Año 6 • No. 255 • enero 29 de 2006
Xalapa • Veracruz • México
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De más de mil 200 años
Investigan arqueólogos de la UV indicios de escritura olmecae

David Sandoval

Arqueólogos de la Universidad Veracruzana (UV) están investigando un bloque de piedra labrada que podría ser considerado el registro más antiguo de escritura en mesoamérica, ya que proviene de la zona donde radicaron los olmecas hace más de mil 200 años.

La pieza fue nombrada como el “Bloque de Cascajal” y Ponciano Ortiz, arqueólogo del Instituto de Antropología (IA) fue uno de los primeros investigadores en verlo: “Fuimos a hacer una inspección en 1999 y desde entonces nos percatamos que era una pieza importante. Como estaba en la casa de un campesino, él pedía beneficios, mejoras para su comunidad y, aunque no pudimos rescatarla, se registró y quedó bajo su custodia”.

En poco tiempo buscaron autentificar la edad y procedencia de la pieza, esto debido a que fue encontrada fuera de contexto y no hubo arqueólogos presentes en su hallazgo. Ortiz Ceballos explicó que se llevaron a geólogos del INAH y de la UNAM para que observaran la pieza y clasificaran el tipo de piedra, la pátina, la intemperización, para saber si tenía las características de la época que se suponía tener.

“Al ver la pieza nos dimos cuenta que había una serie de iconos que estaban representados en otros monumentos de la estatuaria menor olmeca, como el sacerdote de las Limas o algunas hachas del sitio de Arroyo Pesquero; identificamos varios iconos y por su acomodo de manera horizontal, formando líneas, pensábamos que era un intento de escritura”, detalló el investigador.

No obstante, la forma en como aparecen los elementos iconográficos supera la asociación con elementos sagrados que se ven en otras piezas, dijo, “porque, por ejemplo, en el sacerdote de las Limas, la escultura en sí misma es lo importante, los elementos del rostro son elementos decorativos que enmarcan la importancia de la pieza”.

Observó que en este caso los iconos son elementos que estaban juntos en un bloque “pero sin la distracción de la escultura, un bloque que tiene iconos siguiendo un acomodo y una secuencia; en este caso comienza con un insecto, vuelve a aparecer cerrando el renglón y el siguiente abre con otro icono que se vuelve a repetir en el extremo, se ve que hay un orden que podría indicar escritura pero nosotros en realidad no somos especialistas en iconografía”.

Pieza “extraordinaria”, consideran arqueólogos

La importancia del Bloque de Cascajal radica en que es la primera vez que en un bloque de serpentina –piedra que era considerada sagrada y fue traída desde Oaxaca– se observa una relación de iconos semejante a la escritura, por esta razón se pidió el apoyo de otros arqueólogos y epigrafistas para su opinión y la consideraron una pieza extraordinaria, “coincidieron con nosotros que se trataba de un intento de escritura”.

Este hallazgo lo dieron a conocer Ponciano Ortiz y Maricarmen Rodríguez, también arqueóloga del IA, en la mesa redonda de la Sociedad Mexicana de Antropología, en 2002, y posteriormente se envió un artículo a la revista Arqueología Mexicana que aún no se ha publicado.

“En la reunión de antropología expresamos que podría compararse con una piedra de Rosetta –aquella encontrada en Egipto, que contiene tres formas de escritura antigua– en términos comparativos, porque ya se ven elementos de escritura y esperamos que esta pieza no sea la única”.
• El hallazgo del “Bloque de Cascajal” al sur de Veracruz plantea la posibilidad de una escritura con más de mil años de antigüedad

• Es la primera vez que en un bloque de serpentina –piedra sagrada traída desde Oaxaca– se observa una relación de iconos semejante a la escritura

La cultura olmeca, relacionada constantemente con el agua

La actividad ritual en la zona olmeca tiene que ver con el control del agua y no con su ausencia, como ocurría en otras regiones de Mesoamérica, coincidieron en señalar Ponciano Ortiz y Maricarmen Rodríguez, arqueólogos del Instituto de Antropología de la UV al describir su trabajo en el sitio denominado La Merced, ubicado en el sur del estado de Veracruz, en la región de Los Tuxtlas.

El sitio trabajado por los arqueólogos consiste en un emplazamiento donde están enterradas 900 hachas ceremoniales de diversos tipos, además de dos figurillas denominadas “el Tigrillo” y “el Bebé”. Se pudo observar que dichos ofrendamientos se dieron en tres momentos, debido a su acomodo y calidad del material, señalaron los académicos.

“La ofrenda de La Merced posiblemente estuvo asociada a un manantial o a un viejo cauce de la laguna y estos eventos tuvieron que ver con cultos agrícolas o para salvar las cosechas o mejorarlas; debió representar la escenificación ritual de una siembra del maíz, la mayoría se representaron con el talón hacia abajo, estas ofrendas debieron de efectuarse en los momentos más críticos, por falta o exceso de agua”.

Ambos arqueólogos explicaron que, por su volumen, esta ofrenda significó un trabajo de apropiación de materia prima por año y convocó a un buen número de pobladores y artistas, considerándolo como un fenómeno distinto a lo que se observa en el sitio arqueológico de El Manatí, donde la calidad de la ofrenda como su trabajo
fue muy importante y cuidadoso, aunque cambió cuando se realizó la ofrenda de los bustos de madera.

Representaciones del cosmos en hachas de piedra

Aunque La Merced siempre tuvo un carácter sagrado y se observa por el tipo de ofrendas asociadas, es en las ofrendas más sencillas es donde se ubica la figurilla con rasgos antropomorfos denominada “el Bebé”: “La pieza en sí misma es una compleja representación del axis mundi, o del centro del cosmos que fue común y persistente durante toda la época olmeca y en todos los sitios en donde se encuentran sus expresiones religiosas. Se trata de una pieza única en su género”.
Consideraron los investigadores que de aplicarse la sección áurea a la figura, “es obvia la casi perfecta simetría y, como nos lo dijo la doctora Beatriz de la Fuente, el método olmeca al usar la sección áurea revela el efecto primordial, la simbolización del cosmos y de la eternidad, su investidura basada en patrones de armonía absoluta los coloca en una dimensión ideal”.

Resaltaron ambos académicos que los escultores olmecas fueron sabios conocedores de la naturaleza del hombre y representaron con exactitud su aspecto físico pero lo trascendieron ajustándolo idealmente a leyes de máxima proporción, como en el caso de estas figurillas.

El bloque contiene 62 iconos dispuestos en seis hileras, éstos incluyen representaciones de insectos y de la planta del maíz.