Año 6 • No. 252 • Enero 8 de 2007 Xalapa • Veracruz • México
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A 20 años sin Rulfo, aún ignoramos
sus fuentes de inspiración
Alma Espinosa

Es difícil saber si realmente alguna vez contestó con la verdad, pero ¿cuál era la verdad para Rulfo?
A 20 años de la muerte de Juan Rulfo, el creador de la magnífica obra narrativa Pedro Páramo, los mexicanos seguimos recordando su presencia por diferentes medios. Para no quedarse atrás y, sobre todo, hacer un merecido homenaje al jalisciense, la Facultad de Letras Españolas de la Universidad Veracruzana organizó el ciclo “20 años sin Rulfo”, en el que participaron estudiantes y académicos.

El académico Alberto Espejo habló sobre “El poder en la narrativa
de Rulfo”.

El célebre autor de la novela que en cientos de ocasiones ha sido calificada por extranjeros y connacionales como representativa del ambiente de México, dejó a nuestro país en una situación de incertidumbre respecto de sus obras y la fuente de inspiración o información para crearlas.

A Rulfo siempre lo acosaron las preguntas de colegas y reporteros. Para todos siempre tuvo una respuesta: a veces contradictoria a veces incoherente con sus acciones visibles. Es difícil saber si realmente alguna vez contestó con la verdad, pero ¿cuál era la verdad para Rulfo? Y reflexionando: ¿A quién le importa que haya dicho la verdad un escritor extraordinario que lo mismo pudo hacer hablar a los vivos que a los muertos, que pudo hacer que los murmullos y los ecos se escucharan tan fuertes como la voz de los vivos?
Estas y otras reflexiones estuvieron presentes en el ciclo “20 años sin Rulfo”, realizado en el auditorio de la Unidad de Humanidades, que contó con un público interesado en la temática y, desde luego, lector inevitable de la obra del recordado. Entre los participantes se encontró el académico Alberto Espejo, quien habló sobre “El poder en la narrativa de Rulfo”.

El académico con varias décadas de experiencia y de enseñanza en la facultad, comentó que de forma explícita o implícita toda la narrativa de Juan Rulfo habla del poder, ya sea en la realidad objetiva o subjetiva, en la que el hombre impone procesos para obtener más poder.

“Si decimos Dios no justifica la violencia, entonces nos preguntamos: la justifica el amor imposible de Pedro Páramo hacia Susana San Juan, lo justifica la orfandad de Juan Preciado, el fanatismo religioso del padre Rentería, todos ellos personajes de la novela Pedro Páramo. Si Dios con su poder absoluto no lo justifica, sólo es el absolutismo del hombre lo que hace aparentemente justo el proceso por el que cree que la acción sobre el poder eternizará su posesión”, expresó.

Comentó que el páramo es como la metáfora de la violencia que siempre transforma la energía de la materia en el ser humano y sus cualidades de existencia en la naturaleza, la cultura y el arte. Agregó que el discurso del lenguaje como condición necesaria para que sea literatura aparece en Pedro Páramo como fragmentos, murmullos, ecos, ruidos, entre otras formas de la confrontación.

Si bien podríamos poner el lenguaje, producto de la actividad humana, para lograr un poder, dijo, también sabemos que el lenguaje se aleja del hombre para obtener su autonomía para instalarse como objeto sobre el cual el sujeto no podrá actuar. De ahí que la historia de la palabra sea la historia de lenguas vivas y muertas.