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Gina
Sotelo
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Los
cánones educativos en México dictan que los niños
deben empezar a estudiar de manera formal a los siete años,
cuando en países como China, Japón y Alemania los niños
empiezan su educación desde los tres o cuatro. Son sociedades
que –a diferencia de nuestros países latinos– cuentan
con maestros especializados.
En música, el desarrollar técnicas de estudio desde
muy temprana edad, unos cuatro años, es idóneo porque
los cartílagos y huesos son suaves, su técnica de rapidez
puede llegar a ser sorprendente y en cuestión mental son capaces
de memorizar partituras enteras.
Los maestros del Centro de Iniciación Musical Infantil (CIMI)
han entendido muy bien esto y aunque reciben a niños a partir
de los seis años, buscan por todos los medios inculcar en los
pequeñines disciplina y compromiso que los hace madurar más
temprano a la par que los inicia como buenos ejecutantes.
Así lo entiende el maestro de violín José Homero
Melgar, quien tiene una experiencia de 23 años de ser parte
de la Orquesta Sinfónica de Xalapa y 21 años de impartir
clases en el CIMI: “Día a día tenemos que luchar
para que el niño tenga el hábito de estudio y el gusto
por tocar el violín, instrumento ya de entrada complejo”.
En su trayectoria como maestro ha cosechado numerosas satisfacciones,
entre ellas el contar con alumnos y ex alumnos que trabajan en diferentes
orquestas sinfónicas del país: “Este es un gusto
personal. Como maestro me siento orgulloso de que mis estudiantes
se encuentren realizando posgrados en Alemania, Estados Unidos o Brasil”.
Caso curioso es que en el reciente concurso nacional Hermilo Novelo
–hoy por hoy el concurso más importante de violín
en México– de los 10 alumnos que participaron representando
a Xalapa, siete eran sus alumnos o ex alumnos, entre ellos los ganadores
Zahil y Amairani Guevara.
Otros alumnos que han destacado son los solistas de la Orquesta Sinfónica
Félix Alanis y Johana Lemiska, quienes continúan sus
estudios en el extranjero.
El maestro Melgar estudió en el Centro Nacional de Artes de
El Salvador con especialidad en didáctica infantil. Sabedor
de que ningún niño es igual a otro, ha desarrollado
una intuición para aplicar distintas técnicas: “Es
difícil hablar de un método riguroso, pues cada niño
es diferente y las clases deben ser individualizadas”.
Pero para que un niño desarrolle todas sus potencialidades
–explica– lo más importante es el apoyo de su familia:
“Cuando uno como maestro ve que el alumno tiene talento, pero
que sus padres no lo apoyan, es frustrante. No sólo es llevarlo
al CIMI, es comprarles el instrumento, las partituras, las cuerdas,
los accesorios, en fin, el esfuerzo no sólo es económico,
sino también moral”. ]
Fundado ya hace 25 años el CIMI es referencia obligada en la
educación musical en nuestro país, considerada como
una de las mejores gracias a que ha conjuntado una buena plantilla
de maestros con trayectoria reconocida en México y el extranjero.
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