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Aseguró
Leonardo Avritzer en conferencia en el IIH-S
Sólo diez por ciento de los brasileños confía
en su Congreso
Alma
Espinosa |
Se
requiere un cambio para producir la legitimidad que hace posible
la gobernabilidad |
Leonardo
Avitzer ofreció la conferencia “Reforma política
y democracia en Brasil”, invitado por el Instituto de Investigaciones
Histórico-Sociales de la UV |
Según
una encuesta publicada la última semana de junio, sólo
diez por ciento de la población brasileña confía
en el Congreso Nacional, por lo que es urgente reformar su sistema
político ya que es inconcebible que el nivel de confianza esté
apenas un poco arriba de la confianza en vendedores de autos, comentó
Leonardo Avitzer, durante una conferencia organizada por el Instituto
de Investigaciones Histórico-Sociales (IIH-S) de la Universidad
Veracruzana (UV). |
El porcentaje de confianza en los congresistas, comentó, es
todavía más bajo que en la Iglesia, la familia, el ejército
y los movimientos sociales. Ésta es una situación realmente
alarmante, por lo que es necesario un cambio para que el sistema político
sea capaz de producir la legitimidad que hace posible la gobernabilidad,
explicó.
Durante la conferencia “Reforma política y democracia
en Brasil”, y acompañado del investigador del IIH-S,
Alberto Olvera, Leonardo Avitzer mencionó los principales problemas
políticos que enfrenta Brasil desde hace varios años,
como la formación de coaliciones para gobernar.
Brasil tiene registrados 31 partidos políticos, de los que
sólo una decena tienen de dos a cinco por ciento de sillas
en el Congreso.
En la historia moderna de Brasil se registran coaliciones para ocupar
la Presidencia. Las asociaciones están integradas por dos partidos
preponderantes y de tres a cinco partidos políticos que son
secundarios. Éstos son los partidos despolitizados porque,
aclaró el ponente, sus miembros hacen negociaciones políticas
y económicas y cambian de partido, muchas veces a sólo
unos días de haber llegado a la Presidencia.
El caso más cercano fue en el 2006 cuando se eligió
a Luis Inácio Lula da Silva el 3 de octubre, y para el 1 de
febrero del siguiente año que se inauguró el Congreso,
el cinco por ciento de los integrantes ya había cambiado de
filiación partidista. Esto evidencia la distorsión de
la representación política brasileña.
De esta forma, resumió, ya se tienen tres rasgos principales:
el presidencialismo de coalición con la que el Presidente no
tiene mayoría, la fragmentación política y la
falta de fidelidad partidaria. El cuarto, indicó, es el menoscabo
de la disciplina partidaria porque no todos los miembros de los partidos
en el poder apoyan a sus líderes, entonces no se logra la mayoría.
¿Qué hace el gobierno brasileño ante esta situación?
Negocia partes del presupuesto. El académico, que ha sido profesor
invitado en la UV, explicó que cada parlamentario puede proponer
una enmienda parlamentaria que está a discusión porque
el presupuesto no es de ejecución obligatoria; es decir, el
Congreso puede proponer el presupuesto pero el Presidente no tiene
la obligación de ejecutarlo.
El gobierno decide cómo gastar las partes de este presupuesto
y no lo hace precisamente en las enmiendas propuestas si no hay una
negociación previa. Ésta consiste, dijo, en que el Presidente
llama a las personas de las bases de la coalición del gobierno
para que negocien pedazo a pedazo el presupuesto.
En el auditorio del IIH-S detalló que en las enmiendas parlamentarias
lo que hay es un “sobrefacturamiento” con el que se elevan
los costos para obras con el fin de financiar campañas políticas,
por lo que se convierte en un gasto ilegal y produce crisis políticas.
Aquí es justamente donde se tiene el quinto y sexto elemento:
la ausencia de disciplina de los parlamentarios y la falta de racionalidad
del presupuesto. |
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