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Que
la vinculen con procesos de educación no formal
Requiere México de políticas
culturales para artesanía
Gina Sotelo |
La
artesanía, un valor cultural comunitario |
En
México se requieren políticas públicas culturales
en donde la artesanía se articule a procesos comunitarios de
educación no formal a través de la animación
sociocultural y no solamente se le piense desde el factor económico;
es igual de urgente superar la artesanía de aeropuerto que
la comprensión de la artesanía como un valor cultural
comunitario, expresó Raciel D. Martínez Gómez,
académico de la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI). |
Raciel
Martínez Gómez consideró que la discusión
en torno a la supervivencia de la artesanía se concentra
demasiado en su posible inserción en los mercados
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Durante
su participación en el 2º Coloquio Nacional de Arte Popular
“El Arte de los pueblos indígenas de México”,
Organizado por el Consejo Veracruzano de las Artes, que se llevó
a cabo en el Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales
(IIH-S) de la Universidad Veracruzana (UV) los días 25 y 26
de octubre, el doctor en estudios multiculturales dijo que se presentaron
34 ponencias.
Los ponentes, reunidos en el Auditorio Gonzalo Aguirre Beltrán
del IIH-S, abordaron diversos temas como la arqueología y etnohistoria
del arte indígena; la producción artesanal, las materias
primas y el medio ambiente; las políticas, administración
y promoción de las artes populares, entre otros, convocando
a una muy buena cantidad de académicos, estudiantes universitarios,
promotores culturales, artesanos y coleccionistas. |
En su participación “Animación de la artesanía.
Un valor cultural comunitario”, Martínez Gómez
propuso el estudio de la artesanía como un eje para la educación
no formal partiendo de que se requieren políticas públicas
culturales en donde la artesanía se articule a la animación
sociocultural y no solamente se le piense desde el factor económico.
Martínez Gómez consideró que la discusión
en torno a la supervivencia de la artesanía se concentra demasiado
en su posible inserción en los mercados, opacando así
otro buen número de posibilidades de refuncionalización;
en un segundo momento expuso un ámbito en que la artesanía
puede servir a la diversidad de actividades que propone la animación
sociocultural.
“Remitir la artesanía a la lógica del mercado
es fragmentar la relación cultural de la artesanía con
su entorno, con su grupo que le da origen. Entiendo a la artesanía
como una expresión artística que representa la identidad
de una cultura determinada. Se contempla en la casa y/o en el museo;
se usa en la vida cotidiana como decoro y/o enser; pero también
refleja un estar en el mundo, una cosmovisión. De ahí
que pensemos a la artesanía también como un valor grupal
más allá de las dinámicas que la obligan a desterrarse
de su contexto”, expresó.
Para el comunicólogo, en Veracruz curiosamente la animación
de la artesanía estaría dentro del canon institucional
y la animación difusa; la animación sociocultural pública
no ha sido explotada a nivel de política de estado. Sería
complicado articular programas de talleres de artesanías en
la educación formal; el diseño curricular formal se
ciñe a otro tipo de contenidos y aunque se ha logrado apertura
se ve difícil una reforma en ese sentido.
“En cambio, proponemos que la animación de la artesanía
se articule a los programas de educación no formal de las instituciones
que de alguna forma compensan el déficit formativo tan evidente
en la entidad. Si bien es verdad que los recursos públicos
cada vez son más exiguos, el Estado no debiera abandonar su
responsabilidad para estimular el desarrollo cultural de la diversidad
veracruzana. Y la animación es una buena alternativa puesto
que es una tecnología que permite la promoción comunitaria.
Recordemos que si se organizan talleres formativos alrededor de la
artesanía estaríamos socializando una tradición.”
Añadió que el artesano sobrevivirá aún
más en el momento que sus productos sean colocados dignamente
en el mercado, pero igualmente es trascendente revalorarlo en la comunidad
como el artista que es. Para ello las casas de cultura bien podrían
servir para que los artesanos impartan talleres y así multipliquen
sus conocimientos: “La revaloración del artesano frente
a su comunidad es una tarea pendiente del Estado; y la educación
no formal permitiría el diálogo continuo para heredar
la tradición no solamente como el oficio, vital de suyo, sino
también para que los integrantes de la comunidad contextualicen
dicha actividad”.
Para finalizar su intervención, Raciel Martínez dijo
estar consciente de que la administración del tiempo libre
e incluso que la noción misma de tiempo es muy diferente entre
la situación europea y México: “Sin embargo, para
el caso específico de Veracruz, un ejemplo bastaría
para ponderar la animación de la artesanía: la escuela
de los voladores del Parque Temático de Cumbre Tajín.
Sistematicemos la experiencia y analicemos de raíz todo lo
que nos deja que las tradiciones, aparte de enseñarlas frente
a los mercados, también sean compartidas en procesos de educación
no formal con la propia comunidad”, puntualizó. |
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