La
lectura es un proceso intelectual, el cual es muy complejo comprender,
pero inevitablemente importante, sobre todo para los jóvenes
que generalmente nos sentimos, de alguna manera, aislados del mundo.
Estamos como en una especia de limbo entre el adulto y el niño
que fuimos, somos y seguiremos siendo.
Como dije anteriormente, la lectura es un proceso; por tanto, el
lector ejerce un “trabajo mental”; el lector no es sólo
espectador –como en la televisión–, a decir verdad
ejerce miles de trabajos mentales, pero todos van íntimamente
relacionados que parecieran ser uno solo; sin embargo, yo me arriesgaré
a dividirlo. Primero como un trabajo de creación y luego
como un trabajo de socialización.
Hablaré a continuación del trabajo de creación.
Al leer, el individuo va generando un mundo alternativo, su propio
mundo. Esto es posible, ya que aunque el libro te transmita una
historia, un mensaje y algunos otros elementos, siempre habrá
cosas que el escritor omite, y es el entendimiento del lector el
que se encarga de “rellenar” esos espacios vacíos.
A su vez, el lector, de alguna manera se desconecta del mundo exterior,
entra en una especie de “trance” donde hace contacto
con el tiempo de la trama, de la historia. Es decir, el lector fabrica
otro tiempo que no es de él, pero tampoco es del libro sino
que es necesario entre los dos. Al respecto, Borges dice que la
lectura es como la noche, porque no importa si lees a medio día,
la noche se expande alrededor del lector, con lo cual, el autor
nos hace pensar que el lector vive en el tiempo de la trama, pero
a la vez la modifica con su ritmo de lectura. Por ejemplo, puede
entrar en la prisa por tomar un tren y recrear la prisa con una
lectura lenta o una constante relectura del pasaje.
Como resultado del proceso de creación a través de
la lectura el sujeto puede ser más apto para enunciar sus
propias ideas permitiéndole así un encuentro consigo
mismo. Justamente ahí es donde podemos dar cuenta que la
lectura es importante para los jóvenes ya que estos están
en una búsqueda constante de un proyecto de vida, de un proyecto
ideológico, etc. Pensado de este modo, leer permite al lector
descifrar su existencia y a los jóvenes en particular también,
siempre y cuando al leer se generen interrogantes, intereses, dudas.
Si la lectura produce lo anterior, puede invitar a la juventud a
ir definiendo metas, sin que ello quiera decir que éstas
deben lograrse en su totalidad o que no puedan cambiarse. ¿Cuántos
jóvenes no se plantean ser como el “Che” al leer
su biografía?
Por otra parte, la lectura genera un trabajo de socialización,
porque lleva a los jóvenes a una relación de su mundo
con el mundo general. Retomemos la idea anterior, aquellos jóvenes
que se identifican con el “Che” ante la lectura de su
biografía; el lector confronta la cultura del escritor con
la suya y con los procesos sociales, económicos, socio-políticos,
estructurales; en ese sentido el leer no te aísla, te introduce
en el mundo de forma diferente. Nos grita que no estamos solos,
que hay más gente que puede pensar y sentir igual hasta vivir
situaciones similares a las nuestras. Incluso personas de siglos
pasados. Y es de este modo que pienso que se puede hablar de la
existencia de un trabajo de socialización de los lectores
en general y entre la lectura y la relación “jóvenes-lectura”.
Pensando que todo este recorrido es un proceso social, podría
suponerse que se puede ser un poco artista y con ello desarrollar
ciertas habilidades, por ejemplo, el leer nos permite conocer nuestro
lenguaje, saber la función de éste (tener un vocabulario,
construir conceptos, codificar, organizar ideas). Por otra parte,
da acceso al saber y posibilita construir un vínculo social,
compartir conocimientos, es decir, construir un saber multicultural.
Es por eso que yo, al igual que muchos jóvenes, elegimos
nuestras lecturas y con esto vamos formando y codificando al artista
que somos y podemos llegar a ser.
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