Claudio Cáceres Marchesi camina y platica
despacio. Se ajusta los lentes con el dorso de la mano y no con
el dedo índice, como la mayoría de los miopes; abre
y cierra las manos sobre la mesa a modo de gesto, de comunicación
corporal pero, luego de todo esto, se lanza con determinación
de kamikaze en contra del mercado y sus inercias en las culturas
latinoamericanas.
Nacido en Iquique, Chile, en 1948, el ganador del primer Premio
Latinoamericano de Primera Novela Sergio Galindo organizado por
la Universidad Veracruzana (UV) desmitifica a la economía
chilena –el ejemplo preferido del Fondo Monetario Internacional
cuando quiere regañar a los demás países
del Tercer Mundo– y de paso propone fortalecer los pactos
culturales entre los países latinoamericanos, generar redes
y niveles de trabajo común en todas las áreas para
generar un gran acuerdo en lo económico que haga frente
a la bestialidad del mercado impuesto por Estados Unidos.
Escritor que no reniega de su posición política
y que hace de su oficio una trinchera contra el neoliberalismo,
Cáceres Marchesi explica en la siguiente entrevista su
primera obra, Praemeditatio Malorum Nigth-Klub (Permitido sólo
para Sivernos), ofrece su visión acerca del papel del escritor
en la sociedad y de las ventajas del literato sobre el periodista
en las búsqueda de la verdad.
¿Cómo debemos interpretar el título de su
novela?
Hay todo un juego de palabras en el título Praemeditatio
Malorum Nigth-Klub (Permitido sólo para Sivernos), se traslapan
varios conceptos. No es inocente que el latín esté
al lado del inglés y de la palabra night club, estos lugares,
centros nocturnos, que remiten a la imagen del Tropicana de Cabrera
Infante en Tres tristes tigres.
Night club está escrita con K, de la misma forma en que
ya es utilizada por los jóvenes, antisistémicamente,
subvirtiendo el uso del lenguaje, aunque muchas veces involuntariamente.
Esto se permite en la misma novela porque se llega a un lugar
donde se empieza a conjugar una serie de situaciones híbridas
que no son de la pureza que todos los jóvenes se imaginaban,
por lo tanto empieza también a combinarse situaciones,
actitudes y proyectos, una cosa degenerativa de lo original.
El término sivernos nos lleva a la idea de que los jóvenes
están aplicados en las nuevas tecnologías, de las
computadoras, y debiera ser con C y B, pero también sugiere
una cosa medio cavernaria. Hay un juego de palabras, entre cavernas
y el mito de Silverio de los bosques del que habla Nietzsche en
El origen de la tragedia.
También hay en un cierto juego literario que intenta capturar
imágenes y darles una proyección distinta en la
época actual y jugar, también, con las expectativas
que se tienen respecto de las cosas y que no funcionan, porque
la realidad implacable va determinando las cosas de una manera
distinta como lo vemos, no solamente en Chile sino en todos lados
–los modelos económicos neoliberales a pesar de todo,
nos guste o no nos guste, se han ido imponiendo, es decir, existe
una dinámica brutal para torcer el destino.
La novela es un poco de eso: hay un dejo de decepción por
ver hasta dónde hemos llegado. También está
construida a partir de la metáfora en la que nos sitúa
la misma enunciación del título: este club nocturno
que se sigue prolongando. Hay una fecha determinada –que
es el año de 1990– en Chile, pero las proyecciones
del club nocturno prosiguen.
Lo de “permitido para sivernos” tiene relación
con que generalmente los clubes exclusivos dicen “sólo
para caballeros” o sólo para determinadas personas.
En este caso la exclusividad del club es para seres que están
un poco deformados pero que tienen todavía expectativas,
proyectos, voluntad de ser y que dentro de toda esta visión
un poco retorcida o comportamiento un poco anómalo con
respecto a la que se entiende por normalidad social, estos seres
buscan su camino, su cauce. Y son muy cuestionados, como los jóvenes
que no participan en política, que se niegan a participar
en elecciones, y que a la larga hemos encontrado que tienen su
razón.
