Año 8  • No. 288 • Noviembre 5 de 2007 Xalapa • Veracruz • México
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  Que la vinculen con procesos de educación no formal
Requiere México de políticas
culturales para artesanía
Gina Sotelo
La artesanía, un valor cultural comunitario
En México se requieren políticas públicas culturales en donde la artesanía se articule a procesos comunitarios de educación no formal a través de la animación sociocultural y no solamente se le piense desde el factor económico; es igual de urgente superar la artesanía de aeropuerto que la comprensión de la artesanía como un valor cultural comunitario, expresó Raciel D. Martínez Gómez, académico de la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI).


Raciel Martínez Gómez consideró que la discusión en torno a la supervivencia de la artesanía se concentra demasiado en su posible inserción en los mercados
Durante su participación en el 2º Coloquio Nacional de Arte Popular “El Arte de los pueblos indígenas de México”, Organizado por el Consejo Veracruzano de las Artes, que se llevó a cabo en el Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales (IIH-S) de la Universidad Veracruzana (UV) los días 25 y 26 de octubre, el doctor en estudios multiculturales dijo que se presentaron 34 ponencias.

Los ponentes, reunidos en el Auditorio Gonzalo Aguirre Beltrán del IIH-S, abordaron diversos temas como la arqueología y etnohistoria del arte indígena; la producción artesanal, las materias primas y el medio ambiente; las políticas, administración y promoción de las artes populares, entre otros, convocando a una muy buena cantidad de académicos, estudiantes universitarios, promotores culturales, artesanos y coleccionistas.
En su participación “Animación de la artesanía. Un valor cultural comunitario”, Martínez Gómez propuso el estudio de la artesanía como un eje para la educación no formal partiendo de que se requieren políticas públicas culturales en donde la artesanía se articule a la animación sociocultural y no solamente se le piense desde el factor económico.

Martínez Gómez consideró que la discusión en torno a la supervivencia de la artesanía se concentra demasiado en su posible inserción en los mercados, opacando así otro buen número de posibilidades de refuncionalización; en un segundo momento expuso un ámbito en que la artesanía puede servir a la diversidad de actividades que propone la animación sociocultural.

“Remitir la artesanía a la lógica del mercado es fragmentar la relación cultural de la artesanía con su entorno, con su grupo que le da origen. Entiendo a la artesanía como una expresión artística que representa la identidad de una cultura determinada. Se contempla en la casa y/o en el museo; se usa en la vida cotidiana como decoro y/o enser; pero también refleja un estar en el mundo, una cosmovisión. De ahí que pensemos a la artesanía también como un valor grupal más allá de las dinámicas que la obligan a desterrarse de su contexto”, expresó.

Para el comunicólogo, en Veracruz curiosamente la animación de la artesanía estaría dentro del canon institucional y la animación difusa; la animación sociocultural pública no ha sido explotada a nivel de política de estado. Sería complicado articular programas de talleres de artesanías en la educación formal; el diseño curricular formal se ciñe a otro tipo de contenidos y aunque se ha logrado apertura se ve difícil una reforma en ese sentido.

“En cambio, proponemos que la animación de la artesanía se articule a los programas de educación no formal de las instituciones que de alguna forma compensan el déficit formativo tan evidente en la entidad. Si bien es verdad que los recursos públicos cada vez son más exiguos, el Estado no debiera abandonar su responsabilidad para estimular el desarrollo cultural de la diversidad veracruzana. Y la animación es una buena alternativa puesto que es una tecnología que permite la promoción comunitaria. Recordemos que si se organizan talleres formativos alrededor de la artesanía estaríamos socializando una tradición.”

Añadió que el artesano sobrevivirá aún más en el momento que sus productos sean colocados dignamente en el mercado, pero igualmente es trascendente revalorarlo en la comunidad como el artista que es. Para ello las casas de cultura bien podrían servir para que los artesanos impartan talleres y así multipliquen sus conocimientos: “La revaloración del artesano frente a su comunidad es una tarea pendiente del Estado; y la educación no formal permitiría el diálogo continuo para heredar la tradición no solamente como el oficio, vital de suyo, sino también para que los integrantes de la comunidad contextualicen dicha actividad”.

Para finalizar su intervención, Raciel Martínez dijo estar consciente de que la administración del tiempo libre e incluso que la noción misma de tiempo es muy diferente entre la situación europea y México: “Sin embargo, para el caso específico de Veracruz, un ejemplo bastaría para ponderar la animación de la artesanía: la escuela de los voladores del Parque Temático de Cumbre Tajín.

Sistematicemos la experiencia y analicemos de raíz todo lo que nos deja que las tradiciones, aparte de enseñarlas frente a los mercados, también sean compartidas en procesos de educación no formal con la propia comunidad”, puntualizó.