Año 6 • No. 256 • febrero 12 de 2007 Xalapa • Veracruz • México
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Tomás Pérez Turrent, guía y
referencia del cine de autor
Gina Sotelo

Figura entrañable del cine de autor, Tomás Pérez Turrent está más vigente que nunca gracias a películas como Canoa, que si bien no fue su única aportación a la filmografía nacional, es quizá su marca registrada; descarnada, cruel, sangrienta, pues mostró una visión terrorífica del futuro. Además de guionista y director su labor como maestro marcó la manera de filmar y de escribir de varias generaciones.

En honor de su vida y su memoria, el Departamento de Cinematografía de la Universidad Veracruzana (UV) le rindió este jueves 25 un emotivo homenaje en el Aula Clavijero, además de que se proyectó una versión restaurada de su gran clásico Canoa. El homenaje fue presidido por Lorenzo Arduengo y en él participaron Raciel Martínez y Omar Piña.

Los comentarios de Raciel Martínez fueron en torno a la búsqueda del cine de autor de Turrent, en contraposición con la falta de sello o compromiso del cine nacional contemporáneo. Para el crítico, más que sus estudios de cine en París, quizás su mayor escuela fue su trabajo en la Cinemateca francesa donde seguramente encontró en Francois Truffaut y Jean-Luc Godard a sus libros de texto.

“En efecto, el contexto de Tomás estuvo signado por una época dorada del séptimo arte en donde las corrientes fílmicas más importantes se encontraban en pleno apogeo, como el Neorrealismo italiano y la aludida Nueva ola francesa”, dijo. Por ello se explica que en cada nota Pérez Turrent recurra y reclame, sobre todo al cine contemporáneo, basado en la teoría del cine de autor: “Digamos que Tomás vivió de cerca la vanguardia europea que mucho influyó en su visión estética. Me refiero a sus relaciones con directores de cine, los autores, y a su colaboración en películas, específicamente como guionista”, afirmó.

Raciel Martínez afirmó que Pérez Turrent fue un intelectual de amplio panorama, un lúcido crítico de cine y un correcto e interesante guionista: “En todos los casos su busca apuntó hacia la defensa del autor, y ese me parece es su aporte”.

Por su parte, Omar Piña refirió que como profesor, Turrent gustaba provocar a sus alumnos, hacer preguntas capciosas que les llevaban a suponer las respuestas más disparatadas: “Y entonces él se acariciaba la barbilla, nos miraba con sus ojos socarrones y esbozaba una sonrisa ‘El cine es una industria que cuesta miles y cuando se presenta un problema, lo mejor para resolverlo es acudir a la técnica”.

Después –agregó– buscaba papeles en su mesa de trabajo y entre dientes, pero siempre seguro de que lograríamos escucharlo añadía: “Nunca serán buenos guionistas”.

Divertido, comentó al público que había que estar muy atentos a su clase porque hablaba a galope. Siempre repetía que si tuviera dinero para visitar Europa cada año, sólo viajaría a Cannes y eso, durante el festival de cine: “Después nos contaba que Gillian, su esposa, lo regañaba por la cantidad de periódicos y revistas que él solía guardar (todo sobre cine) ‘Si llegara a incendiarse mi departamento, se perdería un archivo importantísimo sobre lo que ha sido la historia del cine mexicano, una pérdida para la nación”.

En Canoa –continúa el periodista– comentaba que la secuencia donde el pueblo inicia el linchamiento de los estudiantes, en su guión no estaba prevista la toma de unos niños que lloraban: “Felipe Cazals los vio, pobrecillos niños, estaban aterrados; me dijo que no podíamos desaprovecharlos y repetimos la escena. Lo bueno era que en ese tiempo no había oficinas de Derechos Humanos” y sonreía.

Fallecido a los 79 años, además de ser guionista, director, crítico y apasionado del cine, entre sus libros publicados destacan Luís Buñuel. Prohibido asomarse al interior, escrito en colaboración con José de la Colina, y la traducción y puesta al día de la Historia del cine mundial: desde los orígenes hasta nuestros días, de Georges Sadoul.

Colaboró con Antonio Eceiza, Mario Hernández, Paul Leduc, Miguel Littin y Juan Antonio de la Riva, entre otros directores. La obra de Tomás Pérez Turrent ha permitido ver al cine desde una nueva perspectiva.

Su filmografía comprende, además de la célebre Canoa, las cintas Mina, Viento de libertad (Antonio Eceiza); Lecumberri (Arturo Ripstein); Benjamín Argumedo (Mario Hernández); Jubileo (Rafael Castanedo); La cabeza de la hidra (Paul Leduc); Alsino y el cóndor (Miguel Littin); Vidas errantes (Juan Antonio de la Riva); Prometeo José Clemente Orozco (Walter de la Gala); Las inocentes (Felipe Cazals); Ulama (Roberto Rocín)

La furia de un dios (Felipe Cazals); El otro crimen (Carlos González Morantes); Sandino (Miguel Littin); Kino (Felipe Cazals) y Un pedazo de noche (Roberto Rocín).