Año 7 • No. 275 • julio 16 de 2007 Xalapa • Veracruz • México
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  Aseguró Leonardo Avritzer en conferencia en el IIH-S
Sólo diez por ciento de los brasileños confía en su Congreso

Alma Espinosa
Se requiere un cambio para producir la legitimidad que hace posible la gobernabilidad

Leonardo Avitzer ofreció la conferencia “Reforma política y democracia en Brasil”, invitado por el Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la UV
Según una encuesta publicada la última semana de junio, sólo diez por ciento de la población brasileña confía en el Congreso Nacional, por lo que es urgente reformar su sistema político ya que es inconcebible que el nivel de confianza esté apenas un poco arriba de la confianza en vendedores de autos, comentó Leonardo Avitzer, durante una conferencia organizada por el Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales (IIH-S) de la Universidad Veracruzana (UV).
El porcentaje de confianza en los congresistas, comentó, es todavía más bajo que en la Iglesia, la familia, el ejército y los movimientos sociales. Ésta es una situación realmente alarmante, por lo que es necesario un cambio para que el sistema político sea capaz de producir la legitimidad que hace posible la gobernabilidad, explicó.

Durante la conferencia “Reforma política y democracia en Brasil”, y acompañado del investigador del IIH-S, Alberto Olvera, Leonardo Avitzer mencionó los principales problemas políticos que enfrenta Brasil desde hace varios años, como la formación de coaliciones para gobernar.
Brasil tiene registrados 31 partidos políticos, de los que sólo una decena tienen de dos a cinco por ciento de sillas en el Congreso.

En la historia moderna de Brasil se registran coaliciones para ocupar la Presidencia. Las asociaciones están integradas por dos partidos preponderantes y de tres a cinco partidos políticos que son secundarios. Éstos son los partidos despolitizados porque, aclaró el ponente, sus miembros hacen negociaciones políticas y económicas y cambian de partido, muchas veces a sólo unos días de haber llegado a la Presidencia.

El caso más cercano fue en el 2006 cuando se eligió a Luis Inácio Lula da Silva el 3 de octubre, y para el 1 de febrero del siguiente año que se inauguró el Congreso, el cinco por ciento de los integrantes ya había cambiado de filiación partidista. Esto evidencia la distorsión de la representación política brasileña.

De esta forma, resumió, ya se tienen tres rasgos principales: el presidencialismo de coalición con la que el Presidente no tiene mayoría, la fragmentación política y la falta de fidelidad partidaria. El cuarto, indicó, es el menoscabo de la disciplina partidaria porque no todos los miembros de los partidos en el poder apoyan a sus líderes, entonces no se logra la mayoría.

¿Qué hace el gobierno brasileño ante esta situación? Negocia partes del presupuesto. El académico, que ha sido profesor invitado en la UV, explicó que cada parlamentario puede proponer una enmienda parlamentaria que está a discusión porque el presupuesto no es de ejecución obligatoria; es decir, el Congreso puede proponer el presupuesto pero el Presidente no tiene la obligación de ejecutarlo.

El gobierno decide cómo gastar las partes de este presupuesto y no lo hace precisamente en las enmiendas propuestas si no hay una negociación previa. Ésta consiste, dijo, en que el Presidente llama a las personas de las bases de la coalición del gobierno para que negocien pedazo a pedazo el presupuesto.

En el auditorio del IIH-S detalló que en las enmiendas parlamentarias lo que hay es un “sobrefacturamiento” con el que se elevan los costos para obras con el fin de financiar campañas políticas, por lo que se convierte en un gasto ilegal y produce crisis políticas. Aquí es justamente donde se tiene el quinto y sexto elemento: la ausencia de disciplina de los parlamentarios y la falta de racionalidad del presupuesto.