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El
ciclo de
Pina Pellicer
Roberto Ortiz Escobar |
Después
de la presentación en la FILU del libro Pina Pellicer. Luz
y tristeza, de Reynol Pérez Vázquez y Ana Pellicer,
el Departamento de Cinematografía de la Universidad Veracruzana
(UV) se apresta a realizar un ciclo dedicado a la actriz mexicana
que truncara su carrera fílmica y teatral al suicidarse en
la Ciudad de México en los años sesenta.
No podría ser un ciclo largo si consideramos la breve obra
de Pina Pellicer, cuya notoriedad dejaría huella en el cine
mexicano y aún internacional: Macario (1959, de Roberto Gavaldón),
El rostro impenetrable (1961, de Marlon Brando), Rogelia (1962, de
Rafael Gil), Días de otoño (1962, de Roberto Gavaldón),
Cortina de humo (1963, de Claudio Guzmán) y La vida laboral
de Juan Díaz (1964, de Norman Lloyd). Las dos últimas
fueron parte de las series televisivas estadounidenses El fugitivo
y La hora de Alfred Hitchcock. No se incluye El pecador (1964, de
Rafael Baledón).
Para esta semana el público podrá ver un collage retrospectivo
con algunas de las mejores imágenes de sus películas
y dos obras fundamentales que demuestran el empeño de una actriz
por manejar papeles alejados de la convención fílmica,
arbolando roles activos en la interacción dramática
y determinantes en la evolución
de la historia.
Dirigida por Roberto Gavaladón, Pina Pellicer hizo Macario,
cinta multipremiada con fotografía de Gabriel Figueroa, argumento
de Bruno Traven y adaptación de Emilio Carballido. Si bien
el público recuerda las peripecias del leñador del siglo
XVIII y su enfrentamiento con la muerte (Ignacio López Tarso
como Macario), éstas no aflorarían sin la participación
decidida de su esposa (Pina Pellicer).
Frente a una pobreza extrema en pleno virreinato, la mujer entiende
los deseos de Macario ilustrativos de un hambre ancestral. Será
ella quien robe un guajolote, lo guise y lo entregue para que se lo
coma sólo. Apartada de la abnegación y el repliegue,
la esposa canaliza una necesidad que las condiciones materiales históricas
postergan. Por ello al final de la película ella exclama sin
titubeo o remordimiento: “Estabas como un niño…con
tu capricho. ¡Me alegro tanto! ¡Haberte podido dar ese
gusto! La vida no fue fácil, Macario, pero fue buena vivirla
juntos…”
En el caso de El rostro impenetrable (One-Eyed Jacks) llama la atención
que un western nos arroje un personaje femenino atípico (Pina
Pellicer como Louisa) en un género donde las mujeres usualmente
no gozan de independencia, a no ser la de acompañar al cowboy
en los momentos de reposo o festinarlo como prostitutas en las cantinas.
En más de una ocasión vemos a Louisa tomando la batuta,
no obstante las adversidades inmediatas que enfrentará como
son el interés inicial de venganza de parte del forajido Rio
(Marlon Brando) al acercarse a ella o el embarazo que asumirá
airosamente. A partir de sensibles escenas (el inicial encuentro de
Louisa con Rio, su primera cita vestida de blanco, la relación
amorosa en la playa, el reencuentro en el refugio) el personaje de
Pina enfrenta a Rio y asume su interés de continuar con él,
más allá de un principio de venganza o deshonra femenina.
De ahí que termine diciéndole al hombre que ama: “¿Crees
que sólo eres hombre cuando matas?… Uno tiene pocas oportunidades
en la vida de ser feliz, sin embargo, yo creo que nosotros tenemos
una buena oportunidad”.
En ambas cintas, la actriz demostraba que elegía concientemente
sus papeles proyectándoles un aire de firmeza y que la mayoría
de las actrices mexicanas no acostumbraba ni aceptaba.
El collage retrospectivo se exhibirá este lunes 5, Macario
el miércoles 7 y El rostro impenetrable el viernes 9. Las funciones
serán a las 18 horas en el Aula Clavijero de Juárez
55 y la entrada es gratuita. |
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