Año 8  • No. 288 • Noviembre 5 de 2007 Xalapa • Veracruz • México
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  El ciclo de
Pina Pellicer
Roberto Ortiz Escobar
Después de la presentación en la FILU del libro Pina Pellicer. Luz y tristeza, de Reynol Pérez Vázquez y Ana Pellicer, el Departamento de Cinematografía de la Universidad Veracruzana (UV) se apresta a realizar un ciclo dedicado a la actriz mexicana que truncara su carrera fílmica y teatral al suicidarse en la Ciudad de México en los años sesenta.

No podría ser un ciclo largo si consideramos la breve obra de Pina Pellicer, cuya notoriedad dejaría huella en el cine mexicano y aún internacional: Macario (1959, de Roberto Gavaldón), El rostro impenetrable (1961, de Marlon Brando), Rogelia (1962, de Rafael Gil), Días de otoño (1962, de Roberto Gavaldón), Cortina de humo (1963, de Claudio Guzmán) y La vida laboral de Juan Díaz (1964, de Norman Lloyd). Las dos últimas fueron parte de las series televisivas estadounidenses El fugitivo y La hora de Alfred Hitchcock. No se incluye El pecador (1964, de Rafael Baledón).

Para esta semana el público podrá ver un collage retrospectivo con algunas de las mejores imágenes de sus películas y dos obras fundamentales que demuestran el empeño de una actriz por manejar papeles alejados de la convención fílmica, arbolando roles activos en la interacción dramática y determinantes en la evolución
de la historia.

Dirigida por Roberto Gavaladón, Pina Pellicer hizo Macario, cinta multipremiada con fotografía de Gabriel Figueroa, argumento de Bruno Traven y adaptación de Emilio Carballido. Si bien el público recuerda las peripecias del leñador del siglo XVIII y su enfrentamiento con la muerte (Ignacio López Tarso como Macario), éstas no aflorarían sin la participación decidida de su esposa (Pina Pellicer).

Frente a una pobreza extrema en pleno virreinato, la mujer entiende los deseos de Macario ilustrativos de un hambre ancestral. Será ella quien robe un guajolote, lo guise y lo entregue para que se lo coma sólo. Apartada de la abnegación y el repliegue, la esposa canaliza una necesidad que las condiciones materiales históricas postergan. Por ello al final de la película ella exclama sin titubeo o remordimiento: “Estabas como un niño…con tu capricho. ¡Me alegro tanto! ¡Haberte podido dar ese gusto! La vida no fue fácil, Macario, pero fue buena vivirla juntos…”

En el caso de El rostro impenetrable (One-Eyed Jacks) llama la atención que un western nos arroje un personaje femenino atípico (Pina Pellicer como Louisa) en un género donde las mujeres usualmente no gozan de independencia, a no ser la de acompañar al cowboy en los momentos de reposo o festinarlo como prostitutas en las cantinas.

En más de una ocasión vemos a Louisa tomando la batuta, no obstante las adversidades inmediatas que enfrentará como son el interés inicial de venganza de parte del forajido Rio (Marlon Brando) al acercarse a ella o el embarazo que asumirá airosamente. A partir de sensibles escenas (el inicial encuentro de Louisa con Rio, su primera cita vestida de blanco, la relación amorosa en la playa, el reencuentro en el refugio) el personaje de Pina enfrenta a Rio y asume su interés de continuar con él, más allá de un principio de venganza o deshonra femenina. De ahí que termine diciéndole al hombre que ama: “¿Crees que sólo eres hombre cuando matas?… Uno tiene pocas oportunidades en la vida de ser feliz, sin embargo, yo creo que nosotros tenemos una buena oportunidad”.

En ambas cintas, la actriz demostraba que elegía concientemente sus papeles proyectándoles un aire de firmeza y que la mayoría de las actrices mexicanas no acostumbraba ni aceptaba.

El collage retrospectivo se exhibirá este lunes 5, Macario el miércoles 7 y El rostro impenetrable el viernes 9. Las funciones serán a las 18 horas en el Aula Clavijero de Juárez 55 y la entrada es gratuita.