Año 6 • No. 257 • Febrero 26 de 2007 Xalapa • Veracruz • México
Publicación Semanal


 Centrales

 General

 Reportaje

 Becas y  oportunidades


 Arte

 Deportes
 
 Contraportada

 


 Números Anteriores


 Créditos

 

 

 

Afirmó el investigador Ragueb Chaín
Positivo, que los cuerpos colegiados
tomen las principales decisiones

Alma Espinosa

La universidad requiere alumnos convencidos de que vale la pena estudiar, añadió
El tipo de universidad que se requiere hoy en día es la que esté integrada por alumnos convencidos de que vale la pena estudiar en ella, en la medida en que les permite apropiarse de conocimientos para su participación como ciudadanos responsables, democráticos, solidarios y tolerantes, e incorporarse al mercado de trabajo en mejores condiciones y participar activamente en el desarrollo con equidad del país, aseguró Ragueb Chaín, académico de la Facultad de Pedagogía de la Universidad Veracruzana (UV).

Los alumnos deben ser atendidos por académicos capacitados para la enseñanza, la investigación, que implementen actividades de vinculación, centren la enseñanza en el aprendizaje de los alumnos y trabajen para su formación integral, expresó el también investigador del Instituto de Investigaciones en Educación.

También se requiere, dijo, una universidad reconocida por la capacidad de gestión de sus autoridades, electas con una mayor participación de la comunidad en función de su reconocido liderazgo académico, que guardan distancia de las administración estatal en turno y actúan en el marco de la autonomía de manera responsable, al poner los intereses de la Universidad por encima de los de partidos y funcionarios.

Se necesita, además, una administración de recursos funcional y moderna cuyo objetivo sea dar sustento con solvencia y calidad a las actividades académicas: “Una casa con normas de funcionamiento respetadas por todos y acordes con sus objetivos académicos y responsabilidad social, las cuales les permite cambiar y participar en la transformación”.

Que sea capaz, añadió, de tener una política de transparencia en todos los niveles y aspectos de su funcionamiento, sin cortapisas. Una institución que orienta el uso de los recursos a las cuestiones fundamentales, ajena a la ineficiencia”, expresó.

Una institución con un desarrollo equilibrado en sus regiones, programas y carreras. Pero sobre todo, enfatizó, una universidad que ejerce su autonomía y que el cumplimiento de sus funciones le garantiza el respeto de la comunidad a la que se debe, y actuar de cara a las necesidades de transformación social.

Para logarlo, dijo estar dispuesto a apoyar las tareas orientadas a diseñar políticas orientadas a nuevas formas de ingreso y permanencia a la carrera académica, regidas por principios académicos al margen de los intereses sindicales y grupos de intereses, así como procesos de diferenciación salarial mediante la mejora de los programas de estímulos.

“Habrá que insistir que los líderes de la transformación no serán los funcionarios
–académicos algunos– que han demostrado su insolvencia, incapacidad y escaso liderazgo, más bien será necesario contar con el impulso y la decisión de los profesores, investigadores, académicos en labores de difusión o vinculación, reconocidos por sus pares, quienes los respetan y reconocen su capacidad”, asentó.

Comentó que no hay una fórmula única para lograr el desarrollo de la casa de estudios; sin embargo, la corresponsabilidad exige dotar a los cuerpos colegiados de mejores condiciones de operación y mayores capacidades para la toma de las principales decisiones, que las autoridades se encargaran de operar: “No olvidemos que en todos los casos la máxima autoridad es el Consejo Universitario, o la Junta Académica. Vale la pena dejar a los cuerpos colegiados las principales decisiones”.