En Chile hubo el movimiento de los llamados pingüinos, estudiantes
que salieron a la calle, que era un poco anárquico, en
el que protestaban por varias cosas a la vez, no tenían
sus objetivos muy claros, pero era una expresión explosiva
de lo que está pasando con respecto a un modelo que es
demasiado rígido, terriblemente rígido: que no tengamos
posibilidades de cambiar la constitución a través
de un referendum o un plebiscito, está asfixiando a la
constitución y esto la gente ya lo sabe. Y la constitución
que nos rige viene desde Pinochet y nadie la votó, nadie
la aprobó.
En
su discurso de aceptación dijo que le había llevado
mucho tiempo escribir esta novela, ¿cuánto es mucho
tiempo y por qué ese proceso sosegado?
Extrañamente ahora mismo estoy terminando otra novela que
ha sido un proceso mucho más fluido, mucho más fácil
de entender y culminar, tanto por los materiales, la temática,
la manera de estructurarlo, pero sobre todo por la temática.
La temática de esta novela es muy delicada, tiene que ver
con los desaparecidos, al cual no quise darle un tratamiento frívolo,
liviano, anecdótico o que formara parte de una novela para
el mercado, porque no es una temática de la que uno pueda
simplemente dar cuenta; hay novelas ya y documentos que se han
ocupado de manera más bien documental del tema.
Había que conciliar un tema que es sentido por mucha gente
en Chile, porque hemos perdido amigos, porque vivimos este proceso
y porque nos quedamos allá. Y había que tener sumo
cuidado y respeto por la sensibilidad de la gente que sufrió
el problema. No era simplemente tomar un tema anecdótico
y darle forma de novela. Tampoco se trataba de tener una estructura
X de novela y pasársela a cualquier editorial.
Por eso fue importante para mí participar en un concurso
de una universidad, con esta temática tratada desde un
punto de vista literario, incluso con lenguaje poético
y tomando en cuenta que el lenguaje no es algo transparente y
que dentro de la novela juega una función, por lo tanto
hay que preocuparse de cada palabra, cada frase.
¿Se
puede ver mejor la realidad a través de la literatura y,
si así fuera, cómo es que esto sucede?
El trabajo literario se hace con determinada materia y tiene su
relativa especificidad respecto de otras artes; por lo tanto,
en mi caso, cuando digo que abordar una temática es un
trabajo delicado, es también porque no puedo dejar de enfrentar
ese trabajo en torno a esos materiales, a la disposición
de los materiales y al tratamiento que le voy a dar. Mi trabajo
reflexivo también va a ese nivel, tengo que plantearme
cuán experimental es el trabajo en ese terreno.
En la pintura podemos tener trabajos figurativos, pero también
hay pintores que van a descomponer la figura, que van a ir a lo
no figurativo, a tratar los colores y la tela, de una manera distinta
al pintor figurativo. Generalmente lo figurativo tiene un mensaje
mucho más legible y nítido para el que está
frente al cuadro.
En literatura estamos muy acostumbrados a que nos cuenten historias,
pero también hemos acostumbrado al público a leer
de una determinada manera y no hemos hecho del público
una audiencia más inteligente en la medida que también
hay otros códigos que ese público podría
disfrutar.
Pasa lo mismo en la música; tenemos la música clásica
pero también la música contemporánea que
trabaja con silencios, sonidos concretos, con aspectos matéricos
de lo sonoro. Obviamente, si el público no tiene costumbre
de escuchar música y de aprender esos códigos de
una manera no habitual, siempre va a estar escuchando la misma
música y no va a evolucionar el oído.
No es que yo esté en contra de una poesía que se
haga de determinada manera; las expresiones son todas lícitas,
pero en mi caso, si yo tengo una postura ruptural respecto de
los códigos tradicionales, a la ideología que portan
los mensajes, por ejemplo del cine, no me puedo conformar con
sumirme en el formato hollywoodense del cine, al cual se nos acostumbró
por los grandes presupuestos que tienen el cine norteamericano
y que ha aplastado al cine innovador que era el europeo y algunas
expresiones latinoamericanas. ¿Por qué? Porque se
reproduce el modelo de lectura que justifica que eso “es
lo que la gente consume”.
Entonces ¿cómo vamos, por lo menos de manera paulatina,
evolucionando a formas nuevas de lectura, generando un público
que exija, pida y quiera leer, ver o escuchar de otra manera?
Creo que el problema es mucho más amplio que una novela,
creo que es la cultura en un sistema manejado por los modelos
neoliberales en los cuales todo, casi de una manera determinista,
es objeto de consumo.
