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¿Otra junta?
¡No, por favor!
José Othón Flortes Consejo |
El
jueves pasado caminaba por los hermosos jardines de la rectoría
cuando fui bruscamente interceptado por un buen amigo y me dijo: “oye,
¿tenemos junta del Comité de Calidad el lunes?”,
la pregunta venía acompañada con una expresión
que mostraba miedo, una actitud corporal que amenazaba y una voz que
acusaba desesperación.
Mi amigo me decía: “es que mira, vengo saliendo de una
junta de trabajo, anoche estuvimos hasta las 11 en otra y mañana
nos citaron en la mañana para la redacción de un documento
y en la tarde nos vamos a reunir con …; ¿así a
qué hora voy a trabajar?”
Y cómo no va a sentirse aterrado mi amigo, permítanme
invitarles a una de esas reuniones y veamos qué sucede (aclaro
que la reunión que voy a describir es hipotética e inventada,
los personajes no existen y aseguro que cualquier semejanza con la
realidad, es porque así es la realidad): Digamos que la cita
era un lunes a las 10 de la mañana para tratar “asuntos
relacionados con la basura” (así decía el oficio
por el que se citó). Si usted tuvo la mala idea de llegar en
punto de las 10 se encontrará que la sala estaba cerrada y
no hubo nadie que le informara si realmente habría un evento
en ese lugar. No fue sino hasta 10 minutos después que llega,
toda apresurada, una persona con la llave y un trapito para limpiar
la mesa.
Un poco después empezarían a llegar los invitados a
la reunión y el personaje del trapo ya sale sin haberlo usado
y dejando mesas y sillas exactamente como estaban. Entonces los invitados
comienzan a organizar el mobiliario, como juzgan debería estar
para hacer la reunión. Unos minutos después llegará
el organizador con la computadora, preguntando si ya llegó
un personaje, que todos conocen, y que “quedó de traer
el cañón”. Como no llega, el organizador llamará
a su oficina y ordenará en voz bastante alta que “de
inmediato le lleven el equipo” mismo que, casualmente, está
en su oficina, mientras decide una disposición diferente de
mesas y sillas que todos se apresuran a ordenar.
A eso de las 10:30 por fin se ha establecido el quórum y el
cañón ya está a punto de ser instalado. Se ofrece
café (que aún no está listo, por cierto) y el
organizador agradece la asistencia y hace interesantes comentarios
sobre la victoria de los Tiburones el fin de semana anterior (porque
como siempre, seguro habrían ganado) lo que lleva a los asistentes
a hacer comentarios sobre el partido, el ambiente en el estadio y
algunas anécdotas del fin de semana.
“Bueno, empecemos con nuestro tema”, dice el organizador
cuando ya el reloj marca las 11:00 horas. En ese momento, todos en
la mesa, excepto él, se preguntan: de qué aspectos de
la basura se va a hablar, exactamente qué es lo que se quiere
resolver y por supuesto, qué demonios tiene que hacer él
en esa reunión.
Una vez aclarado el punto y aclarado también que existen por
lo menos cinco asistentes que no tienen nada que ver con el tema,
todos, incluidos ellos, hacen uso de la voz para expresar interesantes
ideas basadas en la experiencia, las creencias y las opiniones de
los cuates sobre el problema y su solución.
Transcurre la reunión con diversas expresiones, opiniones y
por supuesto acaloradas discusiones sobre el tema y sus orígenes,
pero con pocas propuestas sustentadas y sin lograrse consensos. Algunos
de los 25 asistentes charlaban sobre esos y otros temas mientras otros
hacían uso de la voz y algunos más se disculparon y
se salieron, aludiendo la necesidad de asistir a otra reunión
en el edificio contiguo.
El organizador hace llamados al orden y trata de centrar la discusión
cuando, finalmente son las 13:00 horas y dice, “bueno, estamos
dando demasiadas vueltas al asunto así que propongo estudiemos
el caso y nos presentemos el jueves a la misma hora para profundizar
un poco más sobre él”.
