Año 7 • No. 284 • Octubre 8 de 2007 Xalapa • Veracruz • México
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Para documental sobre historias de universitarias indígenas exitosas
Retoma UNESCO experiencia de
vida de egresada indígena de la UV
Karina Arriaga Murrieta

Irma Diaz Gutierrez se sobrepuso al machismo y la discriminación y regresó a su tierra como una universitaria exitosa que colabora con su comunidad
Irma Diaz Gutierrez, egresada de la carrera en Educación Musical de la Facultad de Música de la Universidad Veracruzana (UV), fue elegida por la CONALMEX y la UNESCO para participar en un documental que se realizará a finales de octubre y que registrará historias de vida de mujeres que han superado adversidades de su condición de género y etnia, logrando hacer aportes a sus comunidades y sociedad.

Irma estará al lado de otras cuatro profesionistas seleccionadas para el documental que se editará y será distribuido a Centros de Documentación e instancias de investigación dedicadas a estudios de equidad de género.

En agosto del año en curso, el IV Comité Regional de la Comisión Mexicana de Cooperación con la UNESCO lanzó la convocatoria “Mujeres Indígenas: historias de vida”, en los siete estados que conforman la región Sur-sureste del país, por lo cual la UV fue invitada a proponer a una de sus estudiantes. La Unidad de Apoyo para Estudiantes Indígenas (UNAPEI) expuso el caso de Irma debido a su destacada colaboración durante los cuatro años en que fue parte del programa de la Unidad.
Quién es Irma
Irma Diaz Gutierrez nació en la comunidad de Santa María Tlahuitoltepec Mixe, Oaxaca, ubicada al noreste del estado, a más de 2 mil 500 metros sobre el nivel del mar. Tlahuitoltepec es una de las principales comunidades del pueblo mixe, quienes se llaman a sí mismos Ayuukjä’äy.

La lengua que habla es ayuuk y en su comunidad aún se rigen por usos y costumbres: las autoridades tradicionales constituyen el gobierno indígena, encabezado por el Consejo de Ancianos que desempeña varias funciones en la comunidad: buscar a las personas que no han prestado servicios al pueblo, mediar en los litigios de tierra, vigilar la buena conducta de la gente, etcétera.

Irma es la mayor de seis hermanos y realizó sus estudios de primaria en Tlahuitoltepec. Durante esos años también inició su aprendizaje en la escuela de música de la comunidad. Ella y su hermana ingresaron a la escoleta municipal, pero al ser las únicas niñas, los demás no las aceptaban.

Al lado de su hermana y otras cuatro niñas, fueron las primeras en formar parte de las bandas de música de su pueblo y las que de cierta forma abrieron camino para las demás. Con los años, se han dedicado profesionalmente a la música y, lo más importante, todas han regresado a Tlahui para transmitir los conocimientos adquiridos con el fin de engrandecer su música y danzas.

A partir de diciembre de 1997, durante sus vacaciones Irma ha organizado cursos de danza y música a los niños y jóvenes de la comunidad, quienes fueron su motivación para decidirse a estudiar la Licenciatura en Educación Musical.

Entre los obstáculos que Irma ha enfrentado se encuentran el machismo, la falta de recursos económicos, la difícil situación familiar que vivió durante años, la falta de conocimiento (al principio) de la idiosincrasia urbana, y los problemas de salud que sufrió. No obstante, ella misma ha expresado: “Los obstáculos los tomo como retos o metas a superar y así he logrado muchas cosas, ante todo la perseverancia para alcanzar las metas propuestas”.

Actualmente labora en su comunidad dentro de la institución que la inició en la música, el CECAM, donde funge como asesora musical y dancística. Participa además constantemente con la banda de Don Brígido de Santa María de Tlayacapan, Morelos, a la que ha apoyado en diversos eventos a nivel nacional, y en asesorías musicales de dirección de banda y formación musical.

Asimismo, lucha para que la danza sea valorada como un elemento importante dentro de la cultura tradicional mixe, pues le preocupa que los coreógrafos tradicionales de la comunidad son de edad avanzada y algunos ya han fallecido, con lo que van desapareciendo algunas danzas. A la par tiene funcionando desde hace un año el taller libre de danza folclórica, al cual asisten niños desde cuatro años de edad en adelante sin límites de edad, ni capacidades.

Tomar la música como una carrera profesional y orientar a las niñas de la comunidad al respecto, puede tomarse como una aportación muy importante por parte de Irma. A través de ésta no sólo les ofrece otra forma ver el mundo, mediante la música y lo que representa, sino también las hace reflexionar sobre sus derechos como mujeres y la facultad de poder ejercer el oficio que ellas elijan “lo cual no significa que dejen a un lado la forma de vida de su comunidad, sino que con el oficio que elijan, la engrandezcan”, ha dicho.