¿Cómo escapar de esa tendencia que nos produce esa
dinámica del modelo económico? ¿De qué
manera podemos reflexionar ese modelo económico y generar
pensamientos distintos? Yo pienso que la respuesta no está
muy clara, pero puede estar en la experimentación, en el
intento de hacer lecturas distintas, de dar espacios para trabajos
que no son comerciales, exigir, pelear por esos espacios.
Se cuestiona a la universidad, pero los espacios más importantes
que quedan para producir estos discursos innovadores son las universidades.
Entre los académicos, entre los alumnos. La manera de repensar
las sociedades de este tiempo tienen que ser estos espacios, y
no hay que sentirse en un ghetto.
Me admira el trabajo cultural que hace la UV, que tiene varias
manera de difundir y promover la cultura; pero no hay que quedarse
en eso, hay que ir expandiendo el trabajo cultural en la medida
que esto es fundamental para producir un estado de conciencia
o de criticidad en la gente que no se acomodada a los cánones
de esta normalidad entre comillas.
La novela pretende también eso: no generar una lectura
lineal ni la pasividad del lector; la idea es darnos cuenta de
que las posibilidades para hacer una novela dependen de nosotros.
Entre
el periodismo y la literatura, ¿qué canal nos acerca
más a la verdad?
Depende de qué periodismo. Hay un periodismo transparente
y que busca la verdad, pero el periodismo manejado por grupos
de poder, o grupos económicos, el periodismo con parcialidad
política, el que responde a determinados intereses partidistas,
no busca la verdad.
Puede que los periodistas la busquen, pero los periódicos
o los medios de comunicación tienen una estructura que
tarde o temprano provocará un conflicto entre el periodista
que está utilizando determinados cánones aprendidos
en la universidad –en términos de la honradez informativa–
y los intereses del medio y su poder. Es difícil la situación.
El literato, el escritor, es un ser que tiene más posibilidades
de libertad; tiene que tomar las decisiones con respecto a su
trabajo, a cómo hacer su trabajo, la responsabilidad es
directamente de él. En el periodismo, la responsabilidad
está intermediada por el formato que tiene el periódico
o el canal de televisión. Y el que se no se ajusta a ese
formato, no cabe en el medio.
Aunque también el periodista puede hacer su trabajo documental,
un trabajo de autor también, a partir de materiales que
va recibiendo o encontrando dentro del medio.
Se
dice que una de las formas en que AL puede enfrentar al neoliberalismo
es la unión entre los países. En estos momentos,
¿cómo ve esta posibilidad?, ¿qué tan
unidos o separados estamos?
Yo creo que estamos mal, por la sencilla razón de que el
Fondo Monetario Internacional ha jugado una política nefasta,
ha impuesto condiciones económicas a nuestros países
que van orientando todos los procesos en términos nacionales
y no en términos de pactos regionales o un macropacto latinoamericano.
Por ejemplo, cuando se dice que Chile tiene una economía
estable y que es un ejemplo, a todos debería causarle cierta
sospecha porque la verdad es que si se comparan las condiciones
de la sociedad chilena, las grandes masas de trabajadores, de
empleados, los agentes culturales, yo veo que incluso están
peor que sus pares en otros países que han sufrido tremendas
crisis, Argentina y México, por ejemplo.
La Universidad de Chile, que era un faro de cultura dentro de
la sociedad chilena, ha sido menoscabada desde antes del acceso
a la democracia, empezaron a usurparle sedes e institutos que
terminaron siendo universidades privadas.
Ahora mismo la educación universitaria en Chile es carísima,
y no se ha hecho nada por solucionar ese problema. En la Universidad
de Chile, se paga mensualmente lo que aquí se paga al semestre.
Con respecto al posgrado la situación es la misma, se habla
de que el valor agregado que tiene que generar una sociedad como
la chilena para tener un desarrollo mayor es la educación,
pero los problemas del sistema educativo no se resuelven.
Se ha generado un amplio abanico de universidades privadas que
al final dejan cesantes a los profesionales que forman o que terminan
siendo mano de obra especializada pero muy barata para las grandes
empresas.
