma creativa los problemas”.

Planteó que no debe concebirse la objetividad del método científico como aséptica, ya que la ciencia y la tecnología son un producto sociohistórico, cultural, determinado y concreto. “En la medida en que seamos capaces de hacer que nuestros estudiantes y nosotros mismos podamos incluir todo ese bagaje semántico a la investigación daremos sentido a los problemas y, por lo tanto, podremos resolverlos”, precisó el académico.

Como preámbulo a su ponencia, Feliciano García Aguirre, investigador del Instituto de Investigaciones Histórico Sociales (IIH-S), realizó preguntas a los asistentes relacionados con la investigación científica: ¿A qué sujetos sociales –concretamente– puede interesarles formar investigadores y científicos? ¿Cuáles son los recursos humanos y materiales que habría que poner en movimiento para garantizar la creación científica y difusión social de los saberes? ¿Cómo unir el saber científico con los otros saberes ancestrales de nuestros pueblos? ¿Cómo iniciar un diálogo provechoso donde la lucha de clases se complica con la lucha generacional?

Saberes científicos vs. saberes populares

En opinión del académico, lo que se tiene en México son científicos pero no ciencia: “La ciencia que hemos cultivado desde el siglo XVII es una ciencia simplificadora de la realidad. Por esta razón con frecuencia no encontramos las conexiones que deberíamos haber hallado hace mucho tiempo; esto permite que los saberes denominados ‘científicos’ se impongan a los saberes ‘populares’, ya que permiten la expansión del capitalismo y buscan adaptar todos los elementos de las sociedades en valores de uso y valores de cambio”, manifestó.

Las instituciones son otro de los factores que influyen en la creación del conocimiento: el Estado, la iglesia, el ejército y las empresas. García Aguirre señaló como ejemplo al complejo militar industrial, gran motor de desarrollo de los Estados Unidos desde antes de la Segunda Guerra Mundial. “Sin embargo, en nuestra nación, la Iglesia ha participado enormemente en la construcción de nuestras propias visiones del mundo”.

“Los recursos que se dedican a la ciencia y la tecnología no son ingenuos, siempre han tenido que resolver problemas del supersistema, no tiene que ver con la inteligencia y sagacidad del investigador. No obstante, ha habido investigadores que plantean diferentes enfoques como Boaventura De Sousa Santos, Pablo González Casanova y Edward Said”, agregó, señalando algunas de las limitantes que la misma ciencia impone a su desarrollo.
Estética, factor decisivo para realizar ciencia

En su participación, Manuel Morales, académico de la Facultad de Física de la UV, coincidió que la práctica de investigación y los aspectos creativos de la misma están moldeados por una serie de determinaciones escolares como extraescolares, pero también de un aspecto estético que debe ser valorado.
Esto se relaciona con la preocupación personal y de sus compañeros académicos cuando se enfrentan a la tarea de formar jóvenes investigadores desde la licenciatura.

Señaló que la investigación tiene que abordarse desde un aspecto estético y regirse sobre ciertos criterios, ya que estamos condicionados a reproducir el conocimiento: “Enseñamos al estudiante que la investigación es una receta; eso es falso. ¿Dónde se falla? No se le ha propuesto lo creativo al conocimiento”, aseguró, además de señalar que el problema sigue siendo el mismo: la transmisión del conocimiento.

En el trabajo con sus estudiantes –agregó– se ha planteado como alternativa una propuesta pedagógica desarrollada por él mismo –que considera no acabada– a la que denomina “protométodo”, referente a lo que antecede a las preguntas sobre el método, “cuando uno está definiendo un trabajo de investigación”, el cual consiste fundamentalmente en darle libertad a los alumnos para proponer enfoques originales en la investigación y considerar las determinaciones sociales en todas las propuestas.
Aclaró que “somos víctimas de cómo nos enseñaron a nosotros las cosas y así tendemos a reproducirlas, y entonces enseñamos que la investigación, lo que transmitimos al estudiante, es como una receta”, por lo que a los estudiantes no se les brindan los elementos de creatividad para que puedan abordar problemas de manera diferente a como han trabajado durante sus estudios.

“Lo creativo, en mi opinión, está no tanto en las respuestas que se den a un problema sino hasta en el planteamiento mismo del problema; en cómo tratar de ver el mismo problema desde otra óptica es donde reside la creatividad del proceso”, puntualizó.

Como conclusión de esta mesa, José Velasco Toro, investigador del IIH-S, planteó una respuesta a la pregunta ¿qué es aprender? Dijo que aprender no significa memorizar conocimientos sino “significa comprender y comprender no depende de la memorización, sino de disponer de conceptos que permitan el desarrollo del pensamiento y el desarrollo de su capacidad para descubrir, relacionar y explicar la estructura de la realidad”.
Aprendizaje permanente

El investigador explicó que hoy se habla de que la educación debe enseñar para el aprendizaje. Esto significa que la sociedad requiere individuos formados para el aprendizaje continuo, no obstante esta situación es consustancial a la dinámica de mercado, “un mercado global cuya lógica excluye a los individuos que no son capaces de mantenerse dentro de un estado de aprendizaje permanente”.

Señaló que para mantenerse en dicho ritmo se requiere de creatividad, de curiosidad constante, ya que ahora no basta aprender ciertos contenidos programáticos de manera mecánica. “Toda vez que el conocimiento se ha convertido en imprescindible, la educación actual está obligada a cambiar su visión y su antigua práctica de replicar el conocimiento para generar condiciones que permitan el movimiento creativo del pensamiento”.

De lo que se trata –manifestó– es de crear una “ecología cognitiva”: ambientes para propiciar la experiencia del conocimiento, ya que un aprendizaje que no se goza no logra despertar el espíritu creativo que es fundamental para todo proceso de investigación. El conocimiento no será aplicado de manera creativa si no se mezcla con las experiencias en la vida cotidiana de quienes investigan. “Aprender es siempre descubrir lo nuevo, sino no es aprender. Por ello al educar se debe crear un espectro de posibilidades para enfrentar la realidad”.
Creatividad: arte de resolver problemas
Comúnmente se relaciona la creatividad con el arte, cuando tiene que ver más con la originalidad para enfrentar un problema. “Además ser creativo significa tener una mente libre, abierta y sensible para descubrir y crear nuevas ideas y conceptos”. Esto, aseguró Velasco Toro, involucra también ser perceptivo, encontrando las diferencias y las similitudes; “esto es urgente ya que el aprendizaje mecánico ahoga la creatividad”.