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¡Por favor, limpien todo!
¡Llegaron los “malvados” auditores!
José Othón Flores Consejo |
Inicio
estas líneas con una amplia felicitación y reconocimiento
a los equipos de trabajo de las direcciones generales de Planeación
Institucional, Administración Escolar, Bibliotecas y Desarrollo
Académico, que en la semana anterior demostraron seguir cumpliendo
con los requisitos de la Norma Mexicana NMX-CC-9001-IMNC-2000 (ISO
9001:2000) por lo que fueron recomendados por el grupo auditor para
mantener su certificado.
Este resultado confirma la madurez que han alcanzado ya estos procesos
y nos compromete a buscar, a través de la simplificación
y la innovación, mejores formas de cumplir con las expectativas
de sus usuarios. ¡Enhorabuena!
Pero hablemos un poco de este asunto de la auditoría. Durante
la semana me di a la tarea de preguntar a algunos de los miembros
de la comunidad universitaria sobre su concepción y opinión
acerca de las auditorías y los auditores. Les ofrezco disculpas
por no poder reproducir las expresiones negativas y los calificativos
que me compartieron los compañeros entrevistados, pero la liga
de la decencia, no me lo permite.
No obstante, sí les puedo decir que la mayoría ve en
los auditores a los más grandes enemigos de la administración
y que manifiestan sentir un profundo temor por la “mala voluntad”
que le tienen a los auditados.
Ya hemos dicho que la evaluación es importante, pues permite
establecer el grado en que se han alcanzado los objetivos de la organización
y los recursos que hemos empleado en la consecución de los
mismos. Sin embargo, la evaluación establecida en los planes
institucionales y conducida por la alta dirección, puede dejar
fuera algunos elementos que por razones diversas pueden escapar a
los mismos operadores, por ello es necesario una recuperación
crítica de perspectivas y técnicas que permiten una
evaluación integral, es decir, que involucre a los distintos
procesos y propósitos presentes en las organizaciones.
Digamos de manera general que la auditoría es el examen crítico
y sistemático que se realiza a una persona u organización
para opinar sobre su apego a la normatividad aplicable.
En su origen, el término fue referido al manejo de los registros
contables y surge de la necesidad por parte del Estado, de conocer
la situación financiera de las personas para determinar su
cumplimiento fiscal.
Así, desde su origen, el auditor observa las omisiones de información
en los registros para evidenciar las deficiencias y establecer la
“verdadera” situación financiera y obligar al auditado
a cumplir cabalmente con sus obligaciones.
El concepto y su uso se generalizó abarcando otras áreas
como la informática, la administrativa y en general, cualquier
revisión normativa realizada para establecer su cabal cumplimiento.
La auditoría interna se realiza con personal de la organización
al que se ha capacitado en los aspectos específicos que habrá
de auditar y al que se debe dotar de la autoridad suficiente para
ejercer esa función y libertad para emitir sus juicios de manera
responsable. En este caso, la intención y los resultados no
pueden ser objeto de presunción a entidades o personas externas.
La auditoría externa se practica, en cambio, para expresar
la conformidad con las normas o programas auditados, ante terceros
interesados en conocer el grado con el cual cumple con los requisitos
establecidos en esas normas o programas. En algunos casos los auditores
cuentan con la capacidad para dar fe pública de los resultados
de sus revisiones.
En esta columna he insistido en que la calidad de un producto se manifiesta
en el grado con que cumple con los requisitos establecidos por el
cliente y que, asegurar a los clientes la entrega consistente de productos
de calidad, implica contar con un sistema de gestión adecuado
a dicha actividad.
La Organización Internacional para la Normalización
ha establecido en la norma 9001 (nuestra vieja amiga). Los requisitos
mínimos que deben cumplir las organizaciones que quieren presumir
que trabajan para asegurar la calidad de sus productos.
En ese sentido, para certificar dicho cumplimiento, se puede solicitar
a un organismo acreditado. En México, la acreditación
corresponde a la Entidad Mexicana de Acreditamiento (EMA), una auditoría
que exprese la “conformidad del sistema de gestión”
con los requisitos establecidos por “doña norma”.
El asunto en las auditorías de calidad es que resulta deseable
que no sólo vengan a revisar, sino que se busca, además,
que su participación agregue valor al sistema; es decir, nos
debe ayudar: proporcionando información sobre la habilidad
de la organización para lograr los objetivos estratégicos;
identificando problemas que, si se resuelven, mejorarán el
desempeño de la organización; identificando oportunidades
de mejora y áreas posibles de riesgo; aumentando la habilidad
de la organización para proporcionar productos conformes, y
mejorando la credibilidad del proceso de certificación.
En fin, hoy debo reconocer que los auditores que recibimos la semana
anterior, realmente hicieron un trabajo importante que agregó
valor a nuestros procesos certificados y reproduzco aquí algunos
consejos que dejaron para nuestros auditores internos:
1) Antes de iniciar, haga un plan de la auditoría que incluya
entender las expectativas y cultura corporativa del auditado; conocer
si existe alguna preocupación a ser cubierta; los pormenores
del sector específico de la organización; y la asignación
adecuada del tiempo.
2) Durante la auditoría enfocarse más a los procesos
y menos en los procedimientos; enfocarse más en los resultados
y menos en los registros; recuerden los ocho principios de Gestión
de la Calidad; use el enfoque de “Planear-Hacer-Verificar-Ajustar”
para evaluar la eficacia de los procesos de la organización;
revise si se corrigen las no conformidades identificando las causas
raíz de los problemas e implementando acciones correctivas
e innovando; adopte un enfoque “holístico” para
la recolección de evidencias durante la auditoría, en
lugar de enfocarse en las cláusulas individuales de la norma
ISO 9001:2000.
3) En su análisis y decisión ponga los hallazgos en
perspectiva (Evaluación de riesgo / “sentido común”);
relacione los hallazgos al efecto sobre la habilidad de la organización
para proporcionar productos conformes.
4) En su reporte y seguimiento procure ser sensible en los reportes
de no conformidad / observaciones / oportunidades de mejora, ya que
pudiera requerirse un enfoque diferente dependiendo de la madurez
de la organización y de la actitud del auditado hacia el proceso
de auditoría.
Y bueno, yo los dejo porque me voy a esconder de los auditores, mientras
tanto, seguiré esperando sus comentarios en el correo electrónico
otflores@uv.mx. |
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