Año 6 • No. 265 • Mayo 7 de 2007 Xalapa • Veracruz • México
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  Su majestad, el hombre, tratado
femenino sobre la masculinidad
Gina Sotelo
Un gran éxito fue la divertida obra cómico-mágico-musical titulada Su majestad, el hombre basada en el texto de la compañía española T de Teatre que se presentó en café-teatro Tierra Luna.

En tono de cabaret y muy a la mexicana, está integrada por cinco escenas que tratan la relación “estira y afloja” entre la mujer y el hombre y viceversa, planteada ingeniosamente en un contexto cotidiano y con un pícaro toque de humor.

Las bellas cabareteras son Sherry Denis, Claudia Villar, Esther Espinosa, Guiedana López y Tania Mora, actrices con mucha experiencia y con un gran dominio escénico. La dirección general y escénica es de Bryant Caballero, egresado de la Facultad de Teatro de la Universidad Veracruzana (UV) y actualmente cursa la maestría en Literatura Mexicana.
Las cinco cabareteras son las que cuentan la historia. El primer cuadro es una charla de las chicas hablando de los distintos hombres que les han tocado en la vida, hacen una clasificación de los hombres, plantean situaciones como las salidas a cenar, la hora de irse a la cama, los conflictos que se suscitan al utilizar el baño, al cubrirse con las cobijas, entre muchas más.

En la segunda escena las mujeres se transvisten en hombres y representan a tres varones de los cuales dos invitan a un tercero a salir “a ligar” y los que acaban ligando, son otros.

La tercera escena se titula Ramón y es la historia de un hombre y una mujer que llevan muchos años de casados y su relación está ya gastada por la cotidianidad al punto que la mujer decide abandonarlo porque él ya no la toca.

Es un reclamo femenino dividido en cuatro voces –cuatro actrices representando a la misma mujer– y de alguna forma se plantea la contraparte a esta crítica al hombre por su indiferencia ante la satisfacción sexual de su pareja. Pero a la vez es una crítica bilateral a la histeria de la mujer, a este aturdimiento de voces y saturación de cosas que al hombre deja sin palabras.

La cuarta escena es una conferencia ilustrada sobre la sexualidad masculina cual si fuera una burla, una mirada humorística al aspecto de cómo el hombre percibe su sexualidad y cómo debiera hacerlo de acuerdo al punto de vista femenino.
El quinto cuadro se llama Alopecia y es una revisión a la recurrente condición del hombre, que es la calvicie, y cómo el hombre se conflictúa y se siente inseguro ante la pérdida del cabello.

Es un varón dividido en cuatro voces interpretadas por cuatro actrices haciendo un mismo personaje. La inseguridad del hombre tiene que ver con su calvicie como signo de virilidad o de decadencia. Hay una historia paradójica y es que la amante del alopécico tiene una cabellera exuberante. El desenlace es fatídico pero siempre con mucho humor.

Entre cuadro y cuadro hay música en vivo interpretada por el ensamble La Cucaracha, integrado por Manuel Monfort, quien es el compositor de la letra y la música y quien está también en la trompeta; en el bajo está Tello Castillo; en la guitarra Miguel Flores, y en las percusiones Alejandro Hernández.