Año 7 • No. 281 • Septiembre 17 de 2007 Xalapa • Veracruz • México
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  Las comunidades
virtuales
José Enrique Díaz Camacho
Con la Internet, por primera vez en la historia, la humanidad ha logrado colaborar en una sola acción unificada de acumulación progresiva y distribución del conocimiento. A través de este logro, que consiste en conformar una comunidad global, cada persona puede apropiarse del conocimiento de los demás y, a partir de ello, construir una propia versión de su vida y ubicarse en el mundo y el universo.

Sin embargo, la tarea colectiva de producción de nuevos conocimientos por los usuarios de la Internet avanza a un ritmo tal que hace cada vez más humanamente imposible que una sola persona logre mantenerse al tanto del conocimiento que se produce en las distintas ramas de la ciencia. Esto apunta a nuevas maneras de utilizar los conocimientos y la información en este nuevo siglo que ha sido identificado como la sociedad del conocimiento.

Para tener una idea más clara de este proceso acumulativo de información basta comentar que hace escasamente 40 años, se pensaba que los conocimientos adquiridos en el aula universitaria duraban para siempre. Desde entonces, gradualmente se ha venido acortando el tiempo de validez de los conocimientos hasta llegar en la actualidad a considerar que su vigencia es de tres o cuatro años.

Esto nos conducirá a la inevitable paradoja de que los alumnos que entren a una carrera universitaria dentro de dos años, verán cambiar radicalmente sus conocimientos dos o tres veces durante el transcurso de ella, ya que lo que aprendan al inicio no será vigente al término de la misma. Esto nos lleva a repensar la manera de conducir el proceso educativo y a considerar, cada vez con más urgencia, el papel de las comunidades globales en la formación de profesionales.

Una comunidad global es un entorno de aprendizaje donde el alumno tiene a la mano los nuevos conocimientos para estar al tanto de lo novedoso en las diferentes áreas del saber humano. Es un ambiente donde comparte con los demás y construye de manera colectiva sus nuevas visiones de la naturaleza.

Opera como un sistema donde el alumno obtiene la información “por demanda”, es decir cuando la necesita para resolver un problema particular que está confrontando en ese preciso momento. Esto es, el alumno recibe la información que necesita para satisfacer una necesidad de información que tiene en ese instante. No existe nada parecido a entregar información descontextualizada a los alumnos para que la utilicen cuando la requieran; sino que la entrega cuando ésta será
utilizada.

El rol del alumno ante el proceso de aprendizaje también es diferente. Se requiere de un alumno más activo, autogestivo, emprendedor, autorregulado, crítico, reflexivo y dispuesto a confrontar retos hasta resolverlos en su totalidad. Es un alumno que no acepta que se le regale la información sino que desea hacer las cosas por él mismo y administrar sus propios conocimientos.

Asimismo, el facilitador promueve el conocimiento planteando retos que los alumnos asumen como tales, no regala dicho conocimiento, sino que responde a las demandas del alumno con principios o enunciados que no informan sobre datos o hechos particulares sino que invitan a la reflexión y razonamiento crítico del alumno, lo orientan cuando tiene problemas en el desarrollo de una investigación, lo atiende en el momento en que requiere de una guía; es líder del grupo y modela comportamientos pertinentes a las condiciones de aprendizaje; promueve la cohesión y la colaboración en el grupo; enseña al alumno a apreciar sus logros; pero, sobre todo, respeta la decisión del alumno cuando ésta se ha tomado con razones de causa.