La reunión del jueves se canceló el miércoles
y se pasó para el viernes, donde un poco más de la mitad
de los asistentes y otros 12 nuevos convocados asisten a la nueva
junta que transcurre más o menos igual que la primera y finalmente
se cita para una siguiente fecha.
Luego de tres o cuatro sesiones, seguramente por cansancio, ya sólo
asistirán los interesados, todos ellos diferentes a los invitados
originalmente y con pleno conocimiento del caso y los datos pertinentes,
llegarán a una conclusión que será sometida a
la consideración del resto de los asistentes originales en
una reunión que habrá de celebrarse el siguiente lunes
a las 10de la mañana.
Las reuniones de trabajo son un elemento fundamental para el éxito
organizacional, recordemos que el trabajar aislados no resulta para
nada conveniente. El trabajo en equipo es la base fundamental para
la consolidación y el éxito de un proyecto, y una herramienta
valiosísima en una para alcanzar los mejores resultados, en
ellas se da una integración de ideas, propósitos y metas
organizacionales, sin embargo suelen presentar dificultades que las
hacen terriblemente aburridas y bastante poco productivas. Al respecto
Eric Matson en su libro The Seven Sins of Deadly Meetings ofrece 7
fallas comunes que conviene tener presente: La gente no toma las reuniones
con seriedad, llegan tarde, se van temprano y la mayor parte de la
reunión no prestan atención; las reuniones son demasiado
largas; se divaga más de lo que se discute; no pasa nada después
que la junta termina, las decisiones no se convierten en acciones;
la gente no dice la verdad, oculta información, se justifica;
siempre hace falta información lo cual genera aplazamientos
en la toma de decisiones críticas; y las reuniones no mejoran,
se siguen cometiendo los mismos errores.
Por ello es importante no caer en estos errores y procurar que siempre
que se cite a una reunión de trabajo permítame sugerirle
cumpla con las siguientes recomendaciones:
-Antes de convocar a una reunión tenga siempre claro cuál
es el objetivo a alcanzar y diseñe la agenda con los puntos
y tiempos de discusión.
-Seleccione con todo cuidado a las personas que habrán de participar
pensando en las aportaciones que cada uno de ellos puede hacer para
alcanzar el resultado previsto.
-Comunique el objetivo y la agenda a cada uno de los participantes
con el suficiente tiempo para que tengan la oportunidad de estudiar
el tema y de allegarse de los datos pertinentes que apoyen su participación.
-Inicie puntualmente leyendo, en su caso la minuta anterior, estableciendo
los roles de los participantes (facilitador, monitor y anotador) y
aprobando el objetivo, la agenda y las reglas y valores que habrán
de observarse en la reunión, entre las que se puede establecer
el tiempo de participación que habrán de permitirse
para la discusión, el respeto, compromiso y la visión
de equipo.
-Cumpla las reglas establecidas, pida que se concrete en las participaciones
y no permita que se generen diálogos o comentarios ajenos a
los que realice quien hace uso de la voz.
-Vigile que durante el tiempo establecido se cumpla el objetivo, que
se escuche con atención y aprecio el punto de vista de los
demás, dar espacio y propiciar la participación de todos
y, especialmente, abrir la mente y estar dispuesto a aceptar nuevas
ideas.
El tiempo es un recurso muy valioso y su desperdicio es un lujo que
las organizaciones exitosas no están dispuestas a darse. Las
reuniones suelen ser la causa más común de su desperdicio
pero son también, paradójicamente, las que pueden conducirnos
a su optimización ya que el tiempo invertido en una reunión
productiva sinergiza la operación, facilita la solución
de problemas y amplía la visión productiva.
Bien, corto ahora este artículo pues debo asistir a una “reunión
de trabajo” y por cierto ¿ganaron los Tiburones? Bueno,
en la reunión del lunes me enteraré y mientras tanto,
seguiré esperando sus comentarios en otflores@uv.mx. |
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