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Las
comunidades
virtuales
José Enrique Díaz Camacho |
Con
la Internet, por primera vez en la historia, la humanidad ha logrado
colaborar en una sola acción unificada de acumulación
progresiva y distribución del conocimiento. A través
de este logro, que consiste en conformar una comunidad global, cada
persona puede apropiarse del conocimiento de los demás y, a
partir de ello, construir una propia versión de su vida y ubicarse
en el mundo y el universo.
Sin embargo, la tarea colectiva de producción de nuevos conocimientos
por los usuarios de la Internet avanza a un ritmo tal que hace cada
vez más humanamente imposible que una sola persona logre mantenerse
al tanto del conocimiento que se produce en las distintas ramas de
la ciencia. Esto apunta a nuevas maneras de utilizar los conocimientos
y la información en este nuevo siglo que ha sido identificado
como la sociedad del conocimiento.
Para tener una idea más clara de este proceso acumulativo de
información basta comentar que hace escasamente 40 años,
se pensaba que los conocimientos adquiridos en el aula universitaria
duraban para siempre. Desde entonces, gradualmente se ha venido acortando
el tiempo de validez de los conocimientos hasta llegar en la actualidad
a considerar que su vigencia es de tres o cuatro años.
Esto nos conducirá a la inevitable paradoja de que los alumnos
que entren a una carrera universitaria dentro de dos años,
verán cambiar radicalmente sus conocimientos dos o tres veces
durante el transcurso de ella, ya que lo que aprendan al inicio no
será vigente al término de la misma. Esto nos lleva
a repensar la manera de conducir el proceso educativo y a considerar,
cada vez con más urgencia, el papel de las comunidades globales
en la formación de profesionales.
Una comunidad global es un entorno de aprendizaje donde el alumno
tiene a la mano los nuevos conocimientos para estar al tanto de lo
novedoso en las diferentes áreas del saber humano. Es un ambiente
donde comparte con los demás y construye de manera colectiva
sus nuevas visiones de la naturaleza.
Opera como un sistema donde el alumno obtiene la información
“por demanda”, es decir cuando la necesita para resolver
un problema particular que está confrontando en ese preciso
momento. Esto es, el alumno recibe la información que necesita
para satisfacer una necesidad de información que tiene en ese
instante. No existe nada parecido a entregar información descontextualizada
a los alumnos para que la utilicen cuando la requieran; sino que la
entrega cuando ésta será
utilizada.
El rol del alumno ante el proceso de aprendizaje también es
diferente. Se requiere de un alumno más activo, autogestivo,
emprendedor, autorregulado, crítico, reflexivo y dispuesto
a confrontar retos hasta resolverlos en su totalidad. Es un alumno
que no acepta que se le regale la información sino que desea
hacer las cosas por él mismo y administrar sus propios conocimientos.
Asimismo, el facilitador promueve el conocimiento planteando retos
que los alumnos asumen como tales, no regala dicho conocimiento, sino
que responde a las demandas del alumno con principios o enunciados
que no informan sobre datos o hechos particulares sino que invitan
a la reflexión y razonamiento crítico del alumno, lo
orientan cuando tiene problemas en el desarrollo de una investigación,
lo atiende en el momento en que requiere de una guía; es líder
del grupo y modela comportamientos pertinentes a las condiciones de
aprendizaje; promueve la cohesión y la colaboración
en el grupo; enseña al alumno a apreciar sus logros; pero,
sobre todo, respeta la decisión del alumno cuando ésta
se ha tomado con razones de causa. |
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