Año 8 • No. 289 • Noviembre 12 de 2007 Xalapa • Veracruz • México
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Pensamiento sistémico
José Othón Flores Consejo
No sé si fueron las condiciones climáticas, las fiestas mortuorias o la terrible depresión del ocho a cero lo que me impidió estar en la edición de este importante medio la semana pasada pero ya aquí de nuevo, pretendo cumplir con lo prometido de presentar algunas ideas relacionadas con el enfoque sistémico.

En primer lugar permítanme de manera simple (pido perdón por ello) resumir algunos conceptos relativos a este enfoque: el pensamiento sistémico, tal como lo conocemos en la actualidad, aparece a partir de los trabajos que desarrolló el biólogo Ludwing Von Bertalanffy, hacia los años 40 y 50 del siglo pasado.

Ya Aristóteles había intentado un enfoque sistémico al proponer que el todo es más que la suma de las partes; sin embargo, el dilema planteado por Aristóteles que había quedado sin resolver en la época determinista, se integró con ésta dando lugar a una nueva concepción científica, desarrollada inicialmente por Bertalanffy, y que podríamos resumir como una síntesis del principio teleológico (todos los procesos en los cuales se encuadran las acciones humanas, sus secuencias y resultado final están predeterminados por un fin objetivo o meta).

Se cuestiona la visión mecanicista y causal del método científico considerando que proporciona una explicación digamos débil a los grandes problemas que se dan en los sistemas vivos y plantea un nuevo paradigma integrador que ofrece soluciones en las que se consideran los diversos elementos y relaciones que conforman la estructura de lo que se define como “sistema” considera también su relación con el entorno.

Nótese que no hay nuevos conocimientos que sustituyen a otros, sí en cambio, estamos ante la suma de la concepción de relaciones deterministas y la de los fines.

“La paradoja aristotélica y el reduccionismo han dado lugar en el pasado y en el presente a muchos debates, pero estas discusiones nada han añadido al hecho de que para elucidar un todo organizado, antes deben conocerse sus partes y las relaciones que existen entre las mismas”. (1)

El concepto de sistemas fue aplicado a las ciencias sociales a partir de analogías que se fueron realizando con los estudios en las ciencias naturales. Uno de los primeros en incorporar el concepto fue el sociólogo Talcott Parsons, quien observó que las organizaciones podían estudiarse como subsistemas sociales que intentan resolver los cuatro problemas fundamentales de los sistemas sociales: adaptación a la realidad; logro de objetivos determinados; integración; y prolongación en el tiempo del sistema.

Chester I. Barnard, Herber Simón, A. Gouidner, Amitai Etzioni, David Easton y Woodward, R. Akoff, entre otros, han contribuido al fortalecimiento de la aplicación del enfoque sistémico a las ciencias sociales y a la organización en particular.
Pero, ¿de qué exactamente estamos hablando? Siempre que se habla de sistemas se entiende la existencia de una totalidad cuyas propiedades no son atribuibles a la simple adición de las propiedades de sus partes o componentes.

En las definiciones más corrientes se identifican los sistemas como conjuntos de elementos que guardan estrechas relaciones entre sí, que mantienen al sistema directo o indirectamente unido de modo más o menos estable y cuyo comportamiento global persigue algún tipo de objetivo (teleología).

Esas definiciones que nos concentran fuertemente en procesos sistémicos internos deben, necesariamente, ser complementadas con una concepción de sistemas abiertos, en donde queda establecida como condición para la continuidad sistémica el establecimiento de un flujo de relaciones con el ambiente.

A partir de ambas consideraciones la Teoría General de Sistemas (como la concibió Bertalanffy) puede ser desagregada, dando lugar a dos grandes grupos de estrategias para su estudio: Aquella en donde las distinciones conceptuales se concentran en una relación entre el sistema y sus elementos (procesos del sistema) y la que concentra su foco en la relación del sistema con el ambiente (procesos de frontera o sistema/ambiente).

En el primer caso, la cualidad esencial de un sistema está dada por la interdependencia de las partes que lo integran y el orden que subyace a tal interdependencia. En el segundo, lo central son las corrientes de entradas y de salidas mediante las cuales se establece una relación entre el sistema y su ambiente. Por supuesto que ambos enfoques son complementarios.

Hablando de la perspectiva organizacional, hoy el enfoque sistémico se ha enriquecido con la fenomenología de Husserl y la hermenéutica de Gadamer, que a su vez se nutre del existencialismo de Heidegeer y esta perspectiva hace posible ver a la organización ya no como que tiene un fin predeterminado por alguien, como lo plantea el esquema tradicional, sino que puede tener diversos fines en función de la forma cómo los involucrados (partes interesadas) la vean, lo que suele estar condicionado por los intereses y valores personales pero que siempre estarán enlazados por el interés común de la permanencia de la organización.

El concepto de “equifinalidad” demuestra que existen, para los sistemas sociales, posibilidades de lograr iguales objetivos a partir de diversos insumos y a través de distintas formas de operación, así que un sistema debidamente equilibrado podrá alcanzar sus metas con eficiencia y eficacia a partir de diversos insumos y con procesos diferentes, de este modo si se amplía un poco más este punto de vista, se puede sugerir que la función de administración no es necesariamente buscar una solución óptima y precisa, sino más bien tener disponible una variedad de alternativas satisfactorias.

Así, pues, podemos comprender que la labor de la gestión en la organización es comprender los mensajes “rápidamente cambiables y turbulentos” del medio que tengan relación con el sistema y adaptarlo a ellos. El enfoque sistémico contemporáneo ofrece una visión multidisciplinaria que le ayudará a analizar de manera integral permitiéndole identificar y comprender con mayor claridad y profundidad la complejidad de sus alternativas ante las múltiples causas de sus problemas.

Es seguramente por todo ello que entre los ocho principios de gestión de la calidad establecidos en la norma ISO 9000:2005 se encuentra el enfoque de sistemas para la gestión estableciendo que éste implica:

-Estructurar e implementar un sistema para lograr los objetivos de la organización de la forma más eficiente y efectiva;
-Entender las interdependencias entre los procesos del sistema;
-Entender los roles y responsabilidades necesarios para lograr los objetivos comunes y por lo tanto reducir las barreras funcionales;
-Antes de cualquier acción entender las capacidades funcionales y establecer las restricciones de recursos;
-Orientar y definir la forma en que deben operar las actividades específicas dentro de un sistema; y
-Mejorar continuamente el sistema basado en las mediciones y análisis de sus resultados.

Hasta aquí por esta semana, y recuerden que sigo esperando sus comentarios en el correo electrónico otflores@uv.mx.

(1). Bertalanffy, Ludwing V. Perspectivas en la Teoría General de Sistemas. España 1975, Alianza Universidad. p 140