Año 7 • No. 278 • Agosto 27 de 2007 Xalapa • Veracruz • México
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  Primero hay que realizar diagnósticos psicopedagógicos
Erróneo calificar a niños de disléxicos

Gina Sotelo
De acuerdo con la Constitución, todos los mexicanos tenemos los mismos derechos y obligaciones, pero en la vida cotidiana, en la construcción de nuestra sociedad, la ley no se aplica igual para todos.
Durante el II Seminario de Investigación y Posgrado dentro del programa Verano de la Investigación Científica que coordina la Universidad Veracruzana (UV) con el apoyo de la Academia Mexicana de Ciencias A.C. y el programa Delfín, participaron estudiantes de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), de la Universidad Benito Juárez de Tabasco y Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM) hicieron valiosas aportaciones a problemas de dislexia en niños.

Verónica Ávila Rojas participó con el tema “Dificultades de lecto-escritura en la etapa escolar”, Guadalupe Cano Tobías expuso “Dislexia y aprendizaje” y Norma Denise Martínez López habló de “Juegos didácticos para favorecer el aprendizaje”; todas ellas bajo la supervisión de la investigadora anfitriona Dora Elizabeth Granados.

Proveniente de la BUAP, Verónica Ávila explicó a los asistentes: “Es un error el etiquetar a los niños en edad escolar como disléxicos y separarlos de sus compañeros. Nuestro objetivo es no catalogarlos con una limitante; si no lleva a cabo la habilidad de la lectura o escritura hay que encontrar estrategias para que pueda pasar a un siguiente nivel.”

Expresó que en este verano realizó diagnósticos psicopedagógicos con niños con dificultades. Una tarea específica fue la aplicación de pruebas a partir de la lectura de un cuento de 332 palabras llamado El conejo quejumbroso.

Si los niños repetían u omitían fonemas, no podían relatar la experiencia o padecían a la hora de copiar y al dictarles un texto había que poner especial atención en ellos: “Los problemas de lectura se reflejan en la escritura. Las sugerencias son que a nivel escolar y familiar se busque el respeto de los tiempos de cada niño y se defienda su individualidad. Cada quien aprende a su ritmo”.

De la Universidad Benito Juárez de Tabasco, Guadalupe Cano habló también de la dislexia y el aprendizaje, definiendo a aquélla como un trastorno del lenguaje que afecta la capacidad de leer y escribir, que tiene diferentes manifestaciones que no sólo se limitan a la lectura y no se explica por un déficit de inteligencia general, falta de oportunidades educativas o palabras motivacionales.

“La dislexia se detecta en los primeros años escolares del niño, regularmente en el jardín de infantes. En algunos casos se observan factores de riesgo entre los 2 ó 3 años, aproximadamente. Las dificultades visuales y auditivas se correlacionan” explicó la joven.
Diferenció dos tipos de dislexia: la visual y la fonológica, y siguiendo las investigaciones de Emilia Ferreiro propuso pasos para detectar en qué nivel se encuentran los niños y ayudarlos a pasar al siguiente.

El primer nivel es reproducir los rasgos típicos del tipo de escritura que el niño identifica como la forma básica de la escritura, para poder leer cosas diferentes debe haber una diferencia objetiva entre las escrituras; el tercer nivel está caracterizado por el intento de dar un valor sonoro a cada una de las letras que componen una escritura, pasando de la hipótesis silábica a la alfabética y, finalmente, a la escritura alfabética.

Por último, Norma Martínez, estudiante de diseño industrial de la UAEM, expuso su propuesta de juego didáctico para favorecer el aprendizaje. Expresó abiertamente su interés por fusionar su materia de estudio con la psicología, partiendo de que el diseño industrial resuelve las necesidades de las personas relacionando función y estética, que puede producirse de manera industrial.

“Mi idea era relacionar estas disciplinas. A través de los juegos se puede acelerar el estudio cuando éstos se combinan con la instrucción del profesor, quien debe hacer lo mejor para reforzar habilidades específicas, por lo que es importante el color, el sonido, las dimensiones, formas y texturas.”
Algunos diseños ya existentes fragmentan algunas palabras o párrafos, hay otros que son rompecabezas y otros más que requieren movimiento. La propuesta de la estudiante es de una “ruleta de imágenes” cuyos beneficios son que el niño sea capaz de visualizar lo que existe en la imagen y lo que está escrito:

“Podrá representar lo escrito y relacionar lo que escribe con lo que escucha, al momento de buscar palabras aprenderá a escribir y para representar lo escrito y la imagen escrita recordará cómo se escriben las palabras que en algún momento usará”.

Verónica Ávila

Guadalupe Cano

Norma Martínez