Año 7 • No. 282 • Septiembre 24 de 2007 Xalapa • Veracruz • México
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El compromiso del investigador en la divulgación de la ciencia

Manuel Martínez Morales
(2 de 2)

La divulgación comprometida es menos frecuente en nuestro país y considero que sería la más importante en el momento presente. Porque la difusión y divulgación de los procesos y de los resultados de la investigación científica y tecnológica deben darse envueltas en consideraciones sobre su potencialidad social, es decir, dar señas sobre el alcance de su impacto en lo económico, lo político, lo social y lo cultural, y también para que la sociedad tenga elementos para tomar decisiones sobre asuntos que impactan a todos.

Piénsese en los efectos contaminantes y destructivos del medio ambiente de industrias diversas, del efecto de herbicidas y pesticidas, de la producción y consumo de productos transgénicos. Y también el público, la sociedad, tiene el derecho y la necesidad de tomar en sus manos la decisión acerca de qué tipo de conocimientos y tecnologías deben buscarse y cómo aplicarse, además de tener dominio sobre los recursos científicos y técnicos del país, que implica en primer lugar apropiarse del conocimiento y no permitir su privatización.

Considero que la ciencia y la técnica, no reducidas a la versión instrumentalista, tienen un gran potencial liberador para el hombre en lo individual y para la sociedad, primeramente porque nos ayudan a entender nuestra posición en el mundo, a acercarnos a la comprensión de la naturaleza, de la historia, de las formaciones sociales, de la genésis de la cultura y también a comprender mejor nuestro propio ser (Becker).

Adicionalmente, los recursos tecnológicos, orientados por el interés público y no por el interés privado, pueden contribuir a mejorar la calidad de vida de todos los mexicanos. Entonces es obvio que considero necesario fomentar la divulgación y la difusión de la ciencia en su versión comprometida, lo que no implica que considere al otro tipo de comunicación –la aséptica– como superflua o innecesaria.

La divulgación comprometida nos permite reflexionar ampliamente sobre las formas en que la ciencia y la técnica pueden articularse en un proyecto de transformaciones sociales, es decir, en el diseño de otro país, distinto al país sombrío en el que hoy vivimos, lleno de hambre, de carencias enormes en lo material, lo social y lo cultural, en el cual se pretende reducir la ciencia, el arte y a los hombres mismos en mercancías intercambiables y desechables. Nos acerca a la complejidad de la investigación y nos brinda una oportunidad de pensar la articulación de la ciencia con otros niveles de la realidad humana.

Queda el problema de cómo producir divulgadores, cómo motivar –no obligar ni chantajear– a los investigadores para que practiquen la divulgación, cómo atraer estudiantes de ciencias a que se interesen en esta fascinante actividad.
Soy escéptico en cuanto al establecimiento de planes y programas para lograr esto, pues casi siempre conducen a la burocratización de la actividad y eventualmente a su liquidación. Confío más en que se genere la formación de divulgadores alrededor de quienes espontáneamente lo han empezado a hacer, ya sea por gusto o por sentir un compromiso con la sociedad en general, con los jóvenes estudiantes, o con la comunidad de la que se es integrante.

Lo importante aquí sería la creación de espacios como talleres, foros de discusión, cine clubs, etcétera, independientes de los monstruos burocráticos; es decir espacios abiertos, públicos, en los cuáles no se pague a los asistentes en especie, dinero o diplomas. Espacios a donde se acuda por gusto, por interés, por curiosidad y donde puedan expresarse y discutirse libremente toda clase de ideas. Espacios donde la mirada pueda escudriñar el futuro posible, el futuro que se gesta en el potencial de nuestra sociedad para buscar y construir un país con libertad, democracia y justicia para todos y. desde luego, con ciencia y tecnología para todos también.