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La
relación entre Filosofía y sociedad
Elsa
Ofelia Vázquez
Egresada
de la Facultad de Filosofía de la UV |
A
lo largo de su historia, la filosofía se ha concebido de diversas
maneras, tales como: madre de todas las ciencias, como un método,
como historia, como herramienta, como simple “amor a la sabiduría”,
como un acto de pensar que ennoblece hasta su grado más alto
la vida.
Sin embargo, continuamente y hasta la actualidad se sigue cuestionando
acerca de su objetivo y función en la sociedad.
Es posible observar que la utilidad de la filosofía no es la
que se atribuye a otros saberes comprobables en su práctica,
los cuales no necesitan dar razones de sí mismos, como uno
de sus propios modos de ser, ya que se justifican a partir de los
éxitos que cumplen en una comunidad; esas otras disciplinas
son las que participan de manera activa, en este mundo, entendiendo
por actividad la producción de objetos o beneficios inmediatos
e instrumentales, a diferencia del saber filosófico.
Por estas razones, los filósofos se ven interpelados para dar
razones tanto de la utilidad de la Filosofía, como por el papel
del filosofo en esta sociedad y sobre aquellos beneficios que pudiesen
otorgar esta actividad reflexiva; beneficios cuyo carácter
no es el de las demás ciencias. Pero, ¿qué es
lo que distingue a la filosofía de los demás saberes?
¿Será posible que sólo se intente, a partir de
la filosofía entender el mundo, observar lo que ocurre en él,
saber qué es eso que llamamos realidad, cuestionar por la existencia
del mundo y el hombre, o preguntar por el ser?
Los filósofos no pueden partir para su reflexión de
otro lugar que no sea su mundo, ya que están inmersos en él,
es en donde viven y donde se conviven, y radicalmente en el mundo
es donde se es. Mundo que desde la filosofía se pretende comprender
e interpretar, además de reflexionar acerca de lo que se vive
en él o de lo que acontece, además de que se pueda cambiar
o trasformarlo.
Asimismo, uno de los rasgos fundamentales de la filosofía es
resolver o por lo menos intentar buscar posibles respuestas a problemas
relativos al ser, el conocer y el hacer. De igual modo es posible
plantearse preguntas sobre el sentido de la vida.
Igualmente, y destacando la pregunta por el conocer, se puede observar
que la filosofía se ha encargado de reflexionar acerca de los
objetos y métodos que han empleado las otras disciplinas, y
esta reflexión y análisis es precisamente una de las
posibilidades dentro de la filosofía, que resalta su carácter
teórico, siendo no sólo el saber por el saber mismo.
Además, cabe mencionar, que justo en esta actividad hay una
distinción de la filosofía respecto de las otras ciencias,
puesto que en la constitución de estas no está el preguntar
por sí mismas, es decir, por su legitimación.
Pero, qué sentido tiene la práctica de la reflexión
filosófica en la sociedad; esta es una de las preguntas que
puede realizarse constantemente a la y en la filosofía y sería,
a la vez, motivo para abordar su legitimación, además
de que la búsqueda de este sentido puede conectarse con la
posibilidad de que el quehacer filosófico esté más
presente en la vida cotidiana de las sociedades.
No hay que olvidar que, justamente, la filosofía se constituye
en tres dimensiones; epistemológica, axiológica y ontológica,
y a partir de la dimensión axiológica es posible estar
presente con constancia en las temáticas sociales, obsérvese,
por ejemplo, en esa dimensión la demanda de la actualidad en
la filosofía, en los campos de la ética o política
en donde surgen tantos problemas por la interpretación de discursos
políticos, tanto como problemas de corte social como conflictos
mundiales.
Así el quehacer filosófico debe abrirse a la comunicación
con el otro, no crear la cerrazón intelectual, ayudar a reconstruirse
continuamente para recuperar cierta identidad, el moverse consigo
mismo y con los otros en este contexto actual de forma armónica,
esta sería una de las principales tareas. |
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