Freddy
Miranda Bautista tenía 16 años cuando dejó
Tlacojalpan porque “no había muchas formas de ganarse
la vida”. Arrancar las propias raíces para sembrarlas
en otros suelos no es cosa fácil, ni dejar familia, recuerdos,
y amigos –que se dan mucho en esas cálidas, como su
gente, tierras del sur de Veracruz–, pero tampoco era fácil
ver cómo el lugar donde uno nace va decayendo en vez de progresar.
“Yo veía a Tlacojalpan como un pueblito en el que nunca
pasaba nada, que nunca iba a progresar, no había nada que
motivara a la gente a impulsar nuestro pueblo, nuestra cultura.
Por eso me fui”, narró.
Veinte años después, Freddy –como muchos pobladores
de ese lugar y la región– cambió radicalmente
su percepción.
El 14 de febrero de 2001, Pedro Jiménez Lara, del Instituto
de Investigaciones Histórico-Sociales (IIH-S) de la Universidad
Veracruzana (UV), y su grupo de trabajo se encontraban en Tlacojalpan,
en el sitio conocido como La Campana, desarrollando los trabajos
del proyecto Patrón de Asentamiento y Poblamiento Prehispánico
en la cuenca baja del Papaloapan, que comprende los municipios de
Tlacojalpan, Otatitlán, Chacaltianguis y Cosamaloapan.
De ahí obtendrían datos para elaborar un registro
estratigráfico y de lo que había en la superficie
de La Campana. Para ello, previamente debían obtener la cronología
del área excavando pozos estratigráficos en los lugares
más importantes.
Eran las 11 de la mañana. La pala no pudo hundirse más
en el barro. Los arqueólogos se habían topado con
el hallazgo más importante que dará luz sobre la cultura
asentada entre los años 1000 y 1500 a. C., en la cuenca baja
del Río Papaloapan, y de la que se sabe muy poco hasta el
momento: una urna funeraria cuyo interior contenía la osamenta
de una mujer de aproximadamente 28 años de edad, acompañada
de una variada ofrenda que induce a creer que tenía un elevado
estatus en su medio.
Animados con el hallazgo y la importancia del mismo nació
el proyecto multidisciplinario donde participan la arqueología,
la antropología física, la antropología forense,
la medicina forense y la restitución facial. Con la intervención
de la Procuraduría General de Justicia de Chihuahua se realizaron
los estudios correspondientes de antropología forense y la
restitución facial de la que se conoce como La Dama de Tlacojalpan.
Este hecho fue uno de los detonantes para convertir el proyecto,
en principio meramente arqueológico, en algo más ambicioso
e integral. “Gracias a que la UV está descubriendo
que hace miles de años en nuestra zona hubo una cultura que
fue muy importante, los habitantes de Tlacojalpan estamos recuperando
nuestra identidad”, comentó Freddy.
“Estoy muy orgulloso de mis antepasados que nos dejaron una
herencia muy grande, pero esto sólo lo pude saber porque
los universitarios que han venido a estudiar los vestigios arqueológicos
nos lo han dicho. Cuando era niño encontré varias
figurillas que por ignorancia no les di importancia, pero ahora
sé el valor que tienen, y también valoro más
lo que somos como personas y lo que queremos que sea nuestra tierra.
Ahora sé que uno importa no por lo que se tiene sino por
quien es y por lo que se les está dejando a los demás”,
agregó.
Y es que la identidad lo que da es precisamente un sentido de pertenencia.
Hay elementos que nos identifican, que nos dicen lo que somos, y
cuando éstos se pierden nos dejamos de identificar con lo
nuestro. Por eso, el hecho de que el proyecto se relacione con el
nombre del pueblo es un motivo de orgullo.
“En Tlacojalpan hay muchos elementos con los cuales la gente
se va identificando y ubicando en el pasado y en el presente. Cuando
encuentran algún vestigio piensan que lo hicieron sus abuelos,
sus tatarabuelos, algún antecesor, algo que estuvo relacionado
con ellos directamente”, explicó Pedro Jiménez.
Para Freddy Miranda estos descubrimientos son un aliciente para
que la gente del municipio progrese: “Tenemos un gran compromiso
porque se está descubriendo lo que nuestros antepasados eran
capaces de hacer sin los avances tecnológicos que ahora tenemos.
Ahora podemos hacer mucho más por nuestro pueblo, ya no vamos
a ser los marginados sino una explosión en toda la región,
y esto es posible gracias a los arqueólogos que nos están
ayudando a descubrir quiénes somos”.
Casa
de las Mariposas. Una lección de reciprocidad
Pedro Jiménez comentó que la arqueología del
Bajo Papaloapan está en vías de desaparición:
“Las construcciones hechas en bajareque están en muy
malas condiciones a consecuencia de la explotación de los
campos de cultivo y al arrasamiento de los mismos de manera no intencionada.
De ahí la importancia de plasmar esta historia en un lugar
que aglutine todas estas investigaciones”.
Desde el inicio del proyecto, el arqueólogo cuidó
que las piezas encontradas fueran devueltas a la comunidad, pero
explicando cómo tratarlas, conservarlas y tenerlas: “Los
arqueólogos no debemos continuar saqueando de manera ‘oficial’
a las comunidades, por eso ahora los pueblos están exigiendo
que, a cambio de sacar piezas y llevárselas, haya beneficios
para aquéllas”, dijo.
