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De
más de mil 200 años
Investigan
arqueólogos de la UV indicios de escritura olmecae
David Sandoval |
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Arqueólogos
de la Universidad Veracruzana (UV) están investigando un
bloque de piedra labrada que podría ser considerado el registro
más antiguo de escritura en mesoamérica, ya que proviene
de la zona donde radicaron los olmecas hace más de mil 200
años.
La pieza fue nombrada como el “Bloque de Cascajal” y
Ponciano Ortiz, arqueólogo del Instituto de Antropología
(IA) fue uno de los primeros investigadores en verlo: “Fuimos
a hacer una inspección en 1999 y desde entonces nos percatamos
que era una pieza importante. Como estaba en la casa de un campesino,
él pedía beneficios, mejoras para su comunidad y,
aunque no pudimos rescatarla, se registró y quedó
bajo su custodia”.
En poco tiempo buscaron autentificar la edad y procedencia de la
pieza, esto debido a que fue encontrada fuera de contexto y no hubo
arqueólogos presentes en su hallazgo. Ortiz Ceballos explicó
que se llevaron a geólogos del INAH y de la UNAM para que
observaran la pieza y clasificaran el tipo de piedra, la pátina,
la intemperización, para saber si tenía las características
de la época que se suponía tener.
“Al ver la pieza nos dimos cuenta que había una serie
de iconos que estaban representados en otros monumentos de la estatuaria
menor olmeca, como el sacerdote de las Limas o algunas hachas del
sitio de Arroyo Pesquero; identificamos varios iconos y por su acomodo
de manera horizontal, formando líneas, pensábamos
que era un intento de escritura”, detalló el investigador.
No obstante, la forma en como aparecen los elementos iconográficos
supera la asociación con elementos sagrados que se ven en
otras piezas, dijo, “porque, por ejemplo, en el sacerdote
de las Limas, la escultura en sí misma es lo importante,
los elementos del rostro son elementos decorativos que enmarcan
la importancia de la pieza”.
Observó que en este caso los iconos son elementos que estaban
juntos en un bloque “pero sin la distracción de la
escultura, un bloque que tiene iconos siguiendo un acomodo y una
secuencia; en este caso comienza con un insecto, vuelve a aparecer
cerrando el renglón y el siguiente abre con otro icono que
se vuelve a repetir en el extremo, se ve que hay un orden que podría
indicar escritura pero nosotros en realidad no somos especialistas
en iconografía”. |
Pieza
“extraordinaria”, consideran arqueólogos
La importancia del Bloque de Cascajal radica en que es la primera
vez que en un bloque de serpentina –piedra que era considerada
sagrada y fue traída desde Oaxaca– se observa una relación
de iconos semejante a la escritura, por esta razón se pidió
el apoyo de otros arqueólogos y epigrafistas para su opinión
y la consideraron una pieza extraordinaria, “coincidieron con
nosotros que se trataba de un intento de escritura”.
Este hallazgo lo dieron a conocer Ponciano Ortiz y Maricarmen Rodríguez,
también arqueóloga del IA, en la mesa redonda de la
Sociedad Mexicana de Antropología, en 2002, y posteriormente
se envió un artículo a la revista Arqueología
Mexicana que aún no se ha publicado.
“En la reunión de antropología expresamos que
podría compararse con una piedra de Rosetta –aquella
encontrada en Egipto, que contiene tres formas de escritura antigua–
en términos comparativos, porque ya se ven elementos de escritura
y esperamos que esta pieza no sea la única”. |
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El hallazgo del “Bloque de Cascajal” al sur de Veracruz
plantea la posibilidad de una escritura con más de mil años
de antigüedad
• Es la primera vez que en un bloque de serpentina –piedra
sagrada traída desde Oaxaca– se observa una relación
de iconos semejante a la escritura |
La
cultura olmeca, relacionada constantemente con el agua
La actividad ritual en la zona olmeca tiene que ver con el control
del agua y no con su ausencia, como ocurría en otras regiones
de Mesoamérica, coincidieron en señalar Ponciano Ortiz
y Maricarmen Rodríguez, arqueólogos del Instituto
de Antropología de la UV al describir su trabajo en el sitio
denominado La Merced, ubicado en el sur del estado de Veracruz,
en la región de Los Tuxtlas.
El sitio trabajado por los arqueólogos consiste en un emplazamiento
donde están enterradas 900 hachas ceremoniales de diversos
tipos, además de dos figurillas denominadas “el Tigrillo”
y “el Bebé”. Se pudo observar que dichos ofrendamientos
se dieron en tres momentos, debido a su acomodo y calidad del material,
señalaron los académicos.
“La ofrenda de La Merced posiblemente estuvo asociada a un
manantial o a un viejo cauce de la laguna y estos eventos tuvieron
que ver con cultos agrícolas o para salvar las cosechas o
mejorarlas; debió representar la escenificación ritual
de una siembra del maíz, la mayoría se representaron
con el talón hacia abajo, estas ofrendas debieron de efectuarse
en los momentos más críticos, por falta o exceso de
agua”.
Ambos arqueólogos explicaron que, por su volumen, esta ofrenda
significó un trabajo de apropiación de materia prima
por año y convocó a un buen número de pobladores
y artistas, considerándolo como un fenómeno distinto
a lo que se observa en el sitio arqueológico de El Manatí,
donde la calidad de la ofrenda como su trabajo
fue muy importante y cuidadoso, aunque cambió cuando se realizó
la ofrenda de los bustos de madera. |
Representaciones
del cosmos en hachas de piedra
Aunque La Merced siempre tuvo un carácter sagrado y se observa
por el tipo de ofrendas asociadas, es en las ofrendas más sencillas
es donde se ubica la figurilla con rasgos antropomorfos denominada
“el Bebé”: “La pieza en sí misma es
una compleja representación del axis mundi, o del centro del
cosmos que fue común y persistente durante toda la época
olmeca y en todos los sitios en donde se encuentran sus expresiones
religiosas. Se trata de una pieza única en su género”.
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Consideraron
los investigadores que de aplicarse la sección áurea
a la figura, “es obvia la casi perfecta simetría y,
como nos lo dijo la doctora Beatriz de la Fuente, el método
olmeca al usar la sección áurea revela el efecto primordial,
la simbolización del cosmos y de la eternidad, su investidura
basada en patrones de armonía absoluta los coloca en una
dimensión ideal”.
Resaltaron ambos académicos que los escultores olmecas fueron
sabios conocedores de la naturaleza del hombre y representaron con
exactitud su aspecto físico pero lo trascendieron ajustándolo
idealmente a leyes de máxima proporción, como en el
caso de estas figurillas. |
El
bloque contiene 62 iconos dispuestos en seis hileras, éstos
incluyen representaciones de insectos y de la planta del maíz.
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