Esta es la tendencia de un mercado salvaje que va provocando una
sola línea de acción, a través de esos ejemplos
aparentemente buenos como el chileno. En Chile hay una estabilidad
dependiente de las economías globales, Chile prácticamente
ha cancelado su desarrollo industrial, opta por el comercio exterior.
Me pregunto: ¿Qué empresario chileno va a establecer
una industria cuando el mismo producto es más barato traerlo
de China?
Dejar que todo dependa de la ley de la oferta y la demanda, en
mi país es nefasto.
La única manera de hacer frente a eso, es fortalecer los
pactos culturales con los demás países, ir generando
redes y niveles de trabajo común en todas las áreas,
hasta generar ese gran acuerdo en lo económico. Pero no
podemos partir sólo de lo económico porque la economía
ya está funcionando de determinada manera; tenemos que
cuestionar ese funcionamiento de una manera muy pragmática
a través de los pactos culturales que vayan formando lazos
con los países hermanos.
También en su discurso evocó conceptos como
la latinoamericanidad, la relación del escritor con el
poder, ¿cree que la discusión de estos temas las
dejamos inconclusas? Y, por otro lado, ¿cuál cree
que deba ser la posición de literato frente a todos los
tipos de poder?
El título del libro Praemeditatio Malorum es un concepto
sacado de un libro de Michel Foucault, quien se caracteriza en
sus discursos por el trabajo deconstructivo respecto del poder
o de los poderes y del saber que genera esa relación entre
saber y poder.
A mí me parece interesante asumir, desde lo teórico,
un trabajo acentuadamente deconstructivo, que vaya desmenuzando
los discursos particulares en los cuales nos movemos, del contexto,
y a través de ese proceso, construir nuestro propio discurso,
de acuerdo con nuestra realidad, en el que podamos compatibilizar
el cuestionamiento cotidiano con los grandes objetivos latinoamericanos
que se han ido desvaneciendo.
Los poderes centrales, el mismo Estados Unidos, no son ingenuos
con lo que ha pasado o con lo que sigue pasando; las cosas no
ocurren porque sí. El trabajo del artista no puede ser
un trabajo que simplemente mire sus productos como medios para
la supervivencia personal: si es un sujeto activo en el pensamiento
de su sociedad, va a ser un sujeto más o menos informado,
profundamente estudioso y de sacará elementos teóricos
que nos aporten algo en el presente.
En el libro Tecnología del yo Michael Focault dice: “El
más famoso ejercicio de meditación, Praemeditatio
malorum, practicado por los estoicos, se trata de una experiencia
ética e imaginaria, aparentemente es una visión
más bien negra y pesimista del futuro…”
En el fondo significa estar siempre preparado, porque hay que
ser desconfiado de todo, de estas sociedades, de Estados Unidos,
etcétera. ¿Cómo podemos aceptar lo que está
pasando en Irak? Es un atentado moral contra todos nosotros. No
es un problema exclusivo de Estados Unidos, todos somos responsables
de lo que está pasando en Irak.
¿A
qué se dedica en Chile?
Soy profesor de Literatura y Cine, estudié en la Universidad
de Chile. Doy clases de guiones, de estructuras narrativas audiovisuales,
creación literaria. Mi campo, desde siempre, ha sido la
literatura.
¿Cuánto tiempo tiene dedicándose
al estudio y a la creación literaria?
Desde que salí de la universidad, aproximadamente en 1984.
En
la UV, y en México en general, en los últimos años
se ha tratado de hacer que los jóvenes lean más
y mejor. El propio Estado ha creado programas para este fin, pero
también se han criticado sus resultados. ¿Cómo
se podría hacer que a los jóvenes que aparentemente
no les interesa leer, les interese?
Creo que se pueden intentar nuevas cosas, incorporar a los medios
audiovisuales y al Internet es una estrategia para invitar a los
jóvenes a leer.
A estas alturas los jóvenes no van a dejar de ver cine
o de navegar en Internet, entonces podríamos apoyarnos
en estos medios para acercarlos a la literatura.
Yo estoy trabajando con unos colegas en una fundación audiovisual
que pretende apoyar la creación de archivos fílmicos
y documentales, pero tenemos diferentes proyectos, una de ellos
es ver la manera de que los jóvenes lean un poco más,
idear una manera de conectar el mundo del cine, que les es muy
atractivo y por el cual han dejado los libros, con la literatura.