De esta forma, la UV devolverá a Tlacojalpan lo mucho que
ha aportado al conocimiento de la región con la creación
del Complejo Cultural Tlacojalpan Casa de las Mariposas, cuyo eje
central será un museo regional donde quedará plasmada
la historia prehispánica de esta zona aún desconocida
en México. Se trata de una casa con arquitectura típica
de la región que estaba abandonada y fue restaurada por la
Comisión para el Desarrollo del Papaloapan (Codepap).
Este complejo cultural contendrá: el museo regional, casa
de cultura y los talleres: “Rescate, dignificación
y revaloración del Río Papaloapan”, “Gastronomía.
La cocina regional del Papaloapan” y “Tlacojalpan, sus
relatos y vínculos con el Río”; asimismo, los
Talleres de Lectura para el Municipio de Tlacojalpan, Teatro para
niños y jóvenes de Tlacojalpan, Barro prehispánico
y Producción Artesanal, Laudería, Recuperación
del Son y Zapateado Campesino y el Primer Festival del agua.
Las voces
de Tlacojalpan
El proyecto promovido por Pedro Jiménez surgió como
respuesta a una necesidad imperiosa de conocer la historia prehispánica
de esta región: “Es un área desdeñada
por algunos investigadores, quizá por no contener una arquitectura
preciosista como la existente en El Tajín o Teotihuacan”,
explicó el arqueólogo, pero para los habitantes de
la zona es fundamental, inclusive, como forma de vida.
El presidente municipal de Tlacojalpan, Salvador Miranda Amador,
dijo que el trabajo que está realizando la UV es muy importante
porque a partir de él empieza a nacer la identidad de los
tlacojalpeños y toda la región: “Es muy importante
porque estamos aprendiendo a trabajar en armonía, y de aquí
van a surgir proyectos a largo plazo que cada vez se van a ir mejorando”.
Refirió que lo importante de este proyecto es que no nada
más los tlacojalpeños se estén integrando:
“Es un fenómeno muy positivo para el desarrollo integral
de la región. Los talleres y el rescate de la gastronomía
y del Río Papaloapan son una parte muy importante, como lo
es el hecho de que se estén desprendiendo, a partir de éste,
otros proyectos”.
César Fernández es uno de los más entusiastas
tlacojalpeños que no se detiene ante la labor tan exhaustiva
que han tenido que ofrecer: “Desde que inició la búsqueda
de las piezas arqueológicas creo que ha sido muy benéfico.
Sin Pedro Jiménez no se hubiera llevado a cabo todo lo que
se está haciendo. Y él ni siquiera es de aquí,
pero se siente como si lo fuera”.
Don César está consciente de que hacer algo cultural
en una zona rural es muy difícil, porque mucha gente no le
toma importancia a eso: “Cuando empezaron a hallar figuras
en la playa del Cerro de la Campana, la gente decía que habían
encontrado un muñeco, no sabíamos ni qué cosa
era ni qué significaba, pero ahora es diferente, y esto tiene
que cambiar nuestra ideología, porque es muy importante”.
La presidenta de la Asociación Civil que apoya la construcción
de la Casa de las Mariposas, Laura González Martínez,
destacó la labor de Pedro Jiménez y la UV: “Tenemos
que reconocer la buena labor del doctor y de los estudiantes que
llegaron a investigar sobre nuestro pasado. Desde ese momento los
tlacojalpeños nos empezamos a dar cuenta de la gran cultura
que teníamos literalmente enterrada”.
Doña Laura consideró que los beneficios de tener un
Complejo Cultural como el que están construyendo con el esfuerzo
de los pobladores van a ser enormes, tanto en lo cultural como en
lo económico: “Muchas personas piensan que el progreso
de un pueblo no es la cultura sino hacer obras públicas o
tener más lujos, pero ésos son beneficios personales.
Con la Casa de las Mariposas se va a beneficiar la población
de toda la margen derecha del Papaloapan”.
Los hermanos Carlos y Candelario Miranda Delfín son otros
tlacojalpeños que expresaron su agradecimiento por la labor
de Jiménez Lara: “Estamos dispuestos a apoyarlo en
lo que sea necesario. Nuestro interés por ‘La Casa
de las Mariposas’ es que los jóvenes se preparen”.
Pero levantar un proyecto tan grande y que requiere de la participación
de mucha gente no es tarea fácil: “Le tenemos una estimación
grande a Don Pedro porque se ha portado muy bien con todos nosotros.
Desde el principio quisimos ayudar a que se hiciera la Casa de la
Mariposas, y no fue fácil. Uno se enfrenta a la ignorancia
de la gente, y a veces a la apatía, pero gracias a Pedro
Jiménez este proyecto sigue en pie”.
Por su parte, Doña Minerva Andrade expresó que la
Casa de las Mariposas es algo muy valioso y benéfico: “Nuestra
historia va a quedar plasmada en el museo de este Complejo Cultural
y ningún pueblo la va a tener más que Tlacojalpan”.
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