Año 7 • No. 277 • Agosto 20 de 2007 Xalapa • Veracruz • México
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El aprendizaje basado en problemas

Ricardo Mercado del Collado

Uno de los principales objetivos de la educación en general, pero especialmente de la educación superior, es que los estudiantes sean capaces de resolver problemas.
Una técnica didáctica que ha probado su eficacia para que los estudiantes adquieran esta competencia es el Aprendizaje Basado en Problemas (ABP).

Esta técnica tiene sus orígenes en la Escuela de Medicina en la Universidad de Case Western Reserve, Estados Unidos, y en la Universidad de McMaster, Canadá, en la década de los 60. En la actualidad esta técnica es empleada en muchas instituciones alrededor del mundo y en diversas disciplinas.

El ABP se propuso como una alternativa para mejorar la calidad de la educación, caracterizada hasta entonces por un enfoque basado en la transmisión de información proporcionada por el profesor o mediante el estudio de los contenidos incluidos en los libros de texto, propuestos también por el maestro. En este método los estudiantes asumen un papel pasivo y su desempeño está desligado de los ámbitos de aplicación de los conocimientos adquiridos.

Para aprender algo de manera significativa es necesario que primeramente sea entendido, para después saber cómo, cuándo y para qué usar esa información, lo que dará como resultado un aprendizaje significativo. Se aprende contrastando lo que ya se sabe con las nuevas evidencias y explicaciones; por lo que es indispensable poner a prueba los conocimientos adquiridos mediante la resolución de problemas, a la par de ser capaces de supervisar el propio desempeño para identificar errores y faltantes de información.

A diferencia de los enfoques basados en la transmisión de información, en donde el principal responsable es el profesor, en el ABP se transmite esa responsabilidad al estudiante, permitiéndole construir su aprendizaje mediante la búsqueda, el análisis y la aplicación de conocimientos en situaciones similares a las que enfrentará en el ejercicio de su profesión.

En el sistema clásico, el profesor expone información o asigna lecturas, el alumno aprende los contenidos y luego, en el mejor de los casos, se le presenta al estudiante un problema para aplicar ese conocimiento. En el ABP se procede a la inversa: primero se presenta un problema, el alumno identifica las necesidades de información y luego busca cómo satisfacerlas para, posteriormente, resolver el problema.

El ABP es, entonces, una estrategia didáctica que provoca en el estudiante la necesidad de investigar, a partir de sus propios cuestionamientos, con el fin de adquirir conocimientos y habilidades utilizando como estímulo situaciones problemáticas desestructuradas del mundo real (Jiménez y León, 2007).

El ABP se sustenta en una concepción constructivista del aprendizaje en la que los estudiantes no son entes pasivos que reciben información, sino son agentes activos que construyen su conocimiento mediante la comparación de lo que saben con lo que necesitan saber para analizar situaciones complejas, obligándoles a poner en juego sus habilidades de pensamiento.

La reforma educativa propuesta por la Universidad Veracruzana, mediante el Modelo Educativo Integral y Flexible, representa una oportunidad invaluable para que las experiencias educativas se centren en el estudiante y le ayuden a construir los conocimientos, habilidades y actitudes requeridas para resolver problemas.

En este nuevo enfoque, los papeles asumidos por los estudiantes y los profesores cambian, como ya se dijo, el alumno deja su actitud pasiva, haciéndose responsable de su aprendizaje y participando activamente en la adquisición de las competencias deseadas. El profesor, por otro lado, cambia su rol de transmisor de información por el de facilitador del aprendizaje del estudiante.

El uso del ABP es, entonces, una estrategia didáctica recomendable para el diseño de las experiencias educativas afines a los planteamientos del Modelo Educativo Integral y Flexible.