Año 6 • No. 256 • febrero 12 de 2007 Xalapa • Veracruz • México
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  De acuerdo con psicólogos de la UNAM
El matrimonio hoy es más
exigente y dura más

Alma Espinosa
Impartieron curso a académicos e investigadores de la Facultad de Psicología

Del siglo XV al XVIII la duración promedio de la pareja era de 20 años
Con la finalidad de obtener información desde el marco sistémico de lo que es la relación de pareja, sus etapas y los principales problemas que se presentan en el transcurso de la vida de convivencia, así como algunas formas de enfrentar estas dificultades, académicos e investigadores de la Facultad de Psicología de la Universidad Veracruzana (UV) recibieron el curso “La relación de pareja, desde un enfoque sistémico”, ofrecido por Luz de Lourdes Eguiluz Romo, de la Universidad Nacional Autónoma de México.

De acuerdo con la catedrática, antiguamente el matrimonio era una forma de contrato que unía a dos clanes o grupos sociales que aseguraban la procreación, distribución y transmisión del patrimonio familiar. Tanto el hombre como la mujer al casarse contraían el deber obligado de cumplir sexualmente con su pareja, con el fin de asegurar su descendencia, independientemente del lazo afectivo que hubiera entre ellos. La relación conyugal no hacía referencia a una unión psíquica profunda, ni a los sentimientos amorosos de los cónyuges.

Del siglo XV al XVIII la duración promedio de la pareja era de 20 años, esto significa que duraban dos veces menos del tiempo que en la actualidad; por lo tanto, la idea del divorcio no se planteaba como una necesidad porque la coexistencia era corta y sin un vínculo psíquico intenso.

Explicó que en la actualidad la exigencia de intimidad, amor y responsabilidad es muy alta, al tiempo que los cónyuges ven prolongarse su vida en común –alrededor de 50 años. Se le exige a la pareja que aporte mucho en el plano afectivo: el amor pasión, el amor ternura, la amistad, la convivencia intelectual, la distribución del trabajo, la educación de los hijos en común. A lo anterior falta agregar el placer conseguido como obligación.

Vivir bajo el mismo techo y durante un tiempo prolongado no implica necesariamente estar bien con el cónyuge y mucho menos disfrutar ambos de la presencia del otro. “La mayoría de las parejas después de la salida de los hijos siguen viviendo juntos por costumbre, flojera de intentar algo diferente, no darle mal ejemplo a los hijos o por muchas otras razones”, asentó.

Comentó que son pocas las parejas que pueden contestar con aplomo que viven juntos porque todavía se aman y disfrutan en la compañía del otro. “Hoy sabemos que la buena vida en compañía de la pareja es mucho más sana en todos los aspectos, tanto biológicos como psicológicos. Sabemos también que las relaciones que mantenemos con la pareja, buenas o malas, afectan todas las esferas de la vida de cualquier ser humano, el trabajo, las relaciones con la familia e incluso las relaciones con uno mismo”, expresó.

Por lo anterior, consideró importante difundir los resultados de las investigaciones que ha realizado para que las parejas puedan vivir mejor. Con este fin impartió las siguientes temáticas: pareja humana vista como sistema, ciclo vital de la pareja, mapa familiar, familias de origen, problemas más frecuentes, comunicación, sexualidad, infidelidad, separación, divorcio, violencia y re-matrimonio y sus problemas.